La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) ha iniciado esta mañana los trabajos de búsqueda de una fosa común en el cementerio de Villapedre, Navia, Asturias). Busca los cuerpos de Manuel Pérez Méndez, natural de Vigo, concejo de Navia (Asturias); y de José Pérezs González, natural de Bárzana, Navia (Asturias), asesinados por los golpistas de la zona el 12 de agosto de 1936.
Los trabajos han sido solicitados por las familias de las dos personas asesinadas por los golpistas el 12 de agosto de 1936. La ARMH los lleva a cabo con sus propios recursos económicos y la dedicación de voluntarios, porque se opone al modelo de subvenciones del Gobierno y algunas comunidades autónomas “porque los derechos humanos no se subvencionan; los derechos humanos se garantizan”.
Historia de la fosa de Villapedre
La investigación histórica ha sido llevada a cabo por Xosé Miguel Suárez Fernández y, concretamente, gracias a su libro “Como augua de torbón. Guerra civil y represión franquista el estremo noroccidental de Asturias”.
Manuel Pérez Méndez “El pequenu” nació el 1 de septiembre de 1905 en Vigo (Navia). El 27 de febrero de 1927 contrajo matrimonio con María Natividad Méndez García, “Tiva,” con la que tuvo cuatro hijos y una hija: Laureano, José, Manuel, Fabricio y Beatriz. Sindicado en la UGT, ayudó en las labores de vigilancia y requisas de armas en los días posteriores al golpe de Estado. Él era de Ca’l Gatu y le llamaban el Pequenu. Aunque Tiva nunca habló con los hijos de aquellos días trágicos, llegaban frases sueltas y comentarios de vecinos que muchos años después les ayudaron a reconstruir la historia.
José Pérez González nació el 20 de diciembre de 1905 en Bárzana (Navia). El 17 de enero de 1931 contrajo matrimonio con Julia Pérez Méndez con la que tuvo una hija llamada Berta. Julia, la mujer de Pepe, fue a la carnicería de a Veiga y oyó tiros. Al volver a Bárzana y preguntar, le dieron la noticia y se desmayó. Quedaba viuda con una hija de siete años, Berta, y le costó salir adelante. Puede dar una idea del miedo y el silencio en la familia el dato de que los nietos siempre pensaran que al abuelo lo mataron y lo enterraron en el monte. Un hermano de Pepe más joven, Ángel, estuvo años escondido en el desván de la casa. A su hermana Ramira la obligaban todos los días a personarse en el cuartel de Navia a declarar. La presionaban de esta manera para que confesara dónde estaba su hermano. En algún registro casi lo cogieron y tuvo que escapar para un maizal. También se escondió en el desván de Severo en las Cañosas, hasta que éste hizo gestiones para que se pudiera entregar sin consecuencias. Al salir, decidió marchar para Santander y nunca volvió, excepto para el entierro de Ramira, que tanto pasó por él.
Los primeros días después de que el lugar cayera en poder de los rebeldes, Manuel y Pepe decidieron esconderse en el monte. Un vecino de Villapedre contó a la familia el recuerdo del día que los encontró escondidos comiendo una hogaza de pan en la Cuesta Regueral. Les avisó del peligro y les dijo que era mejor que se marcharan. «¡Se nun fixemos nada!», contestaron ellos. El día 12 de agosto llegó una cuadrilla a Ca’l Gatu, no se sabe si falangistas, guardias o soldados. Venían por Manuel. Sabía que lo iban matar. También detuvieron a otro vecino, Vicente Suárez García, de Ca’l Grillu de Villapedre. Parece ser que los llevaban al Pinar, un paraje cercano. Desde una ventana, la madre de Vicente gritaba que los dejaran. Le imploró al cura que no mataran a su hijo delante de ella y los asesinos decidieron dejar su muerte para después.
A la derecha de la puerta del garaje mataron a Manolo y a Pepe. Todavía se ven en la pared las marcas de los disparos. Después de matarlos, se pusieron a quitarle a uno de los dos cadáveres las botas nuevas que llevaba calzadas. «¡Por favor! ¡Inda ye queréis quitar las botas!», les dijeron algunos. La muerte de Vicente está registrada a las cuatro de la tarde de ese día en el Registro de Ḷuarca, donde, dicen en la anotación, fue enterrado en el propio cementerio de Luarca.
Los cuerpos de Manuel y José fueron enterrados por Xuan del Ríu, que cavó un agujero en la parte civil del cementerio y que llevó los cuerpos allí con ayuda de su hijo, Arturo, y otro chaval. Los acarrearon en unas angareñas hasta allí.