A las Trece Rosas las asesinaron por haberse significado, por ser republicanas. Pudieron morir de mil maneras diferentes, pero de todas ellas, sus verdugos eligieron matarlas como mujeres. Como mujeres que cayeron en manos de la barbarie de una ideología desbocada, como mujeres a merced de unos verdugos sin piedad. Ochenta y dos años después, los posicionamientos entorno a la iconicidad de este grupo de mujeres es una evidencia del momento de polarización implantada desde el sistema político español.
John Rawls es uno filósofos más importante del siglo XX. De su producción se nutre buena parte del pensamiento político actual. En la obra de Rawls encontramos alguno de los puntales que hoy parecen innegociables, en la concepción del liberalismo. Creador de conceptos como el consenso entrecruzado y el velo de la ignorancia. Rawls junto a Habermas estructuran la que podríamos denominar como: la versión 2.0 de la razón crítica de Kant.
La despedida de Brisac
El barrio madrileño de Malasaña ya no es lo que era. La gente del barrio dice que ahora se baja para hacer turismo de turistas. Pasear por la Costanilla de San Pablo, es el momento ideal para ir mirando las diferentes maneras en las que los extranjeros que abarrotan las calles vienen a experimentar la libertad de Díaz Ayuso; esa que en lugar de dejar espacios nuevos donde ser en plenitud, deja un olor a meados que marcan las esquinas de un barrio sometido a la gentrificacióncon la que nueva normalidad pretende modernizarnos haciendo lo mismo de siempre. Rawls y Malasaña, Aristóteles y Díaz Ayuso, la libertad de los antiguos y la libertad de los modernos. La libertad como manifestación de la virtud que se decanta desde la creación común y la libertad desde el egoísmo del ser individual.
Posiblemente, Malena García sea una de las personas que más sabe de las historias personales de las represaliadas y los represaliados en España. Es la historiadora de la ARMH y se pasa buena parte de su vida buceando en expedientes de los archivos históricos, hablando con familiares de las personas asesinadas, cruzando historias. En definitiva, dibujando mapas de vidas arrancadas a la vida como ocurrió con las Trece Rosas. Pasear con ella por Malasaña es revivir el momento en el que el camión de los falangistas entró por la calle de la Palma hasta doblar la esquina de la calle dónde vivía la pianista Blanca Brisac, la mayor de las Trece Rosas. Su delito: ser conocida de un músico comunista. En la carta de despedida que Brisac dirige a su hijo la madrugada del día cinco de agosto de 1939, desde la cárcel de mujeres de Ventas, solo le pide que sea bueno con sus tías y que tome la comunión “bien preparado”.
La encrucijada de Rawls
Que nuestros actos puedan ser una ley universal. Sobre esta máxima levanta Inmanuel Kant el ideal de virtud en lo público. A pesar de lo que pueda decir Pablo Casado sobre los que querían ley sin democracia; hoy, ochenta y dos años después de que la operación de limpia social y política llevada a cabo por las leyes despiadadas del régimen franquista; el espacio público parece haber saltado por los aires; dando la razón a Boaventura de Sousa Santos, cuándo dice que la necesidad del político actual de vivir en la confrontación es uno de los problemas que ha llevado a la modernidad a su colapso.
Esta realidad, que en España es el pan nuestro de cada día, coloca a nuestra sociedad ante la encrucijada a la que nos conduce el pensamiento de Rawls: el consenso entrecruzado como base que sustente la evolución del grupo. El velo de la ignorancia como manifestación de la confianza entre posiciones diferentes en el inicio de un camino que se antoja incierto para todos. Lealtad, al fin y al cabo, en la búsqueda del bien común. Algo que, por momentos, parece inalcanzable en el hoy por hoy de la política española.
Blanca Brisac era la mayor de las Trece Rosas, tenía 29 años, era madre y pianista profesional. Hoy, a su edad, la mayoría de las españolas aún no han tenido a su primer hijo, la mayoría de las españolas no se han podido emancipar de sus núcleos familiares; la mayoría de las españolas lucha por sacar adelante una carrera profesional digna, peleando a diario contra las trabas que el sistema patriarcal les impone.
Al final de los años treinta, la política desquiciada del franquismo más criminal puso a trece mujeres frente al paredón. Hoy, la política, que en demasiadas ocasiones parece declarada en disidencia de la realidad; coloca a toda la sociedad frente al muro de la desigualdad y la desesperanza. ¿De verdad podemos pensar que, en España, la memoria es una cosa del pasado?