El laboratorio de Wuhan y la investigación de doble uso: científica y militar

La fuga del laboratorio de Wuhan ha avivado la controversia sobre la «investigación de doble uso», en la que las mismas técnicas científicas pueden tener un propósito militar o de biodefensa

18 de Abril de 2025
Actualizado el 21 de abril
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Wuhan 02
El WIV, en Wuhan

Desde el inicio de la pandemia de Covid‑19, el origen del virus parece encaminado a la fuga de laboratorio. A lo largo de los años se han debatido distintas teorías sobre si se trató de un salto zoonótico, en el que un animal infectado cautivo en el laberinto de puestos de un mercado mayorista en Wuhan dio origen al brote. Aunque, cada vez la evidencia empírica y documental hace ver que se debió a un accidente en el Instituto de Virología de Wuhan, donde destacados investigadores chinos, financiados en parte por el gobierno de los Estados Unidos, manipulaban cepas de coronavirus para estudiar su potencial de contagio en humanos.

Durante los primeros años de la pandemia, la comunidad científica se dividió respecto a la procedencia del virus. La hipótesis del mercado sostiene que el Covid-19 saltó a los humanos a partir de un animal infectado, en condiciones de hacinamiento y bajo normas de bioseguridad cuestionables, en uno de los mercados de Wuhan. Esta teoría se apoya en estudios epidemiológicos que vinculan a varios de los primeros pacientes con actividades comerciales en dicho entorno.

Por su parte, la hipótesis del laboratorio propone que el virus se escapó de un laboratorio donde se realizaban experimentos de recombinación o manipulación genética con coronavirus, lo que lo habría hecho más capaz de infectar a los humanos. En este sentido, los documentos señalan que destacados investigadores de la región estaban realizando estudios con cepas de coronavirus, financiados en parte por organismos internacionales, lo que ha avivado la controversia sobre la «investigación de doble uso», en la que las mismas técnicas pueden tener un propósito militar o de biodefensa.

La falta de pruebas concluyentes –sumada a una supuesta falta de colaboración de algunas autoridades chinas en la recopilación de datos– ha convertido esta cuestión en un terreno fértil para teorías, especulaciones y tensiones internacionales.

El intervencionismo político

Diversos actores políticos tomaron cartas en el asunto. El senador republicano Richard Burr, reconocido por su trabajo en temas de biodefensa, decidió actuar ante la incertidumbre y la inercia en la investigación.

En junio de 2021, con los esfuerzos por conocer la verdad prácticamente paralizados en el ámbito internacional, el senador Burr reclutó al doctor Robert Kadlec, ex subsecretario de Preparación y Respuesta en Salud y Servicios Humanos (HHS) durante la presidencia de Donald Trump, para conformar un equipo multidisciplinario que examinará las principales hipótesis sobre el origen del Covid-19. En el prólogo de su informe provisional, Burr manifestó:

«Mi objetivo final con este informe es brindar una imagen más clara de lo que sabemos, hasta ahora, sobre los orígenes del SARS‑CoV‑2 para que podamos continuar trabajando juntos para estar mejor preparados para responder a futuras amenazas a la salud pública».

Burr es reconocido como un republicano moderado, e incluso en un contexto polarizado llegó a votar a favor de condenar a Donald Trump en el juicio político por el asalto al capitolio del 6 de enero de 2021, lo que atestigua cierta separación de la línea partidaria tradicional en temas de seguridad y salud pública. Su larga trayectoria en temas de biodefensa (incluyendo su papel fundamental en la aprobación de la Ley de Preparación para Pandemias y Todos los Peligros en 2006) le confería una experiencia y credibilidad para investigar los orígenes del coronavirus.

El actor clave

La elección del doctor Robert Kadlec para liderar el equipo de investigación sobre los orígenes del Covid-19 fue, en sí misma, motivo de debate. Kadlec, exsubsecretario del HHS y veterano de la Fuerza Aérea, sirvió bajo gobiernos republicanos y demócratas, lo que lo posicionaba como un profesional experimentado en temas de biodefensa y preparación ante emergencias. Su historial incluye experiencias en escenarios tan complejos como el despliegue en Irak en 2003, donde se involucró en desacreditar afirmaciones infundadas sobre laboratorios móviles de armas biológicas. Estos antecedentes lo han hecho figura de referencia en el manejo del «lado político» y el «lado de la ingeniería» que forman parte inherente de la gestión de emergencias.

A pesar de su experiencia, Kadlec también estuvo en el ojo del huracán. En febrero de 2020, durante sus funciones en el HHS, permitió el regreso de estadounidenses enfermos de un crucero, decisión que desencadenó la furia de Trump, quien amenazó con despedirlo por aumentar el recuento de casos domésticos de Covid‑19. La situación se agudizó cuando Rick Bright, un alto funcionario que se convertiría en denunciante, acusó a la administración Trump de politizar la respuesta a la pandemia, señalando además que Kadlec degradó a Bright en represalia y utilizó fondos federales para favorecer contratos a compañías farmacéuticas amigas.

Estas polémicas no detuvieron a Kadlec, quien en el contexto de la investigación sobre el origen del virus adoptó una visión influenciada en parte por su experiencia previa en la investigación de desastres complejos, como se evidenció en su estudio sobre el desastre del transbordador espacial Columbia de 2003.

En la conformación de su equipo, Kadlec recurrió a recursos tanto del Departamento de Estado –prestándole a un epidemiólogo veterinario– como a contactos personales. Uno de esos contactos fue Reid, un analista que fue asignado a la oficina del entonces senador Marco Rubio (ahora secretario de Estado) para temas de política de China y que se integró al equipo por su capacidad para «buscar pistas en lugares donde un científico típico no lo haría». Así, el equipo liderado por Kadlec se configuró como un cruce de experticia en virología, epidemiología y temas de biodefensa, con la misión de investigar uno de los enigmas más complejos de la salud pública moderna.

Batalla científica

A pesar de la presión política y las polémicas personales, la cuestión del origen del Covid-19 es un problema eminentemente científico. Las investigaciones iniciadas revisaron tanto la hipótesis del origen zoonótico y como la del accidente de laboratorio.

El Grupo Asesor Científico para los Orígenes de Nuevos Patógenos de la OMS expresó en su revisión de junio de 2021 que ambos escenarios seguían «sobre la mesa» y requerían una investigación mucho más profunda. Esta postura dejaba en claro que, pese a los múltiples estudios y debates, aún no se contaba con pruebas que permitan asentir a una única conclusión. Las diferencias entre el origen de mercado y un accidente en laboratorio no solo tenían implicaciones científicas, sino que también influían en las relaciones geopolíticas y en la manera en que se manejen futuras crisis sanitarias.

En este contexto, el informe del senador Burr y liderada por Kadlec, al que Diario16+ tuvo acceso, adquiere relevancia, sobre todo por los informes actuales. Su objetivo, según lo expresado en el prólogo del documento, es ofrecer «una imagen más clara de lo que sabemos, hasta ahora, sobre los orígenes del SARS‑CoV‑2», lo que ayudaría a establecer las bases para estar mejor preparados ante amenazas similares en el futuro. La urgencia de esta investigación se justificaba en la necesidad de aprender de los errores y las lagunas que han marcado la respuesta global a esta pandemia.

Repercusiones políticas

Diario16+ publicó su reportaje en un momento en un momento en que el debate sobre el manejo de la pandemia se encontraba profundamente politizado. La participación de figuras como el senador Burr y el doctor Kadlec, ambos con un largo historial en la gestión y supervisión de temas críticos de salud nacional, provocó tanto respaldo como críticas.

Esta situación ha llevado a que la investigación del origen del Covid-19 se convirtiera en un escenario de confrontación entre intereses políticos y la necesidad imperiosa de claridad científica. Mientras los adversarios políticos veían en estas maniobras una oportunidad para denunciar errores en la gestión de la pandemia, otros sectores insistían en la importancia de mantener el enfoque en la búsqueda de la verdad, sin dejar que el debate se transforme en un instrumento de confrontación partidaria.

En medio de estas disputas, la transparencia resulta fundamental. Los críticos señalan que, para evitar teorías conspirativas que carecen de fundamento y para recuperar la confianza de la ciudadanía, era imprescindible que se hicieran públicos los datos completos y se facilitara el acceso a los informes técnicos. Solo de esta manera se podría evaluar con rigor el camino que condujo al brote del Covid-19 y establecer medidas efectivas para prevenir futuras pandemias.

El desafío que plantea esclarecer el origen del virus trasciende el ámbito político y se convierte en una necesidad vital para la salud global. Conocer la fuente del virus permitiría no solo comprender mejor sus mecanismos de transmisión y evolución, sino también diseñar estrategias más eficaces para evitar o mitigar futuros brotes. En este sentido, la investigación del doctor Kadlec y su equipo se insertó en un marco más amplio que buscaba transformar el conocimiento científico en políticas públicas que priorizaran la prevención y la respuesta rápida ante amenazas biológicas.

La historia de la pandemia ha demostrado que el mundo interconectado de hoy requiere respuestas rápidas y coordinadas. Aprender de los errores del pasado y optimizar los protocolos de investigación y respuesta no es solo una cuestión de eficiencia, sino una obligación ética para proteger a la población mundial. La integración de equipos multidisciplinarios, como el conformado bajo el liderazgo de Kadlec, es un ejemplo de la necesidad de romper silos y combinar conocimientos en virología, epidemiología, ingeniería y política.

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