Niños nacidos durante la pandemia: la covid en el embarazo deja secuelas en el desarrollo cerebral

Un estudio español detecta que la infección congénita por SARS-CoV-2 aumenta en un 10% los retrasos cognitivos, afectando principalmente memoria y aprendizaje

22 de Agosto de 2025
Actualizado a las 11:30h
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Niños nacidos durante la pandemia: la covid en el embarazo deja secuelas en el desarrollo cerebral

Cinco años después de que la pandemia de covid-19 irrumpiera en todo el mundo, los efectos de la infección por SARS-CoV-2 durante el embarazo empiezan a hacerse visibles. Una investigación realizada por el Instituto de Neurociencias del CSIC, en colaboración con la Universidad Miguel Hernández de Elche, revela que los niños que contrajeron el virus de manera congénita —es decir, dentro del útero materno antes de la disponibilidad de vacunas— presentan un aumento del 10% en los casos de retraso en el desarrollo cognitivo.

El estudio, publicado en 2023 en la revista Cellular and Molecular Life Sciences y confirmado en los últimos años por investigaciones internacionales, apunta a que las áreas del cerebro relacionadas con el aprendizaje y la memoria son las más afectadas.

La semana crítica del embarazo

Según el neurocientífico Salvador Martínez, responsable del trabajo, la vigésima semana de gestación es un periodo fundamental para la formación del córtex cerebral, la estructura que luego permitirá a los niños adquirir habilidades cognitivas complejas. Durante esta fase, las neuronas se desplazan y reciben oxígeno gracias a la acción de la proteína ACE2, que paradójicamente también actúa como receptor para el coronavirus. Esto permite que el virus penetre en células cerebrales inmaduras, antes de que se forme la barrera hematoencefálica que protege al cerebro del feto.

“El virus no solo está presente; su acción es selectiva”, explica Martínez. “Observamos que las células afectadas se concentran en el hipocampo, la región encargada de la memoria y de la consolidación de aprendizajes tempranos”.

Cómo afecta al desarrollo

El equipo analizó cerebros de fetos de 20 semanas, donados de forma anónima tras abortos espontáneos en 2020. Los resultados muestran que la infección congénita aumenta la probabilidad de alteraciones cerebrales, especialmente en aquellos casos en los que la madre fue hospitalizada por una elevada carga viral. Estas alteraciones pueden manifestarse posteriormente como trastornos del espectro autista (TEA), déficit de atención, hiperactividad y dificultades de aprendizaje no vinculadas a síndromes específicos, conocidas como discapacidad intelectual no sindrómica.

Estudios epidemiológicos recientes refuerzan esta conclusión. Comparando bebés nacidos en el mismo entorno antes y después de la pandemia, se observa un incremento del 10% en los retrasos cognitivos en los niños expuestos al virus en el útero. Sin embargo, los niños cuyas madres recibieron la vacuna durante el embarazo presentan menor riesgo, lo que sugiere que la reducción de la carga viral protege el desarrollo cerebral.

Un virus que llega al cerebro fetal

Aunque el SARS-CoV-2 no fue tan letal ni tan devastador como otros virus históricos, como la viruela, su capacidad para infectar a toda la población tuvo consecuencias concretas en la gestación. “En los casos de infección congénita, se puede anticipar un aumento en los problemas cognitivos a medida que estos niños crecen”, explica Martínez. “Ahora que superan los cinco años, podemos empezar a medir cómo estas alteraciones inciden en su capacidad de aprendizaje”.

Los hallazgos también sirven para comprender mejor la importancia de la protección de la gestante frente a infecciones virales. “No se trata solo de evitar la enfermedad; estamos hablando de proteger el desarrollo cerebral de los futuros niños”, añade el investigador.

Investigación con impacto internacional

El Instituto de Neurociencias del CSIC, ubicado en Sant Joan d’Alacant, es el mayor centro español financiado con fondos públicos dedicado al estudio del cerebro. Su grupo de Neurobiología de Enfermedades Mentales, liderado por Martínez, ha colaborado con científicos de todo el mundo para verificar estos resultados. Entre los colaboradores se encuentran los investigadores murcianos José Manuel Hernández y Cristina Hernández, quienes han aportado análisis detallados de los efectos del virus en el hipocampo fetal.

Además de este estudio, el equipo de Martínez desarrolla investigaciones pioneras en terapias regenerativas y personalizadas. Entre ellas se encuentra un ensayo experimental para frenar la degeneración muscular en pacientes con Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) utilizando células del propio paciente, y proyectos que aprovechan los dientes de leche caídos para generar células neuronales con fines terapéuticos. Estas investigaciones tienen el potencial de beneficiar a niños con enfermedades raras del sistema nervioso, como el autismo, el síndrome de Rett o diversas leucodistrofias.

Implicaciones y recomendaciones

Los resultados de estos estudios subrayan la necesidad de continuar vacunando a gestantes y reforzando las medidas de prevención frente a virus respiratorios durante el embarazo. También apuntan a la importancia de un seguimiento temprano de los niños nacidos durante la pandemia, para detectar posibles dificultades en la memoria, la atención o el aprendizaje y aplicar intervenciones tempranas.

“El impacto no se limita a la infancia inmediata; estamos hablando de una generación que podría experimentar desafíos educativos y cognitivos más adelante si no se implementan estrategias de apoyo adecuadas”, alerta Martínez.

Mirando hacia el futuro

Aunque los datos actuales muestran un incremento del 10% en los retrasos cognitivos, los investigadores confían en que la combinación de prevención, vacunación y terapias tempranas puede reducir significativamente estas cifras. “Comprender cómo el virus afecta al desarrollo cerebral nos permite actuar a tiempo y proteger a los niños de consecuencias más graves”, concluye el científico.

Este trabajo se suma a un creciente cuerpo de evidencia sobre los efectos del SARS-CoV-2 en la salud a largo plazo y demuestra la relevancia de la investigación pública en la protección de la infancia y el desarrollo cognitivo. Los próximos años serán clave para seguir evaluando a estos niños, implementar medidas de apoyo y profundizar en la comprensión de cómo los virus respiratorios pueden afectar al cerebro en sus etapas más vulnerables.

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