La Cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo (FFD4) pone sobre la mesa un mensaje clave: apoyar a los países más vulnerables no es sólo un acto de solidaridad, sino una firme apuesta por el multilateralismo, además de una inversión en estabilidad y seguridad global.
Cada aportación, acuerdo o reforma sobre la financiación para el desarrollo reduce conflictos y crisis humanitarias, además del impacto económico en el resto de los países. Por ejemplo, cada dólar invertido en la reducción del riesgo de catástrofes ahorra hasta 15 dólares en la recuperación posterior.
Por eso es necesario que la financiación llegue a aquellos países que más lo necesitan. Y es que según el informe de 2022 de la Financiación multilateral del desarrollo de la OCDE el 70 % de los recursos va a países de renta media y sólo el 30 % llega a los más pobres.
Laura Munoz, responsable regional en el Fondo para el Desarrollo del Capital de la ONU (UNCDF por sus siglas en inglés) en África del Oeste y Central y América Latina y el Caribe, explica algunas claves antes de partir hacia la Conferencia en Sevilla.
¿Por qué tenemos que dar dinero a otros países?
Mi mensaje es muy poderoso. Estamos ayudando al que más lo necesita, a los países en desarrollo, que realmente carecen de recursos para las necesidades más básicas. Pero, y esta es la parte en la que quiero apelar a todo el mundo, desde un punto de vista pragmático, es fundamental que apoyemos a otros países porque vivimos en un mundo conectado.
Lo que ocurre en una zona va a afectar a todos, como puede ser España y la Unión Europea. Y hay temas que nos preocupan a todos porque están tan conectados. La migración, el extremismo o las pandemias. Un virus no entiende de fronteras que le pongamos. Y si hay países pobres que no tienen recursos para campañas de prevención, para hacer un seguimiento adecuado, entonces nos afecta a todos. La cooperación al desarrollo es un instrumento eficaz para apoyar que determinados temas que son fundamentales.
Buscando soluciones en la inversión y en el diseño del sistema
¿Qué es la arquitectura financiera?
La arquitectura financiera incluye instituciones y reglas que guían el sistema financiero para apoyar el desarrollo. Se habla mucho de que necesita una reforma. Si te hablo de África, el 80 % de la financiación que va dirigida a startups, a emprendimientos o a energías renovables, por ejemplo, se concentra en únicamente cuatro países: Nigeria, Egipto, Kenia y Algeria de los 54 que tiene el continente africano.
Si hablamos de tecnología agrícola, según el 90 % se concentra en tres países, que por supuesto son los mismos. Además el 70 % de los préstamos bancos de desarrollo va a países de ingresos medios, que es fantástico, mientras que los que más lo necesitan reciben sólo el 30%.
Algo no funciona. Las instituciones financieras no prestan más a los países más pobres debido a su modelo de negocio, que depende de los fondos prestados en el mercado de capitales. Esto les obliga a ser conservadores en sus inversiones.
El Fondo de Desarrollo del Capital de la ONU (GNUDS) soluciona esto al recibir donaciones, lo que le permite asumir más riesgos y financiar proyectos en países necesitados. Este tipo de problemas estructurales serán abordados en la conferencia de Sevilla, buscando soluciones no solo en la inversión, sino también en el diseño del sistema.
¿Y cómo vemos en la práctica el uso de la arquitectura financiera en la financiación de la cooperación al desarrollo?
Por ejemplo, en Benín existe una red de escuelas infantiles públicas que no sólo cumplen una labor de que los niños puedan comer mientras los padres están trabajando, sino que es una labor incluso de seguridad alimentaria. Es posiblemente la única comida nutritiva que coman esos niños a lo largo de todo el día. Y el gobierno se dio cuenta de que el 80 % de la comida la importaban de otros países, lo cual tiene un coste muy elevado.
Entonces lanzaron proyecto para sustituir importaciones y fomentar la producción local. Así que empezaron a colaborar con el Programa de Alimentación Mundial pero les faltaba financiación y su calendario de pagos era de 18 meses, mientras que los bancos locales solo ofrecían préstamos a 6 meses.
El Fondo de Desarrollo del Capital de la ONU intervino ofreciendo un aval a los bancos para extender los préstamos a 18 meses, cubriendo el 35% de las posibles pérdidas. Este modelo de aval, con un piloto de 500,000 dólares, permitió que los niños tuvieran comida nutritiva al día. Además, el dinero de los donantes se reutiliza y si todo va bien, los créditos se reembolsan y el aval se aplica a más productores locales, multiplicando los recursos disponibles.