Braulio Llamero

PSOE contra socialistas

30 de Octubre de 2021
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Izquierda Socialista arremete contra Sánchez en el 40 Congreso.

Conozco a mucha buena gente que es socialista. Del PSOE de toda la vida. Que cree, de verdad, en los valores que pregona el partido, que se siente de izquierdas, canta con ganas la Internacional puño en año y está convencida de figurar al lado de los más débiles y necesitados de la historia. Bueno, he dicho “conozco” y más bien debería decir “conocía” o “he conocido”. Ahora mismo no sé, la verdad, cuánta de esa buena gente queda dentro de un partido que se ha descapitalizado mucho y con cada vez menos gente en sus asambleas internas. Puntualizo que hablo siempre desde la periferia interior y despoblada, donde quizá la situación no sea homologaba a lo que pase en el centro del universo (Madrid) o de los mundos paralelos (Barcelona, Valencia, Bilbao, etc.).

La cuestión es que toda esa buena gente que durante tanto tiempo dio sentido y vida a un partido centenario como el socialista ha tenido que convivir con la evidencia de que cuando ganan, llegados los suyos al Gobierno de la nación, sus acciones han virado, siempre, a lo contrario o cuando menos a la insignificancia, al quiero y no puedo, al ya haremos algo cuando se den las circunstancias. Y las políticas socialistas que de verdad se han puesto en marcha han ido casi siempre por el terreno de lo simbólico o cultural; esto es, de cuanto no hacía pupa a los señores del dinero ni por tanto era eficaz para ayudar a los de más abajo. Ahí tenemos ahora mismo el vidrioso tema de la reforma laboral:al PSOE le crujen las costuras ante el simple intento de hacerle cumplir su compromiso electoral y de coalición, derogar la reforma con la que el PP envenenó las relaciones laborales y ha dejado a masas enormes de gente en condiciones de semiesclavitud. Pero ahí tenemos también la vergonzoso Ley Mordaza, compromiso personal del presidente para eliminarla en cuanto tocase poder. Sigue intacta. Y la reforma laboral del PP se abordará porque no les queda otra, pero se nota demasiado su desquiciado afán por no tocar el nervio empresarial; esto es, los intereses evidentes de quienes más tienen; a costa, no pocas veces, de esa sobreexplotación  laboral con la que habría que acabar, pero, ay, cómo les duele.

Son dos botones de muestra. Pero hay más, muchos más. En campaña, el PSOE es de izquierdas y promete maravillas transformadoras. En el Gobierno se vuelve moderado y apenas llega a ejecutar reformas que perfectamente podría firmar, la mayor parte de las veces, la derecha montaraz que tiene enfrente. Y así van cuarenta y tantos años. ¿Cómo es posible, entonces, que la buena gente que aún milita en el PSOE siga aceptando semejante esquizofrenia? ¿Y los millones de votantes, que desde luego no son potentados, ni de los de arriba, ni siquiera clase media alta? ¿Cómo se posible que sigan pensando que para detener el paso a la derecha no hay opción mejor que ese partido, tan reacio a modificar lo que ha hecho antes la derecha, tan proclive a someterse a los deseos de los potentados, de los de arriba y de las clases superiores? ¿No es hora de ir dejando atrás una organización fallida y disonante?

Ojo: Sé que eso no sucederá sin tener antes una alternativa sólida, atractiva y viable. Pero es que creo que la habrá, casi siempre hay alguna. Es una cuestión de valor, de osadía y de coherencia. Venga, socialistas: os merecéis algo mejor. Y lo podéis tener.

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