Cómo la tecnología agrava la creciente brecha entre las rentas del trabajo y del capital

La participación de los trabajadores en los ingresos globales ha caído en los últimos 20 años, mientras la inteligencia artificial podría agravar aún más la desigualdad si no se aplican políticas adecuadas

09 de Octubre de 2024
Actualizado a las 11:56h
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Cómo la tecnología agrava la creciente brecha entre las rentas del trabajo y del capital, foto OIT
Cómo la tecnología agrava la creciente brecha entre las rentas del trabajo y del capital, foto OIT

Durante las dos últimas décadas, la participación de los ingresos laborales —es decir, la proporción de los ingresos que corresponde a los trabajadores— ha ido disminuyendo en todo el mundo. Aunque pueda parecer un descenso leve en términos porcentuales, sus efectos son profundos y persistentes.

En su nuevo informe Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: Actualización Septiembre de 2024, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) constata una presión al alza sobre la desigualdad a medida que se estanca la participación del ingreso laboral y una gran proporción de jóvenes permanece sin empleo, educación o formación (“ninis”).

En 2024, esta tendencia refleja una pérdida acumulada de 2,4 billones de dólares en ingresos que los trabajadores habrían ganado si el reparto hubiera permanecido estable desde 2004. Además, los avances en inteligencia artificial (IA) y la automatización están añadiendo más presión sobre este declive, planteando serias preocupaciones sobre el futuro de la equidad económica global.

Un problema a largo plazo agravado por la pandemia

Desde 2004 hasta 2024, la proporción de ingresos laborales ha caído un 1,6%, y casi el 40% de esa caída ha ocurrido durante los tres años más marcados por la pandemia de la COVID-19. Las crisis económicas tienden a agravar esta situación, pues los beneficios empresariales y otros tipos de ingresos de capital suelen caer más rápido que los ingresos laborales durante las recesiones. Sin embargo, tras el impacto inicial de la pandemia, el reparto de los ingresos no ha mostrado signos de recuperación, quedándose en el 52,3% en 2022, una cifra 0,6 puntos por debajo del nivel previo a la pandemia.

El papel de la tecnología: ¿avance o amenaza?

La tecnología ha sido identificada como uno de los principales factores que impulsan el declive en la participación de los ingresos laborales. Desde la revolución industrial, las innovaciones tecnológicas han transformado la forma en que trabajamos y producimos, generando aumentos significativos en la productividad. No obstante, en las últimas décadas, la automatización y los avances tecnológicos orientados a la eficiencia han afectado negativamente a los trabajadores, reduciendo la demanda de empleo humano y aumentando las ganancias del capital.

Con los recientes avances en IA, como el auge de los sistemas de IA generativa, estas preocupaciones han cobrado mayor relevancia. Si bien estos desarrollos prometen mejoras en productividad y beneficios económicos a largo plazo, también plantean el riesgo de agravar aún más la desigualdad. Los trabajos rutinarios y repetitivos, especialmente aquellos de baja cualificación, son los más vulnerables a la

automatización, lo que podría generar una pérdida considerable de empleos y una mayor concentración de ingresos en manos de quienes controlan el capital y las nuevas tecnologías.

IA y la desigualdad: un futuro incierto

A pesar de los temores, el impacto real de la IA sobre el empleo y la distribución de los ingresos no está del todo claro. Los estudios económicos sugieren que si los patrones históricos de innovación tecnológica se mantienen, es probable que la IA ejerza una presión adicional sobre la participación de los ingresos laborales. Esto no significa que la IA sea intrínsecamente perjudicial, sino que, sin políticas adecuadas, sus beneficios podrían no ser equitativamente distribuidos.

Por ejemplo, en una muestra de 36 países —principalmente economías avanzadas— se ha demostrado que las innovaciones tecnológicas de los últimos 20 años han aumentado la productividad y el crecimiento económico, pero al mismo tiempo han reducido la proporción de ingresos destinados a los trabajadores. La IA generativa, si sigue estos patrones, podría amplificar esta tendencia, aumentando la producción global pero concentrando aún más los beneficios económicos en manos de un pequeño grupo de propietarios de capital y desarrolladores de tecnología.

El impacto de la IA en los jóvenes: la crisis NEET

El declive de la participación de los ingresos laborales y la creciente automatización no solo afectan a los adultos ya establecidos en el mercado laboral. Los jóvenes, especialmente aquellos que no están empleados, ni en educación, ni en formación (los llamados "NEET", por sus siglas en inglés), se enfrentan a un futuro incierto en un mundo laboral cada vez más dominado por la tecnología.

Según las últimas estimaciones, la tasa global de jóvenes NEET ha disminuido solo ligeramente desde 2015, pasando del 21,3% al 20,4% en 2024. Esta mejora es insignificante si se considera el rápido crecimiento de la población juvenil y la insuficiencia de oportunidades laborales y educativas en muchas regiones del mundo. Además, las diferencias regionales son alarmantes: mientras que Europa y América del Norte tienen tasas NEET relativamente bajas (en torno al 11-13%), regiones como los Estados Árabes y África presentan tasas mucho más altas, superando el 30%.

Uno de los aspectos más preocupantes es la desigualdad de género en el acceso al empleo y la educación. A nivel mundial, el 28,2% de las jóvenes mujeres forman parte de la categoría NEET, más del doble de la tasa entre los hombres jóvenes (13,1%). Esta brecha es especialmente pronunciada en regiones como los Estados Árabes y Asia-Pacífico, donde la diferencia de género alcanza hasta 25 puntos porcentuales.

La necesidad de una respuesta política global

Ante estos desafíos, es fundamental que los gobiernos tomen medidas proactivas para garantizar que los beneficios de la tecnología y la IA se distribuyan de manera más equitativa. Sin políticas adecuadas, la IA podría empeorar las disparidades económicas, incrementando el desempleo en los sectores más vulnerables y concentrando los beneficios en manos de unos pocos.

Los formuladores de políticas deben enfocarse en varias áreas clave. En primer lugar, es necesario aumentar las inversiones en educación y formación profesional, especialmente para los jóvenes y los trabajadores desplazados por la automatización. Solo una fuerza laboral bien capacitada podrá adaptarse a los rápidos cambios tecnológicos y aprovechar las nuevas oportunidades que surgirán en sectores como la IA.

En segundo lugar, las políticas fiscales y laborales deben adaptarse para mitigar los efectos de la creciente concentración de capital. Esto podría incluir impuestos progresivos sobre las empresas que se benefician desproporcionadamente de la automatización, junto con medidas para fortalecer la negociación colectiva y los derechos laborales.

Por último, es crucial que se fomente un diálogo internacional sobre la regulación de la IA y sus implicaciones para el futuro del trabajo. La tecnología puede ser una herramienta poderosa para el progreso, pero sin una supervisión adecuada, también puede convertirse en un factor que agrave la desigualdad.

Si bien la tecnología ha sido un motor clave del crecimiento económico, sus beneficios no se han distribuido equitativamente, lo que ha exacerbado la desigualdad. Los gobiernos, los empleadores y los trabajadores deben trabajar juntos para diseñar políticas que garanticen que los beneficios de la IA y otras innovaciones tecnológicas se distribuyan de manera justa, para evitar que el futuro del trabajo sea aún más desigual.

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