El PSOE da el Gobierno a Rajoy tras presiones de la Casa Real y "estamentos políticos y militares"

31 de Octubre de 2016
Actualizado el 02 de julio de 2024
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Mucho se ha hablado de las razones que han llevado a los socialistas a pasar del “no es no” a la abstención en la sesión de investidura de Mariano Rajoy que tendrá lugar esta tarde. Se habla de estrategia para recuperar el apoyo electoral perdido, y, por supuesto, de “razones de estado” para desbloquear la situación política. Precisamente en estas “razones de estado” se encuentran los motivos han llevado a los socialistas a adoptar tal decisión. Unas razones ocultas a la opinión pública pero que Diario 16 ha podido conocer de fuentes del aparato de Ferraz.Estas fuentes, que piden permanecer en el anonimato, aseguran que, después de las elecciones de junio, a antiguos dirigentes del PSOE, la Casa Real se les hizo llegar una serie de mensajes en el sentido de que el rey, Felipe VI, estaría recibiendo “fuertes presiones” por parte de estamentos “económicos y militares” en el sentido de que había que acabar con esta situación. Mariano Rajoy había sido derrotado en su primer intento por ser investido. El propio Rajoy, conocedor de esas “presiones” habría variado su actitud respecto a la anterior legislatura presentándose a sabiendas de que no ganaría.Pero, además, el auge del soberanismo en Catalunya tiene preocupados a estos estamentos que entienden que la situación política de bloqueo debilita al Estado frente a estas pretensiones. Esos mismos estamentos han llegado a decir, claramente, que “no habrá independencia de ninguna de las maneras”.Las fuentes informantes desmienten rotundamente la posibilidad de que esos mensajes hablasen de pronunciamiento militar. Pero sí de la posibilidad de un gobierno de concentración o alternativas similares a falta de acuerdo parlamentario. En cualquier caso, los mensajes eran claros en un sentido: “no se pueden celebrar terceras elecciones bajo ningún concepto”. 

Europa

Poco se ha hablado de las presiones que han podido ejercer en Europa. Se descartó tal posibilidad, salvo las opciones utilizadas a través de los cauces oficiales de sobra conocidas: presupuestos, programa de estabilidad, recortes, etc. Pero, al margen de dichos canales, gobiernos como el alemán o el francés, han presionado, y mucho, a los socialistas españoles.Las declaraciones de Felipe González, por ejemplo, se han interpretado de manera muy superficial. No hay que olvidar que el ex líder socialista no sólo mantiene buenas relaciones con los socialdemócratas germanos, sino incluso con el partido de Ángela Merkel. Y más todavía: con la propia canciller. Nadie debe olvidar de que González mantuvo estrechas relaciones, casi fraternales, con el gran “icono” conservador, Helmut Kohl. Ambos fueron los inspiradores de la Europa moderna, la del Tratado de Maastricht, y Kohl situó a España en una posición privilegiada dentro del marco europeo.Y ahora es el momento de pasar factura de todo aquello. A los socialistas históricos, entre otros a Javier Solana de cuyo papel en esta crisis poco o nada se ha hablado, Merkel y Hollande, les han “recordado” lo que sus antecesores, Kohl y Mitterrand, hicieron por elevar a España a categoría de “potencia europea”. Y ahora hay que devolver aquello. Tras el Brexit, la situación en Grecia, con las intenciones iniciales de Tsipras en Grecia, y la actitud de Italia, Europa no se puede permitir una situación de inestabilidad y bloqueo como la que hay en España. Con gran peligro de vuelta a la recesión, amenaza islamista creciente en un “territorio fronterizo”, y, sobre todo lo más importante, con el alza del independentismo, no sólo en Catalunya, sino también en Euskadi, y hasta en Canarias. “Hace falta un gobierno que gobierne” y Merkel y Hollande saben perfectamente la imposibilidad que tenía Pedro Sánchez de formarlo, “ni de progreso ni de nada parecido”, indican las fuentes. 

Sánchez

Pedro Sánchez es la última razón que llevaron a los veteranos ex dirigentes socialistas a forzar a los barones a dar el “golpe de timón” en el seno del Partido. No hay que olvidar que, aunque retirados, los Guerra, Rubalcaba, Almunia y compañía, siguen teniendo mucho predicamento en el seno de las agrupaciones, por mucha contestación que se haya generado últimamente.La elección de Pedro Sánchez no es fruto de la casualidad. La militancia socialista siempre busca la renovación a la hora de escoger líder. Pasó con Rodríguez Zapatero y pasó con su sucesor. El problema vino cuando Pedro Sánchez empezó a dejar cadáveres en el camino. El enfrentamiento en Madrid, y las malas relaciones con otros barones, incluso con la que lidera la organización territorial más poderosa del PSOE, la andaluza, sólo fue el principio. Fue fácil convencer a los “poderes fácticos” del PSOE que veían como la persona encargada de dirigir la organización daba tumbos a diestra y siniestra. No les gustó el acuerdo con Ciudadanos. Tampoco el resultado electoral ni las advertencias del CNI, desveladas por Diario 16, de la búsqueda de un acuerdo de Gobierno con Podemos. Un acuerdo que ellos sabían era imposible matemáticamente, de no haber contado con la ayuda de los nacionalistas catalanes, incluida ERC. Y esa ayuda era, a su vez, imposible porque habría supuesto aceptar la exigencia de la consulta soberanista.En esa coyuntura, a los “veteranos” líderes socialistas les fue fácil convencer a los barones. La “conspiración”, además, contó con el apoyo del aparato de Ferraz, harto de los vaivenes que llevaba a cabo el secretario de Organización, César Luena. Incluso, la participación activa de personas como la ex vicesecretaria general, Elena Valenciano, toda la vida perteneciendo a dicho aparato, y conocedora a la perfección de la organización.Lo demás, es de sobra conocido.
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