En estos últimos años se han incrementado los casos de abusos que empiezan a través de las redes sociales. "Los datos son los que son, y prácticamente uno de cada cinco menores ha recibido solicitudes sexuales a través de internet, tanto por parte de personas adultas como por parte de otros menores. Además, dos de cada tres menores que practican sexteo (intercambio de imágenes íntimas) lo hace bajo presión o coacción", explica Irene Montiel, profesora del grado de Criminología y el máster universitario de Ciberdelincuencia de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y experta en el estudio de la captación de menores a través de internet (grooming).
Pero los hechos no quedan aquí. Según un estudio de Unicef en el que se ha encuestado a más de 10.000 jóvenes de 25 países, solo el 36 % de los entrevistados afirma que puede distinguir con certeza a las personas que mienten sobre su identidad en las redes. Es decir, la mayoría de los jóvenes no distingue con exactitud cuándo se produce esta situación y cuándo no.
"Saber identificar estas situaciones es clave para el desarrollo psicosocial saludable, igual que lo es hablar con los jóvenes de las relaciones abusivas que se dan fuera de línea. La asimetría de edad, de poder o de posición, o cualquier forma de coacción en la interacción, definen una situación como abusiva", asevera esta misma experta.
Ante este panorama, ¿cómo pueden educar los padres a sus hijos para que no sean víctimas del grooming?
Cómo educar en el grooming
La mediación parental no es fácil, y menos cuando los hijos son adolescentes. Pero es vital establecerla para que los hijos no caigan en el uso inadecuado de las tecnologías.
Montiel considera que, para disminuir el riesgo de ser víctimas o agresores de abusos en línea, "lo primero que hay que hacer es educar a los hijos en el respeto, la convivencia y la igualdad". Lo segundo es enseñarles qué es la violencia o una relación abusiva para que puedan identificarla, y para esto es imprescindible ofrecerles una educación sexoafectiva adecuada. Y tercero, darles un buen ejemplo, no solo en cuanto al uso de las TIC, sino también con respecto a la regulación emocional y las relaciones saludables", añade la experta.
Asimismo, Vanesa Rodríguez, profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, afirma que "también es importante tener en cuenta que, como madres y padres, debemos acompañar a nuestros hijos en los espacios virtuales, del mismo modo que los acompañamos en los que no lo son".
El Portal de Menores de la Oficina de Seguridad del Internauta pone a disposición de las familias listados de aplicaciones que ayudan a controlar las páginas web, recomendaciones para crear una escuela y un hogar ciberseguros, y una guía completa para un uso responsable y seguro de internet.
No inculcar miedo
Pero ¿cómo alertar a los hijos sin que caigan en el miedo? Rodríguez explica que "es fundamental tener en cuenta que, para el trabajo preventivo sobre abusos, no siempre es necesario hablar de ello directamente. No se trata de que siempre estén alerta, sino de que aprendan a detectar situaciones que se salen de los límites de una relación saludable".
A modo de consejo, la psicóloga de la UOC comenta que los padres o tutores deben asegurarse de que "la conversación ocupe un lugar central en la dinámica familiar". Ser cercanos y ofrecer el testimonio propio como herramienta educativa. Es decir, "interesarse por sus relaciones y también hacerlos partícipes de las nuestras", incide.
Además, Irene Montiel añade que no se trata de prohibir totalmente el acceso a las TIC, pero que, en el caso de los más pequeños, "debemos saber a qué riesgos se exponen y cómo se producen". Según la experta, redes sociales como Instagram o TikTok "son muy perjudiciales, y no solo para la salud mental y el desarrollo cognitivo y emocional de los niños y niñas, ya que también son utilizadas por personas que buscan algún beneficio de tipo sexual, como pueden ser imágenes, encuentros en línea, citas o incluso relaciones afectivas".
Por ello, Montiel considera que, "desde el momento en que se produce el primer contacto del menor con la red, se debe evitar que navegue sin supervisión alguna por estos ciberlugares, y hay que establecer medidas de protección".
Entender por qué lo hacen
Como recuerdan las expertas, si los padres detectan algún comportamiento extraño por parte de sus hijos, es tan importante preguntar como escuchar.
"Es muy probable que no nos guste todo lo que escuchemos o veamos, pero hay que llegar a comprender la motivación de su conducta —qué necesidad están intentando cubrir— para establecer formas saludables de satisfacerla", señala Montiel. De hecho, la especialista de la UOC explica que, muchas veces, el menor busca el reconocimiento de personas adultas. Así pues, "si comprendemos esto, podríamos convertirnos en sus referentes o, al menos, buscar adultos de su entorno que lo sean de forma protectora", asevera.
No obstante, Rodríguez recuerda que hay que alejarse del concepto de interrogatorio, ya que la carencia de diálogo puede confundir y acabar con un matiz más bien inquisitorio. "Hay que decirles que notamos que algo sucede y que estamos en disposición de hablar con ellos. Debemos mostrar interés y voluntad de ayuda, ser una figura válida a la que pueden recurrir siempre que lo necesiten", concluye.
Por otro lado, en el caso de no dar con la conversación adecuada, Montiel recomienda preguntar al niño o niña "si entre sus amigos hay alguien a quien le haya pasado esto o aquello (por ejemplo, que un adulto le contacte por internet) y pedirle su opinión al respecto o cómo actuaría si le ocurriera, además de dejarle caer que podría contar con nosotros y que siempre estaríamos a su lado".
Herramientas para facilitar el proceso
Existen muchas aplicaciones de control parental, como Family Link, Qustodio o SecureKids. A juicio de Montiel, estas herramientas "pueden ayudar a las familias a establecer limitaciones de distintos tipos (como de tiempo, contenidos, aplicaciones permitidas, etc.) y, además, supervisan la actividad de los menores".
Otro punto importante es que, en el momento en el que se produzca un delito, debe comunicarse a la Agencia Española de Protección de Datos para poder solicitar, si es necesario, la retirada de imágenes íntimas o humillantes que circulen por la red y poder blindar el contenido delictivo ante otros malhechores.