El grupo parlamentario de EAJ-PNV ha suscrito esta mañana, junto al PSE-EE y Elkarrekin Podemos-IU, una declaración contra el uso de la violencia en la que expresan su repulsa y condena ante ataques como el sucedido el pasado día dos en Cartagena contra la sede de la formación morada. Los tres partidos denuncian que hechos como éste se producen “como consecuencia del discurso de odio fomentado desde la extrema derecha o cualquier otro extremismo intolerante, y suponen un desafío para la convivencia democrática”.
En el manifiesto, sus firmantes ratifican su compromiso con las vías pacíficas y democráticas y con los valores del pluralismo político, la libertad y la tolerancia, cuestionados sistemáticamente, argumentan, por determinados partidos políticos. “El uso de la violencia como instrumento de la acción política no tiene ni debe tener cabida en la Europa del siglo XXI. Reiteramos nuestro rechazo al uso de la violencia, las amenazas o la extorsión como herramientas de defensa de proyecto alguno”, recoge el texto.
Fuera de este acuerdo se sitúan EH Bildu, PP y Vox, formaciones que se han negado a sumarse a este manifiesto. Los jeltzales reprochan a EH Bildu que se haya quedado con estos compañeros de viaje en su negativa a rechazar el uso de la violencia y condenar los ataques a sedes de formaciones políticas. “Aunque a Arnaldo Otegi no le gusten las comparaciones, los hechos y las actitudes suyas tienen puntos de coincidencia con las de la derecha y la extrema derecha. Podríamos convenir que en intento más por apartarse de la convivencia los extremos de nuevo se tocan”.
Para EAJ-PNV, unos y otros, con posicionamientos que sólo generan crispación, hacen más difícil el entendimiento. “No aportan racionalidad al debate político. La izquierda abertzale podía haber dicho que estos ataques son injustificados, podía haber dicho que la violencia forma parte del pasado, pero no lo han hecho. Vuelven a incumplir el suelo ético y su relato es de nuevo selectivo, como lo es el de otras formaciones”. Su compromiso con el juego democrático no se hace creíble, concluyen los jeltzales.