El escritor y periodista Mariano Sánchez Soler (Alicante, 1954) acaba de publicar su nuevo libro, Una hojarasca de cadáveres (Alrevés Editorial), una crónica criminal de la España posfranquista. Si en sus últimos trabajos nos deslumbró con ensayos ya imprescindibles como La Familia Franco S.A. –una apasionante combinación de historia y periodismo de investigación para destripar la corrupción de Franco, que fue tan enquistada y cruda como la que padecemos hoy en democracia–, ahora se adentra en las macabras historias de las páginas de sucesos de aquella época convulsa en la que España transitó de la dictadura a un régimen de libertades.
En su libro, Sánchez Soler desmenuza con la precisión de un médico que practica una autopsia todos esos casos que le han acompañado durante tanto tiempo, el asesinato de los marqueses de Urquijo, la desaparición de El Nani, el parricidio de la Dulce Neus, el infanticidio de Paquito Reyes, el crimen racista que le costó la vida a Lucrecia, la secta Edelweiss, Yolanda González y tantos otros. Cada época tiene sus monstruos (ahora nos enfrentamos a yihadistas enloquecidos que matan curas por la calle) y aquellos años en los que España dejaba atrás la noche de la dictadura, para entrar de lleno en la libertad, produjo también su crónica negra criminal, hoy rescatada por Sánchez Soler.
“Durante años viajé por España siguiendo un rastro de sangre. Era mi trabajo. Como periodista he buscado la dimensión global de cada crimen. Son muchos los parricidios, los asesinatos económicos, políticos y familiares que he descrito en crónicas y reportajes. Sé que resulta difícil sentarse al lado de los muertos cuando los vivos, los agresores, acaparan nuestro interés y nuestro miedo”, explica el escritor.
A modo de catarsis y de recuperación de su propia memoria profesional y personal, el autor va relatando aquellos crímenes que le han perseguido durante toda su existencia desde que se dedicaba al periodismo “sucesero”. “Me sumergí en ellos por trabajo como periodista de investigación, inconsciente de lo que iban a suponer en mi realidad profesional y personal. El corazón humano es un misterio y el cerebro un infierno. Quienes escribimos sobre estos asuntos solo podemos ser humanistas a fuerza de conocer de cerca tanto horror”.
El libro visita por última vez sus crímenes verdaderos y algunos paisajes ensangrentados. Son los más importantes en la carrera como periodista del autor. “Ahora que me acerco a una edad inquietante, necesito escribirlos y devolverlos a este mundo tan salvaje que nos ha tocado en suerte”, asegura. “Llevo en el alma el asesinato de Yolanda González [la líder estudiantil y militante comunista española asesinada por la extrema derecha en los primeros años de la democracia], tan próximo y tan punzante, tan presente en mi vida y en mi manera de entender el dolor”.
Mariano Sánchez Soler es licenciado en Ciencias de la Información y doctor por la Universidad de Alicante. Como periodista ha trabajado en periódicos y semanarios como El Periódico de Catalunya, Diario 16, Le Monde diplomatique, Tiempo, Actual, Primera Plana, Interviu y Madrid Económico. En el año 1996 escribió, junto con Domingo Rodes, el guion de la película Tabarka. Desde 2007 hasta 2015 fue profesor de guion cinematográfico en el Centro de Estudios Ciudad de la Luz, adscrito a la Universidad Miguel Hernández de Elche, dentro de la Licenciatura y Grado de Comunicación Audiovisual. Es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Alicante desde 2008.
Ha recibido el Premio Alcudia de Poesía, el Premio Álvaro Iglesias de poesía, el Premio Internacional de Literatura de No Ficción Rodolfo Walsh, el Premio de Narrativa Francisco García Pavón por su novela Nuestra propia sangre y el Premio de la Crítica Literaria Valenciana 2012 en la modalidad de ensayo por su libro Anatomía del Crimen. En el año 2013 su novela El asesinato de los marqueses de Urbina recibió el Premio Internacional de Novela Negra L’H Confidencial. También recibió el premio Profeta en su tierra, galardón que otorga la Asociación Controversia. En 2017 obtuvo el Premio Bruma Negra por el conjunto de su obra y en 2018 el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Alicante le concedió la Placa de Honor de Literatura. Ha recibido el premio Castelló Negre 2020 a toda su trayectoria literaria.
