Carnaval y censura: Herejías variadas, lo personal es político y la autocensura actual
13
de Febrero
de
2020
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“Que empezó con un pesebre/ de pastores y romanos/ y ahora tienen montao un peazo negocio en el Vaticano”, así terminaba una de las letrillas de un grupo de chirigoteros tachados de irreverentes por los sectores más reaccionarios de Cádiz en 1986, que participaron en el concurso de coplas del Carnaval con el nombre de “Los Tontos del Capirote”.Su relato lo recoge, Javier Osuna García, en El periodismo en tiempos de Carnaval (1763-2005) donde adelantaba que, nueve años después de muerta la Dictadura y “cinco de que los fantasmas golpistas habían dejado oír el ruido de sables en el hemiciclo del Congreso de los Diputados”, una agrupación “de marcado corte anticlerical irrumpía en la escena para satisfacción de aquella población más progresista y horror de los sectores más conservadores y religiosos”.“Los Tontos del Capirote” se enfrentarían a una serie de boicots como consecuencia de su sacrilegio carnavalesco. La encargada de tirar la primera piedra fue la Junta Oficial de Cofradías, presidida por Rafael R. Corbacho, que envió un oficio disuasivo al consistorio gaditano, con fecha de 6 de febrero de 1986, donde se recogía, según expone Osuna, “un acuerdo en virtud del cual se mostraba el profundo malestar y la protesta, en nombre y representación de las Hermandades y Cofradías de la capital y la Diócesis, por entender que la chirigota trataba a la jerarquía eclesiástica, y a la propia Iglesia Católica, con absoluto desprecio”.Ante semejante situación, la prensa escrita recogió el acontecimiento a tenor de sus líneas editoriales. Como explica Osuna, por un lado estaba el sector de periodistas jóvenes y progresistas que llegaron a movilizarse para crear una plataforma de protesta y apoyo a la agrupación; por otro, la veteranía del oficio arremetió con numerosos artículos contra la agrupación. Sin embargo, lo mejor estaba aún por llegar y venía con una cruz bajo el brazo.La emisora de la Confederación Episcopal (COPE) decidió, casi por acto de epifanía, que el día que actuara la agrupación en el Falla se cortara la emisión por el bien de los oyentes. No obstante, el autor apunta a que “la cosa no tendría mayor transcendencia si no fuera por que se trataba de la primera vez que se conculcaba la libertad de expresión por motivos ideológicos en cuarenta años de radio y concurso”, además de faltar a la verdad y achacarlo a un fallo técnico. Así, el 27 de enero de 1986, con un despliegue policial sin precedentes, se registraron bolsos a la entrada del Gran Teatro Falla y, según relata Osuna, “el mismo funcionario del Gobierno Civil que un día antes había desmentido a Diario de Cádiz la descalificación del grupo dijo el primero que tire algo contra la agrupación duerme esta noche en Puerto 2”. Esto daría sentido a que las aproximadamente sesenta localidades adquiridas por los cofrades, en las primera filas, permanecieran vacías durante la actuación, confirma el autor.A pesar de las numerosas quejas y cartas al director publicadas en el Diario de Cádiz, la agrupación actuó aunque tuvo que ser escoltada a su salida del templo del carnaval gaditano. Lo que la COPE no esperaba con su corte de emisión es que la propia chirigota le dedicara una letrilla en semifinales que recoge Osuna en su libro: “…Desde las mismas alturas/ enviaban sin parar/ telegramas ordenando/ a la Radio Angelical/ que cortasen la emisora/ que san Pedro se incomoda/ pero, después de tó/ se rieron a tope/ y les van a regalar/ un mojón para la COPE”.
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