Los chips son pequeños dispositivos compuestos por semiconductores (materiales capaces de permitir o bloquear el flujo de electricidad) y capaces de almacenar grandes cantidades de información o realizar operaciones matemáticas y lógicas. Son esenciales para una amplia gama de productos de uso diario, desde tarjetas de crédito hasta automóviles o teléfonos inteligentes. Con el desarrollo de la inteligencia artificial, las redes 5G y el internet de las cosas, se espera que la demanda y las oportunidades de mercado para chips y semiconductores crezcan sustancialmente.
En la actualidad, Europa depende demasiado de los chips producidos en el extranjero, lo que se hizo aún más evidente durante la crisis de la COVID-19. La industria y otros sectores estratégicos como la salud, la defensa y la energía sufrieron interrupciones y escasez de suministro.
La Ley de chips tiene como objetivo reducir las vulnerabilidades de la UE y la dependencia de actores extranjeros al tiempo que refuerza la base industrial de chips de la UE, maximiza las oportunidades comerciales futuras y crea empleos de buena calidad. Esto mejorará la seguridad de suministro, la resiliencia y la soberanía tecnológica de la UE en el campo de los chips.
Por estas razones, el Consejo de la Unión Europea ha aprobado el reglamento para reforzar el ecosistema europeo de semiconductores, más conocido como "Chips Act". Y lo ha hecho a través de la Ley de chips, como último paso en el procedimiento de toma de decisiones.
Según Héctor Gómez Hernández, Ministro de Industria, Comercio y Turismo, "con la Ley de chips, Europa será líder en la carrera mundial de semiconductores. Ya podemos verlo en acción: nuevas plantas de producción, nuevas inversiones, nuevos proyectos de investigación. Y a la larga, esto también contribuirá al renacimiento de nuestra industria ya la reducción de nuestras dependencias extranjeras".
La propuesta consiste en crear las condiciones para el desarrollo de una base industrial europea en el campo de los semiconductores, atraer inversiones, promover la investigación y la innovación y preparar a Europa para cualquier futura crisis de suministro de chips. El programa debería movilizar 43.000 millones EUR en inversión pública y privada (3 300 millones EUR del presupuesto de la UE), con el objetivo de duplicar la cuota de mercado mundial de la UE en semiconductores, del 10 % actual a al menos el 20 % para 2030.