El secuestro, tortura y asesinato de Fátima, una niña de 7 años, ha levantado a la ciudadanía mexicana. La razón: están hartos de tanta violencia, de tanta impunidad, de tantas palabras vacías por parte de un presidente que trajo la esperanza a un pueblo y que el poder le está cambiando. Palabras, buenismo, populismo, son algunas de las características de un hombre que no duda en reunirse varias veces con los representantes de las dictaduras privadas del capital mientras el pueblo mexicano sufre la lacra de la violencia, los feminicidios y la narcodictadura.

La madre de Fátima dio un verdadero ejemplo de dignidad: «Yo me represento sola y sin micrófono. Yo soy una madre que me mataron a mi hija», así se dirigía Yesenia Zamudio ante la multitud para exigir justicia por el asesinato de su hija, y el de muchas otras mujeres y niñas de su país. Hace cuatro años desde que el profesor de su hija «Marichuy» la tirara, presuntamente, por un quinto piso tras negarse a mantener relaciones sexuales con él. Yesenia es la madre que no descansa en la lucha contra los feminicidios, también es la que grita alto y claro «que no van a permitir que hagan un maldito circo de nuestro dolor».

"La que no quiera quemar todo, que no nos estorbe".

"La que no quiera quemar todo, que no nos estorbe".Yesenia Zamudio es la madre de “Marichuy” una joven que en 2016 fue arrojada desde un quinto piso; algunos señalaron a su profesor como el presunto responsable.Su furia tendría que ser lo normal. Lo normal sería quemarlo todo.

Publicada por Spanish Revolution en Jueves, 20 de febrero de 2020

La brutalidad del machismo en México es un problema de tal escala que precisa de medidas estatales urgentes para hacerle frente. Un pueblo que convive con la violencia ante la impunidad de un Gobierno liderado por un presidente que, ante el último feminicidio infantil perpetrado, de una niña de 7 años, sostuvo en rueda de prensa que «se debe a la descomposición social que produjo la política neoliberal». Bien. Cuando el propio sistema niega su mea culpa o resuelve con ambigüedades discursivas un problema estructural como el de los feminicidios, el pueblo queda con una mano delante y otra detrás en materia de seguridad y de justicia social.

Como Yesenia son muchas las madres y familias rotas por el azote de los asesinatos y la violencia machista. En México son asesinadas al día aproximadamente 10 mujeres y el 90% de los casos quedan impunes. Mientras, el presidente López Obrador, tira balones fuera alegando una «crisis profunda de pérdida de valores motivada por el individualismo, el egoísmo y el predominio de lo material». Solo el año pasado se registraron 4.000 feminicidios, pero la incompetencia de AMLO lo achaca «al fruto podrido del egoísmo y la acumulación de bienes en unas cuantas manos, y del abandono de la inmensa mayoría de nuestro pueblo».

Un pueblo que clama incansable por una justicia con perspectiva de género, porque los casos de violencia machista se tipifiquen como tal y no se les arrebate las ayudas presupuestarias a programas específicos de protección para mujeres víctimas de violencia machista. México se ha convertido en República Federal de los feminicidios y las mujeres, feministas o no, lo saben, como también lo sabe Yesenia Zamudio, que es la voz que no calla ante los crímenes machistas y el altavoz de las voces que ya no gritan pues el machismo las asesinó.

Andrés Manuel López Obrador tiene una gran retórica que no resuelve los problemas de su pueblo. ¿Qué dirigente responsable retira a las fuerzas de seguridad ante el levantamiento de los narcos tras la detención del hijo del Chapo Guzmán y lo pone en libertad?

La narcodictadura mexicana es la principal responsable de la violencia, de los miles de asesinatos que quedan impunes o de las morgues rodantes que pueblan las carreteras mexicanas, tal y como publicó este medio. Si no se le pone freno, la violencia se incrementará porque quien está enfrente sólo tiene que perder el dinero, mientras que un Estado democrático tiene la responsabilidad de proteger a su pueblo que, al fin y al cabo, es quien tiene la soberanía del Estado, tal y como afirma la Constitución mexicana: «La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno».

Por tanto, López Obrador al no hacer frente a la violencia contra el pueblo y, principalmente, contra las mujeres, está colocándose en una posición contraria a lo que indica la Constitución que juró cumplir y hacer cumplir.

Además, la Administración AMLO, está dejando de lado la protección a importantes activistas en la lucha por los derechos humanos, a pesar de las condenas internacionales por ello.

Sin embargo, en Diario16 hemos visto cómo existen grabaciones en las que empresarios revelan que tenían dinero invertido en proyectos de Morena, el partido de López Obrador. Además, desvelamos cómo una trama empresarial se movía en los círculos cercanos de Nicolás Maduro y del presidente mexicano. Todo ello sin contar con el fraude de las «despensas» de comida enviadas a Venezuela para mitigar la crisis humanitaria del pueblo provocada, principalmente, por el dinero que sacaron de Venezuela los bolichicos y las redes corruptas cercanas a PDVSA.

El paso del tiempo ha mostrado que López Obrador se está acercando cada vez más a los poderes financieros y alejándose del pueblo que prometió defender durante la campaña electoral. Mientras inició su mandato con una medida importante como fue la restricción de las comisiones de los bancos, el paso del tiempo le ha acercado aún más a personas como Ana Patricia Botín, a quien en un vídeo él se dirige a ella sólo por su nombre de pila, «Ana», lo que indica claramente un grado de cercanía a una mujer que representa, precisamente, lo contrario de lo que prometió López Obrador en su campaña electoral.

Por otro lado, Diario16 tiene conocimiento de una gran operación en la que podrían estar inmersos el propio Gobierno de México en colaboración con los grandes fondos de inversión, grandes bancos custodios y grandes entidades financieras, principalmente el Santander, por la cual se pretende reactivar la economía mexicana a través de la creación de una gran burbuja inmobiliaria. El objetivo es doble: por un lado, aumentar la demanda de mano de obra para la construcción de millones de vivienda que frenará el flujo migratorio hacia Estados Unidos; en otro orden, un crecimiento económico y del consumo por el aumento de los salarios y la reducción del desempleo.

Entonces, ¿qué tiene que decir López Obrador? Mientras haya miles de feminicidios, mientras el pueblo viva con miedo por la violencia que no distingue de clase social para cometer asesinatos, mientras no se cumplen con las promesas de campaña, López Obrador está fracasando y, desde luego, todos los problemas de México no son culpa del neoliberalismo y no se arreglan con rifas del avión presidencial. Señor presidente de la República de los Estados Unidos de México, vuelva a ser quien prometió ser, proteja a su ciudadanía y sea coherente. Si no lo hace, lo democrático, ético y digno es presentar su dimisión para volver a dar la palabra al pueblo al que parece que está abandonando.

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