“El maltrato y la explotación de la naturaleza reflejan una desconexión alarmante entre la humanidad y su entorno”

Alejandra Arévalo se rebela contra la indiferencia que la sociedad muestra hacia la naturaleza en ‘Cuando los árboles pierden las hojas’

Arturo Aguirre
26 de Octubre de 2024
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Alejandra Arévalo

Celia, la protagonista del libro ‘Cuando los árboles pierden las hojas’ (Carola Mía Ediciones, 2024), experimenta cambios emocionales que están intrínsecamente ligados a las estaciones. En su nueva obra, escrita en clave de prosa poética, Alejandra Arévalo se rebela contra la indiferencia que la dinámica social muestra hacia los árboles y la naturaleza en general. Inspirada en la vida que de niña vivió en Murcia junto a su abuela, la también ilustradora y abogada expone en esta entrevista la necesidad que tenemos, como mundo, de no separar progreso tecnológico de permanencia ecológica.

¿En nuestra dinámica arrolladora ignoramos cada árbol que tenemos en el camino?

Sí, sin duda. Vivimos en un ritmo vertiginoso, enfocados en metas inmediatas y, en ese proceso, ignoramos lo que nos rodea, como los árboles, que son testigos silenciosos de nuestras vidas. Los árboles están ahí, observando el paso de las estaciones, pero los olvidamos en nuestra prisa. Mi obra es un llamado a detenerse, observar y conectar con lo que parece invisible, pero que está profundamente entrelazado con nuestra existencia.

¿Qué sientes ante las decisiones políticas económicas que sentencian la vida de los árboles?

Me   produce   una   profunda   tristeza   y,   al   mismo   tiempo,   una   sensación   de impotencia. Los árboles, que nos regalan tanto—oxígeno, belleza y paz—son tratados como recursos económicos, sin considerar el valor esencial que tienen para  el   ecosistema  y  para  nosotros  como   seres   humanos.   El   maltrato   y   la explotación   de   la   naturaleza   reflejan   una   desconexión   alarmante   entre   la humanidad   y   su   entorno.   Mi   libro   busca   que   quienes   lo   lean   sientan   esa empatía por los árboles y se cuestionen su papel en la protección del planeta y en   la   protección   de   nosotros   mismos.   El   libro   es   una   llamada   a   la “autosanación”. A conocerse tal como somos y saber lo vulnerables que somos frente a nuestras decisiones y nuestro entorno.

¿Qué te lleva a crear ‘Cuando los árboles pierden las hojas’?

La   inspiración   surge   de   una   profunda   conexión   con  la   naturaleza   y   una necesidad   de   explorar   cómo   los   ciclos   naturales   reflejan   nuestras propias experiencias  emocionales y espirituales. Celia, mi   protagonista, experimenta cambios emocionales que están intrínsecamente ligados a las estaciones. Los árboles, en su sabiduría silenciosa, son los compañeros de su viaje, y quise escribir una historia que celebrara tanto la resiliencia de los árboles como la del ser humano.

“Vivimos en un ritmo vertiginoso, enfocados en metas inmediatas y, en ese proceso, ignoramos lo que nos rodea, como los árboles”

¿Literatura para quebrar paradigmas?

Absolutamente. La literatura tiene el poder de hacer que reconsideremos nuestras formas   de   vida   y  nuestras   percepciones   sobre el mundo.   En este caso, quise desafiar la idea de que la naturaleza está separada de nosotros, pero a la vez está en nosotros y con nosotros (nos rodea). Los árboles no solo son parte del paisaje; son parte de nosotros, y en ellos podemos encontrar un reflejo   de   nuestra   propia   capacidad   para   superar   la   adversidad.   Mi   obra pretende romper ese paradigma de desconexión y dar lugar a una nueva forma de ver nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos. Tenemos que experimentar nuestro interior para poder ayudarnos a nosotros mismos y, sobre todo, ayudarnos entre todos a estar y vivir en armonía.

¿Hubo un momento de tu vida en que decidiste relacionarte con la naturaleza o creciste con esa cultura?

Desde niña siempre he tenido una conexión especial con la naturaleza. Me críe en casa de mi abuela Carola (de ahí el nombre del sello editorial) en Murcia. Su casa estaba a las afueras. Nos rodeaban los pinos, las moreras, el sonido de las   chicharras   en   verano…   Ahora,   vivo   en   el   campo.   Necesito   sentir   la naturaleza a mi alrededor. Es, realmente, lo que me da vida.

¿El sistema virtual que se levanta no contempla la naturaleza?

El mundo virtual está cada vez más alejado de la naturaleza. Vivimos en un entorno digital que nos desarraiga de lo que es esencial. Es preocupante ver cómo   las   generaciones   más   jóvenes   están   tan   inmersas   en   lo   virtual   que pierden la conexión con lo tangible, con lo que respira y vive. La naturaleza es parte de nuestra humanidad, y este libro intenta ser un recordatorio de que, aunque   avancemos   tecnológicamente,   no   debemos   perder   esa   conexión fundamental, que es la que realmente nos ayudará a entender el planeta y a nosotros mismos. Estas palabras no quieren decir que no piense en que los avances son buenos, claro que lo son, pero también creo que hay una cultura del desarraigamiento de nuestra esencia como parte del planeta y de lo que nos rodea. Es complicado encontrar ese equilibrio entre lo natural y lo virtual.

Si tuvieras que seleccionar un fragmento de tu libro que consideres determinante en el vínculo individuo/naturaleza, ¿cuál sería?

Un fragmento que considero importante se encuentra al comienzo del libro y es este: "Cuando Celia toca la corteza del sauce llorón, apoya su cara en él y,  finalmente, reposa su cuerpo entre las raíces. Siente el sentir de la tierra y la energía del sauce  correr bajo su  cuerpo. Trata de  escuchar lo que  el árbol quiere decirle: su tristeza, como las hojas caídas, solo son una parte de los ciclos   naturales.   Y   que,   una   vez   que   estos   pasen,   ella   también   volverá   a renacer."   Este   pasaje   refleja   esa   conexión   profunda   entre   individuo   y naturaleza,   mostrando   cómo   los   árboles   pueden   enseñarnos   a   superar nuestras propias dificultades.

PORTADA ÁRBOLES
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