La inflación desbocada provocada por los juegos de los poderosos, de los que realmente mandan en el mundo, ha reforzado el debate sobre los bajos salarios que se pagan en determinados países y que no van en consonancia con su potencialidad macroeconómica. Esto ocurre en España, por ejemplo, donde, a pesar de ser la cuarta economía de la Unión Europea, los sueldos que perciben las clases medias y trabajadoras son más propios de países subdesarrollados o que están iniciando el camino del desarrollo.
Además de las consecuencias en el presente, es decir, eliminación de posibilidades de crecimiento personal y familiar, además de que los trabajadores son víctimas de la explotación laboral más cruel porque el gobierno no pone los medios para llegar a un pacto de rentas en el que las subidas del salario mínimo sean universales, la exposición a salarios precarios tiene consecuencias muy graves para la salud de las clases medias y trabajadoras.
Así queda reflejado en un estudio publicado por la Universidad de Columbia, una de las instituciones universitarias más prestigiosas del mundo, en el en el American Journal of Epidemiology.
Los empleos con salarios bajos, hasta ahora, se han asociado a resultados de salud como los síntomas depresivos, la obesidad y la hipertensión, que son factores de riesgo para el envejecimiento cognitivo. Sin embargo, ningún estudio había examinado la relación específica entre los salarios bajos durante la vida laboral y el funcionamiento cognitivo posterior.
La investigación de la Universidad de Columbia proporciona nuevas pruebas de que la exposición sostenida a los bajos salarios durante los años en los que tradicionalmente las personas obtienen mayores ingresos se asocia con el deterioro acelerado de la memoria, lo que lleva a estar en riesgo de padecer enfermedades como la demencia o el Alzheimer.
La investigación sobre los efectos de los bajos ingresos en la salud se está ampliando rápidamente. Utilizando los registros del Estudio Nacional de Salud y Jubilación (HRS) de adultos para los años 1992-2016, los investigadores analizaron los datos de 2.879 individuos nacidos entre 1936 y 1941. El salario bajo se definió como el correspondiente a dos tercios del salario medio.
Los investigadores clasificaron el historial de salarios bajos de los participantes en el estudio en aquellos que nunca ganaron salarios bajos, que ganaron salarios bajos de forma intermitente o que siempre ganaron sueldos bajos. Se basaron, principalmente, en los salarios ganados entre 1992 y 2004,y luego examinaron la relación con el deterioro de la memoria durante los siguientes 12 años, de 2004 a 2016.
A raíz de estas indagaciones, descubrieron que, en comparación con los trabajadores que nunca ganaron salarios bajos, los que sí lo hicieron de forma continuada experimentaban un deterioro de la memoria significativamente más rápido en la edad avanzada.
Estas personas con sueldos bajos, además, experimentaron aproximadamente un año de exceso de envejecimiento cognitivo por un período de una década.
Estos hallazgos sugieren que las políticas sociales que mejoran el bienestar financiero de los trabajadores con salarios bajos pueden ser especialmente beneficiosas para la salud cognitiva.