En pleno debate sobre el modelo de convivencia, la inmigración y la globalización, en medio de los disturbios y las cazas de migrantes de la extrema derecha en Torre Pacheco, una encuesta internacional de Ipsos ha puesto de relieve que un tercio de los españoles (el 33%) cree que el país sería “más fuerte” si se detuviera la llegada de extranjeros. Esa postura, por encima de la media de los 31 países donde se realizó el estudio, encuentra sin embargo un apoyo masivo entre el electorado de Vox, donde el 71% respalda la idea. Entre los votantes del PP el respaldo alcanza el 39%, mientras que entre los del PSOE se sitúa en un 26% y desciende hasta apenas el 10% en el caso de Sumar.
El estudio, realizado entre el 21 de febrero y el 7 de marzo en entrevistas a más de veinte mil adultos de diversa edad en España y otros 31 países, muestra datos que ilustran un sentimiento proteccionista muy arraigado en amplios sectores de la sociedad y alimentado por discursos políticos que vinculan inmigración con inseguridad económica. No obstante, el sondeo muestra al mismo tiempo que solo un 31% de los españoles considera en riesgo directo su empleo por la presencia de inmigrantes, frente al 56 % entre simpatizantes de Vox, lo que sugiere que el temor es más un recurso retórico que una experiencia extendida.
La encuesta desvela asimismo la fragilidad de los cimientos identitarios. Casi nueve de cada diez encuestados definen al “español de verdad” por el esfuerzo personal y el respeto al trato igualitario, y más de ocho de cada diez destacan el uso del idioma común como elemento aglutinador. En cambio, la filiación religiosa o el lugar de nacimiento (tan presentes en otros países europeos como Hungría o Polonia) quedan relegados a un papel residual en la construcción nacional española. Nada impide, sin embargo, que la extrema derecha utilice símbolos culturales o religiosos para reforzar su atractivo entre votantes más proclives a un discurso excluyente.
El informe de Ipsos dibuja además una sociedad marcada por el pesimismo y la desafección. Más de la mitad de los españoles percibe que la democracia está “rota” (55%) y en “declive” (57%), opiniones que crecen hasta el 84 % y el 81 % respectivamente entre quienes apoyan a Vox. Sorprende que cerca del 40% de los votantes socialistas se alineen en esa posición, lo que demuestra que Pedro Sánchez está desmotivando el voto de la ciudadanía por aceptar los chantajes del independentismo para mantenerse en el poder. Detrás de este desencanto subyace la sensación de que los partidos y líderes políticos no atienden las preocupaciones de la gente corriente (una percepción compartida por el 72% de la población) y que existe una casta privilegiada, ajena al ciudadano de a pie, según cree el 74%.
Sin embargo, las expectativas chocan con la realidad: aunque un 65% respalda la celebración de referendos como fórmula de democracia directa, solo un tercio desea un líder fuerte capaz de “romper moldes”. Ese anhelo de autoridades carismáticas convive con la demanda de transparencia y participación, generando una tensión que, en opinión de los analistas, refleja la “confusión” reinante en otras democracias occidentales.
La coherencia se resquebraja también en materia fiscal. Los españoles reclaman un mayor gasto público en sanidad, educación o atención social, pero un 52% rechaza aumentos de impuestos para financiarlo (una oposición que alcanza el 73 % en el electorado de Vox). Este choque entre necesidades urgentes y reticencias a contribuir económicamente señala la encrucijada de un país que busca respuestas a la vulnerabilidad económica sin asumir el precio de los recursos públicos.
Frente a este panorama, la encuesta de Ipsos deja claro que los discursos ultranacionalistas ya obtienen réditos al apelar a temores y frustraciones, pero que la sociedad española no necesariamente comparte todas sus premisas. El peligro está ahí, la solución también, pero es despreciada por quienes tienen que asumir el riesgo de asumirla.