Más de 160 millones de niños en todo el mundo -1 de cada 10 niños de entre 5 y 17 años- siguen trabajando, y el progreso se ha estancado desde 2016. Estas tendencias estaban presentes incluso antes de la crisis de COVID-19. Se estima que, sin estrategias de mitigación, el número de niños en situación de trabajo infantil podría aumentar en 8,9 millones para finales de 2022.
«La protección social reduce la pobreza y la vulnerabilidad de las familias, disminuyendo así los principales factores que impulsan el trabajo infantil», según un nuevo informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
En cambio, «apenas se ha avanzado en garantizar que niñas y niños disfruten de la protección social», dice el estudio. En todo el mundo, el 73,6%, es decir, unos 1.500 millones de niños de entre 0 y 14 años, no reciben ninguna prestación familiar o infantil en efectivo. Esta gran brecha de protección «debe cerrarse y cerrarse rápidamente», afirma el informe.
«Hay muchas razones para invertir en la protección social universal, pero la eliminación del trabajo infantil tiene que ser una de las más convincentes, dado su pernicioso impacto sobre los derechos y el bienestar de los niños», sostiene Guy Ryder, Director General de la OIT.
Una decisión en manos de los políticos
Como se desprende del estudio «los gobiernos pueden desplegar una serie de medidas para promover la protección social. Si los responsables políticos no actúan con decisión, la pandemia de COVID-19, los conflictos actuales, el aumento de la pobreza y el cambio climático no harán sino aumentar la prevalencia del trabajo infantil», razón por la que hace una serie de recomendaciones para fortalecer los sistemas de protección social con el ánimo de prevenir y eliminar el trabajo infantil.
Recomendaciones para la protección social
La primera de estas medidas sería cerrar la brecha de cobertura de la protección social para los niños. Esto significa dar prioridad a las prestaciones por hijos, así como ampliar la protección social a los dos mil millones de trabajadores de la economía informal, apoyando así su transición de la economía informal a la formal.
La reducción del trabajo infantil será más fácil si los países cuentan con un sistema de protección social que ofrezca prestaciones adecuadas a lo largo de todo el ciclo vital, desde las prestaciones infantiles y familiares, las de maternidad y desempleo hasta las pensiones de jubilación, así como la protección sanitaria. De ahí que sea necesaria la construcción de sistemas de protección social integrados.
También la garantía de que el diseño de los programas de protección social sea inclusivo y tenga en cuenta el trabajo infantil, lo que ayudará a maximizar su reducción, pero requiere algunas tareas adicionales, como implementar prestaciones infantiles y familiares que lleguen a todos los hogares con niños, especialmente a los que se encuentran en situaciones de mayor vulnerabilidad.
Los países pueden movilizar recursos
En este sentido, OIT y UNICEF consideran que es el momento de «aprovechar el fuerte compromiso político que ya existe para acabar con el trabajo infantil y establecer una protección social universal para reforzar el consenso para la acción«. Creen que la Agenda de Desarrollo Sostenible y el fuerte consenso acordado por la Conferencia Internacional del Trabajo en 2021, así como el resultado de la conferencia sobre trabajo infantil que se celebra estos días en Durban, «pueden ayudar a coordinar las iniciativas internacionales». Pero todo ello no será posible sin la inversión en sistemas de protección social como motor del desarrollo. Y hoy, según la OIT, «casi todos los países tienen la posibilidad de movilizar recursos nacionales para invertir progresivamente en el refuerzo de sus sistemas de protección social de la infancia».