“Las reflexiones de las personas migrantes y refugiadas me sirven porque aprendo maneras de afrontar las situaciones que nos ofrece la vida”

14 de Abril de 2020
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Migrantes y Covid19

Imaginemos, por un momento, que esta situación de aislamientosocial y de extrañeza nos tocara en mitad de una guerra, hacinadas y hacinadosen un campo de refugiados; que nos tocara pasar este confinamiento junto anuestro maltratador, violador y posible asesino, o huyendo de tu país porcuestiones políticas. ¿Cómo pasaríamos una cuarentena sin agua? Imaginemos, porun instante, que además de tener que hacer el titánico esfuerzo de quedarnos encasa -porque tenemos el privilegio de vivir bajo un techo-, se vulnerarannuestros derechos más básicos y fundamentales. En tiempos de apartamiento y coronavirus, quejarse y expresar lo que llevamos dentro es tannecesario como saludable. Sin embargo, este parón al que nos hemos vistoobligadas y obligados por el bien común, también podría servirnos pararepensarnos y ponernos en el lugar del otro, aunque solo fuese por un segundo.

Y, ¿quién es el otro? Os preguntaréis. Los otros son muchas de las personas invisibles en el Estado español,que cuentan como meras cifras en informes administrativos. Sin embargo, apesar de su invisibilidad, el panorama no es tan desolador, pues son muchas laspersonas encargadas de acompañarlas en este y en otros trámites, motivados porsu condición de solicitantes o beneficiarias de protección internacional. Sonlas personas que comúnmente conocemos como refugiadas.

En 2019, España se situóa la cola de los países comunitarios en materia de reconocimiento desolicitudes de asilo. Los datos de la agenciaEurostat revelaron que uno de cada 20solicitantes (5%), recibieron algún tipo de protección. Además,la Oficina de Asilo y Refugio (OAR),con más de un tercio de los 118.264 solicitantes de asilo provenientes deVenezuela, dio prioridad a sus expedientes para agilizar su sistema desbordado,según informó El País. Así, casi40.000 venezolanas y venezolanos vieron denegadas sus solicitudes en 2019,aunque en torno a un tercio se beneficiaron de autorización excepcional porrazones humanitarias. Por otro lado, demás de 60.000 resoluciones, solo se otorgó el estatuto de refugiado a 1.653personas y se dieron 1.503 protecciones subsidiarias. Según fuentes delMinisterio de Interior y CEAR, los principales países de procedencia de laspersonas solicitantes por orden de número de solicitudes: Venezuela, Colombia,Honduras, Nicaragua, El Salvador, Perú, Marruecos, Siria y Ucrania.

¿Cómo se encuentran estas personas? ¿Cuál es su situación y de quémanera se les acompaña? ¿Qué hay de sus recursos personales para afrontar estacrisis? Hablamos de personas con una gran resiliencia o, dicho de otra forma,con una capacidad de adaptación a la adversidad muy fuerte. Según Lidia Cotes, psicóloga en un programa parapersonas solicitantes y beneficiarias de protección internacional, “estaspersonas son supervivientes y, con mucha probabilidad, esta situación no les vaa quebrar”.

Reflexiones de unapsicóloga COVID-19 positiva desde el confinamiento

“Llevo varias semanas sin contacto social y me quejo, me quejo mucho y a diario. La queja me gusta y me sirve”, comienza Lidia. No obstante, estos días de cuarentena y de aislamiento le han servido para rescatar de su memoria “muchas de las reflexiones que han compartido las personas migrantes y refugiadas con las que trabajo”. Esto también alberga grandes enseñanzas para la psicóloga: “Me sirve porque me recuerda que no he vivido, vivo, ni viviré situaciones de vulneración de mis derechos más básicos y fundamentales. No he sido violada ni torturada en Libia. No he estado secuestrada ni encarcelada injustamente en Marruecos”. Lidia no es “una de las 3000 personas que actualmente viven de manera inhumana e insostenible en los asentamientos de Almería”.  A ella le sirve “porque aprendo maneras diametralmente opuestas de afrontar las diferentes situaciones que nos ofrece la vida”. Como también le sirve para traer a su mente la frase de Paul Steingberg, superviviente de Auschwitz: “Las pequeñas desgracias de la vida cotidiana me resbalan como la lluvia en el parabrisas”.

Hay días en los que estoy triste y lloro mucho, otros en los que siento odio hacia este mundo injusto y todas las personas malvadas que viven en él

Lidia recuerda cómo la semana pasada hablaba con una mujercolombiana solicitante de asilo, que tuvo que huir de su país hace diez meses yque actualmente vive en el centro donde trabaja. “Hacemos seguimiento paraofrecerles acompañamiento emocional, entre otras cosas, porque la situación de aislamiento puede hacer reexperimentar, o no, vivencias traumáticas del pasado”, explica lapsicóloga. Volviendo a la conversación con la usuaria de su centro, Lidia lepreguntaba “sobre su proceso de adaptación en este nuevo escenario de crisis yreflexionábamos juntas sobre el momento presente”. La psicóloga reconoce quesus quejas, como COVID-19 positiva, eran por “no poder oler ni saborear nada ypor esta sensación permanente de cansancio”. Para lo que su interlocutora lerecomendaba que “tomara mucha fruta”, aunque lamentaba que no hubiese tantavariedad como en su país.

El relato de la mujer le hizo recordar a Lidia que “en situacionesde crisis, de exilio, de guerra, puede aparecer de manera simultánea yambivalente miedo, extrañeza, soledad, tristeza, así como valentía, ilusión,ganas de ayudar y compartir, o la necesidad de sentirse parte de algo, de serrecordado”. Sobre esta situación de crisis global, aquella mujer que tuvo quehuir de Colombia hace diez meses, le dijo: “Yoya me siento aislada desde que dejé mi país, esta situación no es nueva parami”. He perdido cosas que amaba y he visto crecer a los míos desde unapantalla… Acepto que he tenido mala suerte. He dejado atrás todo lo que eraimportante para mi. Hay días en los que estoy triste y lloro mucho, otros enlos que siento odio hacia este mundo injusto y todas las personas malvadas queviven en él. A veces, la soledad no me deja hablar porque nadie puedeentenderme y en cualquier intento de expresar mis emociones siento que no lesdoy valor, que las subestimo. Pero también hay días de redescubrimiento de mivida interior, de amor, y de amabilidad conmigo misma”.

Para Lidia, a la que la semana pasada le confirmaron su negativoen coronavirus, “la situación que nos ha tocado vivir, vivir en tiempo cero,supone para muchas personas una quiebra de lo que habitualmente pensamos que esel mundo: un lugar más o menos seguro y agradable donde vivir”. En estecontexto, admite que “nuestra rutina ha cambiado y puede ocurrir que aparezcanreacciones hasta este momento desconocidas y sentir gran preocupación porello”. Y lanza un mensaje alentador desde su confinamiento en el Sur:“Saldremos de esta. Nos adaptamos a esta situación de caos e incertidumbre.Aceptamos lo que viene y de alguna manera, nos comprometemos con la realidadque nos ha tocado vivir”.

Lidia nos cuenta esto porque a ella le sirve y porque cree, “quepuede servirle a otras personas”.

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