Lasdesgracias nunca llegan solas,apunta el dicho. Que se lo digan a los poco más de 5.000habitantes del pequeño municipio de Nerva,en la milenaria cuenca minera de Riotinto, en Huelva.En los últimos dos años, sobre las maltrechas espaldas de una población con un paro endémico galopante y una masiva emigraciónjuvenil se ha tenido que sobrellevar un pavoroso incendio forestal a suspuertas, unas inundaciones estremecedoras el pasado diciembre y hasta elzarpazo de la pandemia del coronavirus se hallevado la vida de varios de sus vecinos, con una tasa elevada de contagios. Elcolmo ha llegado cuando sus habitantes han conocido detapadillo que el eufemísticamente denominado Centro de Gestión deResiduos Industriales de Nerva y popularmente conocido como vertedero de residuos tóxicos y peligrosos, uno delos más grandes de todo el continente con unas instalacionessaturadas un 300% desde hace años y ubicado aescasos 700 metros del pueblo, ha iniciado en pleno estado de alarmapor la pandemia del coronavirus los trámites administrativos para su ampliación.
Este vertedero seencuentra totalmente saturado y colmatado desde hace años, según vienendenunciando reiteradamente diversas organizaciones ecologistas y formacionespolíticas. Los residuos tóxicos y peligrosos comenzaron a llegar a estasinstalaciones a finales de los años 90 pese a la intensaoposición vecinal y de grupos ecologistas. Los desechos llegaron detodos los puntos de España y también de otros países europeos como Italia, Malta, Portugal o Francia.
Los sucesivos gobiernos socialistas de la Junta de Andalucía respaldaron la puesta en marcha de este polémico vertedero y el actual bipartito del popularJuan Manuel Moreno Bonilla ha mostrado ya su plena disposición a la ampliación de sus instalaciones pese a los continuos incidentes e incendios registrados y las evidencias de saturación y peligrosidad medioambiental para los vecinos de Nerva y de toda la Cuenca Minera, tras constatarse vertidos y filtraciones al río Tinto.
Fractura social deNerva
La fractura socialque se produjo en Nerva entre los que creyeron que este proyecto traeríaaparejado numerosos puestos de trabajo a la zona tras el cierre del milenarioyacimiento minero de Riotinto y los que sólo vieron un peligromedioambiental sigue hoy supurando por la misma herida más de veinteaños después. Pero el tiempo transcurrido ha clarificado una serie de evidencias. Los datos son contundentes si alguienalbergaba dudas aún de los supuestos beneficios económicos que traería paraNerva y el resto de la cuenca minera de Riotinto la puesta en marcha delvertedero. Sólo 39 personas trabajan actualmenteen estas instalaciones que recogen y almacenan residuos tóxicos y peligrosos detodo tipo. De ellos, un importante porcentaje ni siquiera son vecinos delpueblo. Nerva ha registrado el pasado abril una tasa deparo del 22,31% y llegó a rozar el 40% durante la pasada crisis económicade 2008.
Además, la actividad minera se ha reiniciado con éxito en el yacimiento de Riotinto, con lo que la influencia económica del vertedero en el desarrollo socioeconómico del municipio es prácticamente nula en estos momentos salvo por las compensaciones económicas que dispensa la empresa a las arcas del Ayuntamiento de Nerva, gobernada por el PSOE, alrededor de medio millón de euros anuales.
Ampliación en plenapandemia
El pasado 17 defebrero, los nervenses se levantaron con la sorpresa de que el Boletín Oficial de la Junta de Andalucía (BOJA)acababa de publicar la decisión de la Delegación Territorial de Agricultura,Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible en Huelva de la Junta de Andalucía deabrir un periodo de información públicadentro de un procedimiento simplificado para la Autorización Ambientalintegrada del centro de gestión de residuos tóxicos y peligrosos de Nerva, loque de facto venía a suponer el pistoletazo de salidapara la ampliación de las polémicas y saturadas instalaciones delvertedero de residuos peligrosos.
Este procedimiento incluye consultas tanto al Ayuntamiento de Nerva, que ha mostrado un sepulcral silencio al respecto, como a la Consejería de Salud, ya que las modificaciones previstas en el proyecto suponen un nuevo y agresivo impacto medioambiental en la localidad minera y obliga a extremar las cautelas sanitarias, en unas instalaciones que se encuentran a menos de un kilómetro de distancia de Nerva y ya han causado problemas también a otros municipios como El Berrocal, cuyos vecinos se han quejado en reiteradas ocasiones de los malos olores procedentes de estas instalaciones.
Extraños movimientosde la Junta
El procesoadministrativo iniciado en febrero y paralizado por el estado de alarma haregistrado extraños movimientos por parte de la Junta de Andalucía, que desdeun primer momento está facilitando a la empresa gestora del vertedero los trámiteslegales para llevar a buen fin la ampliación del vertedero que ha solicitadoDitecsa.
El BOJA daba un plazo de veinte días hábiles, a contar a partir deldía siguiente al de su publicación (2 de abril de 2020), en pleno confinamiento domiciliario, para que cualquier persona física o jurídica pudiera examinar el proyecto o cualquierotra documentación que conste en este procedimiento y presentar alegaciones yasea sobre el impacto ambiental de la ampliación planteada como sobre lasautorizaciones y pronunciamientos ambientales que se integraran en el nuevoproyecto. La Junta de Andalucía ha recibido ya variasalegaciones tanto de personas físicas como de organizaciones dedistinto tipo. Aunque el estado de alarma paralizó todos los plazos burocráticos,con el desconfinamiento se volvió a iniciar la cuentaatrás el pasado 1 de junio.
Los vecinos de Nerva han comenzado a movilizarse de nuevo más de veinte años después de las primeras protestas, contra este proyecto que ahora pretende ampliar sus instalaciones pese a las deficiencias medioambientales denunciadas reiteradamente por los colectivos ecologistas. Asociaciones como la Alianza por el Cierre del Vertedero y la Protección del Río Tinto han iniciado una recogida de firmas en el portal change.org, donde llevan ya más de 6.000 apoyos.
Nerva, Salud y Dignidad nace como una alternativa ciudadana de vecinos para promover una consulta popular vinculante que lleve al cierre definitivo del vertedero
También se ha creado una alternativa ciudadana de vecinos del municipio onubense denominada Nerva, Salud y Dignidad, cuyo objetivo prioritario es frenar la ampliación de este vertedero y lograr su cierre definitivo mediante la creación de una mesa de diálogo de todas las partes implicadas que lleve a una consulta popular vinculante sobre la idoneidad o no de que el vertedero mantenga y amplíe su actividad.
Esta nueva agrupaciónciudadana está convencida de que la ampliación del vertedero de Nerva, juntocon las nuevas instalaciones previstas en él, “lo que pretende es trasladar laidea de que la actividad del complejo busca la ‘economía circular’ y una mejor gestión,control y reutilización de residuos. Sin embargo, tras esa capa superficial de ‘buenasintenciones’ o 'mejorestécnicas disponibles’ se observa que laverdadera intención es aumentar en gran medida la capacidadde almacenar más residuos, tanto tóxicoscomo peligrosos”.
Desde la agrupaciónciudadana Nerva, Salud y Dignidad se asegura que el municipio onubense “no sólo poseerá un vertedero de más capacidad, connuevos residuos amontonados sobre los actuales, sino que igualmente será un ‘mercadillo de los residuos', pues se busca elrecibir y el vender algunos residuos como subproductos, tras ciertostratamientos en las instalaciones que son también contaminantes”.
Estos vecinos queinician una nueva etapa de movilizaciones contra el vertedero aseguran que “enNerva quedará más tráfico pesado(traerán y llevarán residuos) y, por desgracia, los residuos con los que ya nose pueden hacer nada con ellos, los peores. Estos residuos se quedarán en losnuevos ampliados vasos de por vida”.
Vertidos tóxicos alrío Tinto
El proyecto de ampliación abierto por la Junta de Andalucía a instancias de la empresa reconoce dos nuevos focos de emisión a la atmósfera, nuevos puntos de vertidos al cercano río Tinto, generación de nuevos residuos peligrosos y mayor consumo energético, por lo que los vecinos deberán afrontar “más olores, más molestias acústicas, más riesgo de contaminación del suelo y de las aguas, más riesgo en el tráfico, más riesgo al medio ambiente y a los vecinos, en unas instalaciones que no llegan ni al kilómetro de distancia del núcleo urbano y encima en un entorno protegido como Bien de Interés Cultural. ¿Dónde está la Utilidad Pública o el Interés Social tras tantos años?”, se preguntan en Nerva, salud y dignidad.