La inflación no afecta al consumo de cocaína que en un año se ha disparado en un 20%

28 de Junio de 2024
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La demanda y la producción sin precedentes de cocaína y la aparición de potentes opioides sintéticos están agravando el problema de las drogas, provocando un aumento de los trastornos por consumo, la violencia y los daños ambientales, según el Informe Mundial sobre las Drogas presentado por la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

En 2022, se produjo una nueva cifra récord de 2.757 toneladas de cocaína, lo que representa un aumento del 20% respecto a 2021 y el triple de los volúmenes de 2013 y 2014. El cultivo mundial de coca aumentó un 12% entre 2021 y 2022, hasta alcanzar las 355.000 hectáreas.

El auge de la oferta y demanda de la cocaína, gracias a su abaratamiento, ha provocado una escalada de violencia en los estados a lo largo de la cadena de suministro, principalmente en Ecuador y los países del Caribe, y más problemas de salud en los países de destino, incluidos los de Europa Occidental y Central.

La cocaína llega a todo el mundo: más de un 90% de los países han hecho incautaciones que, en total, están en niveles récord de 2.000 toneladas.

Ecuador ha sido testigo de una ola de violencia en los últimos años vinculada tanto a grupos delictivos locales como transnacionales, sobre todo de México y los países balcánicos. Las incautaciones de cocaína y las tasas de homicidio se quintuplicaron entre 2019 y 2022 y las cifras más altas se dieron en las zonas costeras utilizadas para el tráfico de la droga hacia América del Norte y Europa.

En el Caribe, los aumentos en las incautaciones de cocaína también fueron en paralelo con un aumento de los homicidios, en gran parte debido a la creciente competencia entre las bandas criminales de los mercados de drogas.

Mientras que el consumo en Estados Unidos parece estar cayendo, en Europa ha aumentado un 80% desde el 2011, según los análisis de aguas residuales.

Los nitazenos, un peligroso opioide

La aparición de nuevos opioides sintéticos, como los nitazenos, unos opioides más poderosos que el fentanilo, está provocando un aumento de las muertes por sobredosis en América, Europa occidental y Oceanía, y complicando la lucha contra el narcotráfico.

"Son más baratos de producir que la heroína, no se necesitan grandes cantidades para el consumo y tienen un potencial adictivo más alto", según Angela Me, directora de Investigación y Análisis de UNODC.

La expansión de esta sustancia ha coincidido con la prohibición en Afganistán de la producción de opio, que cayó un 95%, y ha dejado a Myanmar como el principal productor.

La UNODC dice que es demasiado pronto para saber los efectos a largo plazo que la prohibición en Afganistán puede tener en factores como la pureza de la heroína, pero probablemente hará que los usuarios prueben otros opioides, lo que podría "llevar a un aumento de las muertes por sobredosis".

La crisis de las sobredosis en América del Norte parece haberse estabilizado desde 2021, tras un decenio de aumentos, pero a nivel global las muertes relacionadas con los opioides se mantienen en niveles históricamente altos

Más consumidores 

En conjunto, el consumo de drogas en el mundo aumentó un 20% en la última década hasta alcanzar los 292 millones de usuarios en 2022.

Aunque el consumo de cocaína es el que más crece, en números totales, el cannabis sigue siendo la droga más usada, con 228 millones de consumidores. Le siguen los opioides con 60 millones, las anfetaminas con 30 millones, la cocaína con 23 millones y el éxtasis con 20 millones. 

Si bien alrededor de 64 millones de personas en el mundo sufren de trastornos por el uso de drogas, sólo una de cada 11 recibe tratamiento. Las mujeres tienen menos acceso al tratamiento que los hombres: solo una de cada 18 recibe tratamiento en comparación con uno de cada siete hombres. 

En 2022, se estima que siete millones de personas tuvieron algún contacto formal con la policía (arrestos, amonestaciones, apercibimientos) por delitos relacionados con las drogas, de los cuales cerca de dos tercios se debieron al uso o a la posesión de drogas para su consumo. Además, 1,6 millones de personas fueron sentenciadas por estos delitos en 2022, aunque hay diferencias significativas entre regiones. 

Las plantaciones de opio ganan terreno a los bosques. | Foto: UNODC

Impacto ambiental

Algunas zonas fronterizas de América Latina y Asia se han convertido en centros neurálgicos de grupos de narcotraficantes que expanden su actividad para abarcar otras formas de delincuencia, como la trata de personas para obligarlas a delinquir y los delitos que afectan al medio ambiente, lo que está dañando los frágiles ecosistemas y repercutiendo negativamente en las comunidades locales. 

Las comunidades desplazadas, pobres y migrantes están sufriendo las consecuencias de esta inestabilidad, viéndose obligadas en ocasiones a recurrir al cultivo de opio o a la extracción ilegal de recursos para sobrevivir, cayendo en la trampa de endeudarse con grupos delictivos o en el autoconsumo de drogas. 

Estas actividades ilícitas también están contribuyendo a la degradación ambiental mediante la deforestación, el vertido de desechos tóxicos y la contaminación química

Más uso de cannabis legal 

Hasta enero de 2024, Canadá, Uruguay y 27 jurisdicciones de los Estados Unidos habían legalizado la producción y venta de cannabis para fines no médicos. 

Según el informe, en Canadá y Estados Unidos, el consumo nocivo de la droga se ha acelerado, como muestran los datos sobre hospitalizaciones y trastornos psiquiátricos. Al mismo tiempo, en algunas jurisdicciones el tamaño del mercado ilegal de cannabis parece estar reduciéndose, y en Estados Unidos el número y la tasa de personas detenidas por delitos relacionados con el cannabis están disminuyendo, aunque continúan al mismo nivel las disparidades raciales. 

El “renacimiento” de los psicodélicos

La investigación sobre el uso terapéutico de sustancias psicodélicas, y el uso en retiros espirituales, viajes y festivales están contribuyendo al floreciente interés comercial y al uso no supervisado, "cuasi terapéutico" y no médico de psicodélicos.

La agencia de la ONU dice que sigue existiendo el riesgo de que los acontecimientos se adelanten a la evidencia científica y de que el establecimiento de directrices para el uso médico comprometa los objetivos de salud pública y aumente potencialmente los riesgos asociados al uso no supervisado de psicodélicos.

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