José Antonio Gómez, director adjunto de Diario16, se ha convertido en uno de los periodistas más implicados en la lucha contra los abusos que la banca perpetra contra el pueblo español y que tanto la Justicia como los políticos de todas las ideologías permiten. La implicación, las noticias y las denuncias publicadas por Gómez en Diario16 llegaron a provocar que un grupo de afectados reclamaran que se le concediera el Premio Princesa de Asturias de la Comunicación.
Sin embargo, la actividad periodística de José Antonio Gómez no se circunscribe sólo al ámbito financiero, sino que sus análisis políticos son de una gran profundidad por el conocimiento que tiene de las diferentes ideologías y de la gestión política, siempre desde una perspectiva progresista y de denuncia de las deslealtades ideológicas que determinados políticos de la izquierda perpetran para favorecer a las élites.
José Antonio Gómez publicó en el año 2016 el primer libro sobre Pedro Sánchez y su conocimiento de la personalidad y liderazgo político del actual presidente del Gobierno le hacen tener una visión muy crítica a la gestión que el actual Ejecutivo está haciendo en todos los ámbitos, una gestión que, a su entender, «es demasiado deficitaria porque se están perdiendo oportunidades históricas de aplicar la justicia social que Sánchez debería tener tatuada en cada una de sus acciones».
El libro está yendo muy bien, ha llegado incluso a colocarse como el más vendido a nivel mundial en la categoría de Economía en Amazon, ¿le ha sorprendido la acogida que está teniendo?
La verdad es que en algunos sentidos me he sentido abrumado. Sin embargo, lo que más me ha hecho sentirme pleno es en la reacción de los afectados por el IRPH. Uno de ellos me dijo, y te lo leo literalmente [lee un mensaje en su móvil] que «jamás podré agradecerte todo lo que has hecho por todos nosotros». Yo no hice nada más allá de mi trabajo, pero, al parecer, ese trabajo ha tenido mucha importancia para mucha gente y eso es reconfortante.
Por mucho que usted lo niegue, usted está considerado como uno de los máximos responsables de la visibilidad que ha logrado el asunto del IRPH, ¿cómo ha sido posible que se haya permitido un golpe de la banca al pueblo valorado en más de 40.000 millones de euros?
Para entender la gravedad de lo que los bancos han hecho con el IRPH, hay que compararlo con otro caso que causó mucho revuelo: las cláusulas suelo. La factura que la banca tuvo que pagar a los afectados no alcanzó siquiera los 10.000 millones. Es decir, que la presunta estafa del IRPH lo multiplica por cuatro. Algo así sólo puede ser posible con la connivencia del poder político y, sobre todo, del judicial.
Pero, ¿qué tiene el IRPH respecto a otras cláusulas para que la banca haya cobrado 40.000 millones de más a los afectados?
El IRPH, a diferencia de otras cláusulas abusivas, es un índice oficial. Sin embargo, está demostrado que es absolutamente manipulable por las propias entidades financieras. El propio Banco de España reconoció en una declaración judicial que cada entidad financiera tenía la capacidad de influir en el resultado del IRPH aumentando los intereses aplicados por ella, y que la magnitud de su influencia podía calcularse con precisión matemática. En concreto, el supervisor reconoció que, en el cálculo de este índice, al tratarse de una media simple, todas las entidades tenían el mismo peso específico. Se citó el caso de la entidad más pequeña, de ámbito local y sin ninguna relevancia en el conjunto del mercado financiero, y la más grande, con un volumen de negocio 600 veces superior, y se reconoció que su peso en la media era exactamente el mismo.
Por tanto, si es un índice oficial que se aplicaba en las hipotecas que vendían esos mismos bancos, es normal que, una vez que el Euribor empezó a bajar, la banca vendiera hipotecas referenciadas al IRPH porque podían influir en que el interés fuera mucho mayor. Es la versión española de la manipulación del Líbor a nivel internacional, algo por lo que los bancos más grandes del mundo han sido sancionados con multas de varios cientos de millones de euros. En España, sin embargo, tanto el gobierno de Rajoy como el de Sánchez, en vez de defender a los afectados por la banca, han puesto los recursos públicos para defender a los bancos.
¿Cómo es eso posible?
Cuando el IRPH llegó al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, España se personó en contra de los afectados y para defender los intereses de una entidad bancaria. Había mucho miedo, sobre todo después de que la Comisión Europea y el Abogado General del TJUE determinaran que se trataba de una cláusula abusiva. Ese miedo se amplió cuando Goldman Sachs, que no es sospechoso de ser un organismo anticapitalista, cifró el impacto en la banca del IRPH: 44.000 millones de euros. Por eso, cuando en 2019 se celebró la vista en la Gran Sala de Luxemburgo, la abogada del Estado español, la señora María José García Valdecasas-Dorrego, utilizó los mismos argumentos que los abogados de la entidad financiera para defender que el IRPH no era abusivo en contra de lo indicado, no sólo por la defensa de los afectados, sino por la propia Comisión Europea. En la Gran Sala del TJUE se vio el triste espectáculo de una representante del Estado español, pagada con dinero público, defendiendo a la banca y enfrentándose abiertamente tanto a los jueces europeos como a los representantes de la Comisión. La señora García Valdecasas-Dorrego llegó, incluso, a afirmar que, si se declaraba finalmente como abusivo el IRPH, no se aplicara retroactividad para que los afectados no cobraran lo que los bancos ya les habían cobrado de más porque eso afectaría al sistema financiero. Esto ocurrió cuando Pedro Sánchez ya era presidente. Rajoy personó a la Abogacía del Estado en contra del pueblo y Sánchez lo permitió.
Eso no es lo propio de alguien que se declara socialista, ¿no cree?
Totalmente de acuerdo. El problema está en que una parte del PSOE ya está imbuida de la falsa premisa de que hay que defender a los bancos por encima de lo que sea. Y Sánchez, que no lo olvidemos, fue miembro del Consejo de Administración de Cajamadrid, no es una excepción. No retiró a la Abogacía del Estado del caso del IRPH nada más llegar a la Presidencia, a pesar de que se le presentó una PNL en el Congreso de los Diputados para que lo hiciera. Una vez que el Supremo dictó una sentencia ilegal, retorciendo la ley para evitar que los bancos tengan que devolver 44.000 millones de euros, y llegaron dos nuevas cuestiones prejudiciales al TJUE, EH-Bildu presentó en la Comisión de Economía otra PNL para instar al Gobierno de Sánchez que no presentara a la Abogacía del Estado a defender a la banca. El PSOE votó en contra y justificó su posición contraria a la ideología socialista en cuestiones procedimentales. Ni un argumento válido, sólo excusas. ¿Esto es lo que tiene España? ¿Un partido que se llama socialista pero que, en realidad y salvo excepciones contadas, se ha convertido en una cuadra de socioliberales defensores de los privilegios de las élites?
En el libro, usted es muy duro con la Justicia…
Hay que decir que no todos los jueces están corrompidos ni están dentro de esa especie de hermandad que tiene como único objetivo que la Justicia sea sólo justa para los bancos. En el caso del IRPH no hay más que ver, por ejemplo, al magistrado Francisco González de Audicana, que fue el responsable de que el caso llegara a Europa y de que, tras la vergonzosa sentencia del Supremo, los millones de víctimas aún tengan esperanza de recuperar el dinero que se les cobró de más. Al ser un juez íntegro, que no podían controlar con prebendas, la banca decidió recursarle para apartarle del caso. Por suerte, continuó al frente.
No me puedo olvidar de la magistrada Carmen Robles, quien no dudó en elevar otra prejudicial relacionada con un caso de IRPH en un auto muy duro en el que no dudó en poner en negro sobre blanco lo que todo el mundo sospecha: que el Supremo español trabaja para favorecer los intereses de los bancos.
Sin embargo, y por desgracia para España, son demasiados los jueces que en instancias superiores no dudan en retorcer la ley para evitar que los bancos paguen por sus delitos. En el IRPH hay sentencias en las que se da la razón a la banca vanagloriándose de incumplir con lo señalado por el TJUE, como ocurrió con la Audiencia Provincial de Sevilla, o el caso del magistrado Fernández Seijo quien participó en un acto organizado por los abogados de la banca que le trataron de «amigo». Por cierto, Fernández Seijo fue propuesto por el PSOE para ser vocal del CGPJ, otro ejemplo de coherencia ideológica en la época Sánchez.
Esto sólo con el IRPH, pero tenemos otros ejemplos como el reciente del juez Pedraz en el que, a pesar de que los informes periciales del Banco de España señalaban la existencia de una estructura para blanquear capitales del Santander y HSBC, no dudó en sobreseer la causa nada más tomar posesión de su nuevo juzgado de la Audiencia Nacional.
Lo mismo podríamos decir del Caso Popular, del que tú conoces más que yo, en el que, a pesar de las pruebas evidentes publicadas por Diario16, aún no se ha tomado ninguna decisión a la hora de anular el acto de la resolución. No en vano, un amigo de Pedraz, Fernando Andreu, no realizó instrucción alguna, según denunció el exjuez Elpidio Silva en una entrevista publicada por Diario16. Eso retrasó la instrucción. Menos mal que llegó el magistrado Calama Teixeira quien, a priori, se encuentra en el bando de «los buenos» y está instruyendo esta causa de manera diligente. Sin embargo, la decisión final está en la Sala de lo Penal, donde ya se habla en otro idioma, tal vez, más bancario que jurídico, como se pudo comprobar con la implantación de la «Doctrina Botín II» y se salvó de la imputación al Santander saltándose, incluso, artículos del Código Penal.
¿Y los afectados por el IRPH? En el libro hay testimonios durísimos de lo que han sufrido…
De lo que han sufrido y están sufriendo. Las víctimas del IRPH, las asociaciones, las plataformas, todos me han abierto sus puertas y, en el caso de las personas, sus corazones. No quiero dejar a ninguno pero, evidentemente, no los puedo mencionar a todos. Sin embargo, no me puedo olvidar de Loli, la cortadora textil de Alcoy, cuyo testimonio fue el inicio de mi trabajo sobre el IRPH.
Por otro lado, como bien dices, he recibido testimonios durísimos que me han llevado a cruzar emociones muy profundas. Jamás olvidaré a la familia con un hijo con discapacidad que, ante las amenazas de desahucio por impago de una hipoteca con IRPH, no dudaba en afirmar que antes se pegaba un tiro o se ahorcaba antes de ver a su hijo en la calle. Tampoco me puedo olvidar de otra familia que, al subirles tanto la hipoteca, se vieron imposibilitados para pagar el tratamiento médico de una hija.
A muchos les vendieron las hipotecas en terrazas de bar o los directores les apremiaban para firmar en la notaría. A otros les dijeron que la hipoteca no les iba a subir o que el IRPH era más estable que el Euribor, todo ello, evidentemente, sin mostrar ni un papel ni una previsión o una comparativa. Nosotros publicamos un documento en el que se demostraba que todo se hizo sin transparencia alguna y, en consecuencia, el IRPH es abusivo, por más que el Supremo diga lo contrario.
Cambiando de tema, ¿cómo valora la situación política actual?
España está en manos de un irresponsable y, como tal, la situación no puede ser buena. Pedro Sánchez es el mejor ejemplo de cómo un político puede corromper una ideología en la que no cree. La corrupción de Pedro Sánchez es mucho peor que la del Partido Popular. Se trata de una corrupción ideológica y, en consecuencia, lo que se están traicionando son conceptos morales, éticos y políticos. Un líder que se autodefine como «socialista» no habría permitido tener a una ministra como Nadia Calviño que es el «Pepito Grillo» del IBEX en el Consejo de Ministros. Un socialista de verdad la habría cesado después de haber entregado de manera definitiva al Popular en las garras del Santander y sin que la Justicia haya tomado una decisión sobre la legalidad de la resolución.
Pedro Sánchez promete mucho, pone esa sonrisa de encantador de serpientes o de seductor que enardeció, incluso, a Ángela Merkel, dice una cosa y luego hace la contraria siempre que favorezca intereses superiores, es decir, los de las élites o los suyos propios.
Cuando llegó a la secretaría general del PSOE en 2014 derrotando al aparato felipista afirmó que lo primero que haría cuando fuera presidente del Gobierno sería derogar la reforma laboral. Ya lleva tres años en la Moncloa y la ley que ha llevado los derechos de los trabajadores a la época de la revolución industrial sigue vigente. Lo mismo podría decir del salario mínimo, del recibo de la luz o de multitud de aspectos que afectan directamente a las clases medias y trabajadoras. Pedro Sánchez promete y luego no hace nada.
Hay que tener en cuenta una cosa: Pedro Sánchez sólo hará lo que favorezca a Pedro Sánchez y marcará los tiempos de tomar decisiones en base a lo que le interese a él, no a la ciudadanía. Eso no lo hace un socialista que honre a esa ideología.
La realidad es que España está perdida, España se convirtió en una democracia pero sin renunciar a la dictadura de los poderosos. Si no hay un partido realmente de izquierdas que frene a las élites, los hombres y mujeres que viven en España están al amparo de los abusos y del yunque de los de siempre. Sánchez es uno más de los cómplices necesarios que utilizan al socialismo como coartada para aplicar una dictadura del capital más dura porque juega con la ventaja moral de decir que es de izquierdas cuando, en realidad, es peor que un neoliberal o un radical de Tea Party.
En su libro sobre Pedro Sánchez usted llega a calificarlo como un líder autoritario. Sin embargo, él no da esa imagen…
Para entenderlo hay que partir de la base de que Pedro Sánchez no es un verdadero líder sino un gestor de la mediocridad. Como tal, sus comportamientos se vuelven autoritarios porque no puede haber nadie a su alrededor que, en primer lugar, supere su figura y, en segundo término, que nadie en un escalafón inferior tenga el valor de llevarle la contraria o decir que está equivocado. Por eso, desde que llegó en 2014 a la primera línea de la política no ha hecho más que traicionar a los más cercanos y purgar a quienes cuestionaban, con razón o sin razón, sus comportamientos. Pasó antes de que le echaran en 2016. Lo sucedido en aquel Comité Federal fue lo mejor que le podía haber pasado al PSOE, si los que llegaron después no hubiesen sucumbido al felipismo más absoluto.
Con eso consiguieron que un paso correcto se transformara en el mayor error del PSOE ha cometido en sus más de 100 años de historia.
El autoritarismo de Sánchez lo hemos visto en la última purga a quienes fueron sus más fieles y leales aliados en el Consejo de Ministros: Carmen Calvo y José Luis Ábalos. No dudó en quitárselos de en medio. Pero también se ha visto en cómo ha ido creando un escenario perfecto para perpetuarse en el poder con reformas estatutarias y reglamentarias que prácticamente le blindan del mismo modo en que el rey está blindado con la inviolabilidad.
Sin embargo, hay otras facetas que lo demuestran. Durante años Sánchez se ha presentado como el gran valedor de la voz de la militancia. No obstante, no ha dudado en incumplir con la voluntad de las bases cuando iba en contra de sus intereses. Lo vimos con la imposición de candidatos en contra de los resultados de las primarias, o cuando, ante un juez, los abogados de Ferraz no dudaron en afirmar que «las primarias no son más que una distracción para la militancia». Ese es Pedro Sánchez, el de verdad, no el de la sonrisa candorosa en las discotecas de Ibiza.
La oposición está reclamando la dimisión de Sánchez y la convocatoria inmediata de elecciones. ¿Cree que Pedro Sánchez debería dimitir?
Rotundamente sí. Sánchez debería haber dimitido hace meses. La última vez en que debió hacerlo fue tras la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estado de alarma.