María José Pintor

Soy periodista, lo siento

31 de Enero de 2017
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Fue uno de mis maestros profesionales, Iñigo Domínguez de Calatayud, el que me prestó esta expresión –soy periodista, lo siento- para un proyecto con la asociación de la prensa. Desde entonces, y ha llovido un poco además de pasar años, la utilizo casi como propia aunque, insisto, no lo sea. Pronto aprendimos en mi profesión a pedir perdón casi por existir como si estuviéramos marcados desde la Biblia. Poco ha podido hacer por nosotras y nosotros desde entonces San Francisco de Sales, a juzgar por la situación en la que nos encontramos.

Cuántas veces me he reído con mis colegas de la frase: “no le digas a mi madre que soy periodista, ella cree que toco el piano en un burdel”. Hoy, quizá por eso de que con los cuarenta y todos ya se empieza una a tomar más en serio, todo esto dejó de hacerme gracia. Porque o nos hacemos respetar o tantas horas de profesión, de jornadas interminables -porque hoy son elecciones y mañana viene el Rey, mientras pasado ocurre el accidente aéreo, el atentado con víctimas o se ha escapado un león del circo- o nos quedamos sin los mejores.

No se rían, no es una forma de hablar. Sobre todos estos temas he escrito yo en mi etapa de periodista de provincias en Prensa. Es igual que una tratara de especializarse o que tuviera mayor sensibilidad por temas sociales. Al final siempre somos insuficientes en las redacciones para las necesidades de sacar un periódico cada día, o de emitir un programa en directo.

Esta columna de hoy sale sola, y también desde el corazón, después de ver las reacciones de miles de personas a través de las redes sociales con motivo el pasado martes de la celebración de nuestro Patrón. Parece que todo lo hacemos con intención de lucrarnos y que además cinco indeseables que todos conocemos nos representan a todas y todos. ¡Qué injusticia!

Por no hablar de quienes se han olvidado directamente de felicitarnos, porque saben que, en muchos casos, acercarse o no al profesional da igual si, quien paga a éste, es realmente quien va a definir lo que se dice, se pone, se proyecta o se cuenta.

Aprovechando, digo, este día en honor de las y los periodistas,  se ha destacado mucho más lo negativo, además de confundir a los que salen por la tele u opinan de todo con profesionales del  Periodismo . Pues no. Que quede claro de una vez. Periodistas somos las y los  que contamos las noticias, contrastamos los datos, pateamos la calle y descubrimos lo que pasa a nuestro alrededor. No somos libres, es verdad. Dependemos de la tendencia del medio, empresa o lo que sea del que nos paga. Indiscutible. Que además, podemos tener ideología –hasta ahí podíamos llegar- y hasta caernos bien, o no, –y mira que nos lo ponen difícil- el mismísimo presidente del Gobierno o el líder de la oposición, en caso de haberlo, que ahora no es el caso.

imagen Día del Periodista

También es periodista quien está en el otro lado y prepara notas de prensa y cuenta a los medios, y al mundo si puede, lo que hace la entidad, institución u ONG de turno. Somos muchas y muchos, yo también, los que estamos en gabinetes de Comunicación o somos jefes de prensa. Y también reivindico esta faceta del periodismo.

Es cierto que somos personajes que sabemos de todo un poco y mucho de nada. Pero también he visto quién utiliza, con eso del día del Patrón, las redes para congratularse con los medios en sus mensajes aprovechando nuestro hashtag del diadelperiodista. Pues no, no es el día de los medios de Comunicación, es el de Periodista. Que ya está bien de quitarnos protagonismo hasta en esto.

Así que me sale la vena corporativa, que no pasa nada por serlo, porque exactamente por no serlo así nos va. Y digo que confundir al personaje –sea o no periodista de carrera universitaria o profesión- con el mindundi que sale en los medios al servicio de un partido político, interés económico o mediático –que a su vez también tienen intereses políticos- no sólo es injusto, sino que permite que quien sólo actúa con intereses bastardos sea quien se lleve el reconocimiento público de una profesión sufrida, malpagada y con mucho, muchísimo mérito.

Vaya, que o eres vocacional, o te dedicas a lo del piano en el burdel. Que lo aseguro yo tras 26 años de profesión.

En estos años he visto a colegas trabajar 16 horas ininterrumpidas por un sueldo miserable, sufrir presiones –no ya del político de turno, que también- sino del primo del vecino del gerente del periódico para que publiques una foto de su nueva tienda de discos y, por ver, he visto –y tienen mi palabra de honor- cómo se nos utiliza hasta para escribir de negros cartas al director. Sí, sí,  para criticar lo que a un consejero del periódico le interesa para conseguir un puesto en una entidad financiera, para criticar una universidad porque no se ha aceptado a la niña o al niño del jefe de lo que sea en el medio, o para desprestigiar a quien consiguió la plaza pública que al amigo de la empresa le tenía prometida en tal o cual institución. Miserable! Pero jamás he visto un político –ni uno- que salga en defensa de todo esto, ni a un sindicalista –y he militado en un sindicato durante muchos años-, que se enfrente a los medios por esto de la dignidad del profesional. Y lo saben porque, entre otras cosas, yo también se lo he contado. Pero no es lo mismo criticar el medio con el que no compartes ideología, que enfrentarse a la Prensa con mayúsculas. Héroes no hay hoy en día en la Política y los Sindicatos. Sin embargo, sí que los hay en mi profesión.

Y entonces alguno de ustedes dirá que eso es porque lo permitimos. Pues miren, para poder malvivir, seguir soñando con un mundo mejor, tener espacio para denunciar desigualdades y para que aparezcan de vez en cuando en los medios personajes de los que de verdad merecen la pena, para todo esto, al final, ha habido que aceptar cuestiones inaceptables. Yo también, sí. Entiendo que cuanto más cutre y pequeño es un medio más cosas inaceptables se aguantan.  Aunque, he de reconocer, que cuanto más relación tengo con profesionales en los grandes medios, más sé que en todos los sitios cuecen habas.

Por eso hoy libre, que escribo en Diario16 lo que me da la gana y sobre el tema que propongo, les digo que me siento orgullosa de mis colegas por tantas horas tan mal pagadas, tanta dedicación, tanta vocación y tanto mérito en medio de tantos intereses bastardos.

Cuántos veces nos hemos hecho eco de reivindicaciones laborales de otros sectores que ya quisiéramos, en el peor de los casos, para nuestra casa. Así es nuestra vida. Pero no por ello hemos dejado de reivindicar las injusticias que se comenten con los demás.

 Reconozco que me avergüenza mostrar las miserias alrededor de mi profesión, pero no somos nosotras ni nosotros los que esparcimos esa basura.  Hay miles de periodistas honestos y dignos en este país que cuentan  lo que les dejan. Pero también todo lo que pueden. Que dan voz a quien no la tiene y que jamás han cobrado comisión, que nunca han recibido un trato de favor y como mucho, cuando van a cubrir un concierto, tienen entrada en el gallinero . Mientras, eso sí, ven a los consejeros o presidentes de sus medios sentados en el palco, con toda la familia, para ver gratis ese mismo concierto que luego ellos tienen que contar, y por lo que su horario volverá a saltarse todos los derechos del trabajador. Y, por supuesto, esos consejeros están sentados también junto al político de turno que –salvo honrosas excepciones- va gratis al espectáculo.

Soy periodista, sí, pero hoy  no lo siento. Desde el pasado martes, Día de nuestro patrón San Francisco de Sales que tan desamparados nos tiene, me he prometido a mí misma dejar a un lado los complejos. Porque los que no son periodistas son los otros. Y muchos de ustedes, que no yo, son los que siguen y leen a esos indeseables que insultan, mienten y abusan de la proyección mediática que les facilitan los propios medios de comunicación.

Soy periodista, sí, y a mucha honra.

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