La riqueza acumulada por las grandes fortunas desde 2015 sería suficiente para financiar la erradicación de la pobreza durante los próximos 22 años, según un informe publicado por Oxfam Intermón. Los datos, recopilados por organizaciones de lucha contra la desigualdad, ponen de manifiesto la brecha económica en una sociedad donde el 1% más adinerado concentra una parte desproporcionada de los recursos.
El análisis estima que el coste anual para sacar a todas las personas en situación de pobreza sólo en España de ese umbral ronda los 4.000 millones de euros. Multiplicado por 22 años, la cifra ascendería a unos 88.000 millones; una cantidad que coincide con el incremento patrimonial de las principales familias millonarias en la última década.
Mientras millones de ciudadanos enfrentan dificultades para cubrir necesidades básicas, las grandes fortunas han experimentado un crecimiento exponencial, especialmente tras crisis económicas como la pandemia de COVID-19 y la inflación postbélica. Según el último ranking de Forbes, España cuenta con 30 milmillonarios, cuya riqueza combinada supera los 150.000 millones de euros.
Organizaciones como Oxfam Intermón y Cáritas han denunciado reiteradamente que el sistema fiscal español "beneficia a los más ricos", permitiendo que grandes patrimonios tributen proporcionalmente menos que las clases medias y trabajadoras.
Se trata de cifras obscenas en un contexto donde el 27% de la población española está en riesgo de pobreza o exclusión. Mientras unos acumulan lo equivalente al PIB de países enteros, otros eligen entre comer o pagar la luz.
El gobierno de Pedro Sánchez ha prometido reformas fiscales para gravar grandes fortunas, pero los avances son demasiado lentos e ineficientes. La polémica sobre los impuestos a las herencias y el patrimonio sigue en debate, con comunidades autónomas aplicando bonificaciones que, según los expertos, profundizan la desigualdad.
Aunque el cálculo teórico de erradicar la pobreza con la riqueza de unos pocos es técnicamente posible, la realidad es más compleja. Los economistas advierten que se necesitan políticas estructurales, no solo fondos temporales. Sin empleo digno, educación accesible y sanidad fuerte, cualquier medida es un parche.
Mientras, la ciudadanía sigue exigiendo cambios. Las protestas contra la desigualdad han crecido en los últimos meses, con consignas como "Lo llaman riqueza, pero es pobreza ajena". La pregunta que flota en el aire es clara: ¿hasta cuándo se tolerará esta concentración de recursos en tan pocas manos?