La extrema derecha ha experimentado un crecimiento significativo en las últimas décadas, logrando consolidarse como una fuerza política con presencia en numerosos países. Este fenómeno ha despertado un gran interés en el ámbito académico y político, dado su impacto en la estabilidad democrática y en la configuración de las sociedades modernas. La expansión de estos movimientos ha estado acompañada por estrategias de captación de diversos segmentos de la población, incluyendo sectores tradicionalmente alejados de sus postulados, como las mujeres y los jóvenes.
Pese a su historial de exclusión de la mujer en el ámbito político y social, la extrema derecha ha adoptado un discurso renovado para atraer el voto femenino. Sin embargo, esta captación no implica un verdadero avance en la igualdad de género, sino más bien una estrategia calculada para ampliar su base electoral, explotando el descontento y las inseguridades de ciertos sectores de la población femenina.
Factores que han impulsado el auge de la extrema derecha entre las mujeres
El ascenso de la extrema derecha entre el electorado femenino responde a una serie de factores estructurales, sociales y políticos que han generado un terreno fértil para su crecimiento. Entre ellos, destacan:
Crisis económica y precarización laboral: Muchas mujeres han sido especialmente afectadas por la inestabilidad económica y la falta de oportunidades laborales. La extrema derecha ha sabido capitalizar esta situación al prometer seguridad económica y una mayor protección para las familias. No obstante, estas promesas rara vez se traducen en políticas efectivas de igualdad de oportunidades o mejora en las condiciones laborales de las mujeres.
Desconfianza en las políticas de igualdad: Algunas mujeres, particularmente aquellas de perfil conservador, han sentido que las políticas de género impulsadas por la izquierda no las representan, viéndolas como una imposición ideológica más que como una respuesta a sus necesidades. Sin embargo, los movimientos de extrema derecha instrumentalizan este sentimiento para debilitar los avances en derechos de las mujeres, promoviendo un discurso que invisibiliza las desigualdades de género.
El discurso de la seguridad y la inmigración: La extrema derecha ha utilizado la preocupación por la seguridad personal para atraer a votantes femeninas, asociando la inmigración con el incremento de la violencia de género y la inseguridad en las ciudades. Esta retórica distorsiona el debate sobre la violencia machista, ignorando que la mayoría de los agresores pertenecen al entorno cercano de las víctimas y no a grupos externos.
La reconfiguración del discurso: de la exclusión a la captación
Históricamente, los movimientos de extrema derecha han mostrado poco interés en incluir a las mujeres en su proyecto político. Sin embargo, con el crecimiento del voto femenino en otras fuerzas políticas, han reformulado su discurso para captar a este sector sin comprometer sus principios ideológicos tradicionales.
Uno de los cambios más notables ha sido la apropiación de ciertos elementos del feminismo para atraer a votantes que se sienten descontentas con el activismo de izquierda. A través de una retórica de "feminismo nacionalista", la extrema derecha presenta una visión sesgada de la lucha por los derechos de las mujeres, donde la verdadera amenaza no es el machismo estructural, sino factores externos como la inmigración o el globalismo.
Asimismo, han promovido la idea de que la mujer no necesita una agenda de igualdad, sino protección dentro de un modelo de sociedad basado en la familia tradicional y en la seguridad. Esta estrategia busca reforzar la dependencia de la mujer respecto a las estructuras patriarcales en lugar de fomentar su autonomía y participación activa en la vida pública.
Estrategias de atracción del voto femenino
La extrema derecha ha desplegado diferentes tácticas para captar el voto femenino, algunas de las cuales han resultado altamente efectivas. Entre ellas, destacan:
Uso de figuras femeninas en la política: Líderes políticas como Marine Le Pen en Francia y Giorgia Meloni en Italia han sido clave en la reconfiguración del mensaje de la extrema derecha, logrando que muchas mujeres se identifiquen con sus discursos. Sin embargo, su liderazgo no ha significado una verdadera representación de las necesidades de las mujeres, sino una para normalizar el discurso radical dentro de la política tradicional.
Campañas en redes sociales: A través de plataformas como Instagram, TikTok y Facebook, se han desarrollado campañas dirigidas a mujeres jóvenes, con mensajes que apelan a su independencia y al rechazo de las élites progresistas. No obstante, esta aparente modernización del discurso esconde un proyecto político que sigue perpetuando desigualdades de género.
Defensa de la familia tradicional: La extrema derecha ha incorporado discursos de protección a la familia, abogando por políticas que favorecen a las madres trabajadoras, incentivos a la natalidad y la preservación de valores tradicionales. Sin embargo, estas propuestas suelen ir acompañadas de recortes en derechos reproductivos y en la lucha contra la violencia de género.
Apropiación de causas feministas: En algunos casos, estos movimientos han adoptado retóricas de defensa de las mujeres contra la violencia y el acoso, pero las han vinculado a una política de rechazo a la inmigración y al multiculturalismo, desviando la atención de problemas estructurales como la desigualdad salarial y la brecha de género en el mercado laboral.
El impacto del voto femenino en la configuración de la extrema derecha
El crecimiento del apoyo femenino a la extrema derecha ha tenido consecuencias significativas en la reconfiguración de estos partidos y en su posicionamiento en el espectro político. Uno de los principales efectos ha sido la moderación aparente de algunos discursos, con el objetivo de proyectar una imagen menos agresiva y más inclusiva.
Sin embargo, este fenómeno no ha significado una verdadera transformación en la agenda política de la extrema derecha en términos de igualdad de género. A pesar de la inclusión de más mujeres en sus filas, estos movimientos siguen promoviendo políticas que restringen los derechos de las mujeres y refuerzan estructuras patriarcales bajo el disfraz de la seguridad y la tradición.
El avance de la extrema derecha en el electorado femenino es un fenómeno complejo que responde a múltiples factores, desde la crisis económica hasta el rechazo a determinadas corrientes del feminismo actual. Sin embargo, la captación del voto femenino por parte de estos movimientos no se traduce en una verdadera defensa de los derechos de las mujeres, sino en una estrategia calculada para ampliar su base de apoyo sin comprometer sus valores fundamentales.
El impacto de esta tendencia no solo modifica la composición del electorado de la extrema derecha, sino que también obliga a replantear la dinámica del debate político en torno a las políticas de género, la seguridad y la identidad nacional. En este contexto, es fundamental analizar con mirada crítica cómo estos movimientos utilizan la agenda de las mujeres para fortalecer su proyecto político sin garantizar avances reales en igualdad.