La composición de las Cortes tras las elecciones generales del 26 de junio ha dejado un panorama en el que
se puede dar la paradoja de que sea la oposición la que marque el ritmo de legislativo de los próximos cuatro años, y, por tanto, es una gran oportunidad para que la izquierda, tan fragmentada y enfrentada como siempre, pueda gobernar desde la oposición, siempre llegando a acuerdos con otros grupos parlamentarios porque la suma de los dos principales partidos progresistas no da para superar a la del bloque conservador.Aunque esto ya se pudo haber hecho durante la anterior legislatura, la posibilidad de que Pedro Sánchez fuera investido Presidente del Gobierno y el interés de aquél en paralizar cualquier movimiento interno para que asumiera sus responsabilidades por haber logrado el entonces peor resultado socialista de la historia hicieron que fuera imposible que alguien se planteara algo así.
Pedro Sánchez necesitaba ganar tiempo estando en la cresta de la ola y, sobre todo,
necesitaba lograr, como fuera, traicionando su propio ADN y por encima de lo que fuera, alcanzar la Moncloa. Por otro lado, la estrategia obstruccionista de Podemos al poner como condiciones para alcanzar un gobierno de coalición cosas que el PSOE no podría aceptar de ningún modo, también ayudó a la falta de acuerdo. Finalmente, la actitud pasiva del Partido Popular, al darse cuenta de que nadie quería ir con ellos a ninguna parte, también ayudó a que esa situación de parálisis nos llevara a un callejón que sólo conducía a unas nuevas elecciones.Los resultados del 26 de junio nos han llevado a las siguientes conclusiones:
Mariano Rajoy es el único con un número de escaños suficientes para poder iniciar conversaciones con el resto de partidos para lograr su investidura. Ahora no puede echarse para atrás. En segundo lugar, el PSOE de
Pedro Sánchez ha vuelto a romper su suelo electoral pero sus 85 diputados son fundamentales para lograr la estabilidad que tanto solicitan las élites económicas, financieras y políticas del país. En tercer lugar,
Podemos ha sido presa de su propia ambición al plantear estas elecciones del 26J como una segunda vuelta de las anteriores e intentar captar el voto que no pudo captar el 20D porque la campaña se les quedó corta. Ni siquiera la coalición con IU les ha hecho ganar ni un solo escaño, por tanto, con el número de diputados que tiene el PP sus 71 son prácticamente irrelevantes a la hora de formar gobierno (además que el PP ni se va a dirigir a ellos). Finalmente,
Ciudadanos va a ser nuevamente la mosca cojonera que va a intentar estar en todas las salsas para no perder cuota de protagonismo aunque los escaños con los que cuentan son insuficientes para lograr investir a Rajoy.
queda claro que el partido clave para que haya gobierno es el PSOE
Por tanto, queda claro que el partido clave para que haya gobierno es el PSOE. Sus 85 diputados son fundamentales para que Mariano Rajoy pueda ser Presidente, ya sea por un apoyo a su investidura o por una abstención a la misma para que en la segunda vuelta pudiera alcanzar la mayoría simple. Este papel de los socialistas podría parecer que pudiera llegar a ser positivo para
un partido que gracias a la actitud errática de su líder se está descomponiendo y va perdiendo apoyos según van pasando las citas electorales. Sin embargo, no es así porque cualquier camino que adopte el PSOE puede ser negativo de cara a sus votantes. Si los 85 diputados socialistas votaran a favor de la investidura de Rajoy y entraran a formar parte de un gobierno de coalición sería visto como una traición más a su ideario y a sus votantes que, precisamente, depositaron su confianza en Pedro Sánchez para que el PP no volviera a gobernar en este país. Si los 85 diputados socialistas se abstuvieran y permitieran que Mariano Rajoy fuera investido presidente en segunda vuelta también sería tomado como una traición por las mismas razones expuestas anteriormente. Finalmente, si los 85 diputados socialistas hicieran lo correcto y votaran en contra de Rajoy, en caso de que se repitieran las elecciones muchos culparían al PSOE de ser el culpable de esa repetición y, por lo tanto, sería gravemente castigado en las urnas. Estas tres opciones y su retorno negativo son la consecuencia de haber pasado de ser un partido de gobierno a como lo ha dejado Pedro Sánchez, como un partido bisagra.Evidentemente, si el PSOE decidiera apoyar a Rajoy o abstenerse para que éste sea investido tendría que ser con unas condiciones muy duras y de inmediato cumplimiento:
- Derogación total de la Reforma Laboral
- Derogación total de la Ley Mordaza
- Derogación total de todas y cada una de las leyes que han posibilitado las políticas de austeridad presupuestaria y de los recortes del Estado del Bienestar
- Reforma constitucional según los parámetros socialistas, incluyendo el artículo 135
- Modificación total del mercado de trabajo
- Aplicación maximalista de la Ley de Memoria Histórica
Es evidente que con los resultados logrados por Pedro Sánchez el 26J no se puede aspirar a gobernar y, por lo tanto,
el sitio del PSOE está en la oposición. Sin embargo, existe una cuarta vía que requerirá de acuerdos con Unidos Podemos y es gobernar desde la oposición. Esto es posible y sería un modo de ganar apoyos por parte de los ciudadanos. Presentarse ante éstos con un acuerdo de gobierno donde se primen las necesidades de la ciudadanía frente a las demandas de las élites y de las instituciones supranacionales sería el mejor aval para las próximas elecciones generales que, con el mapa parlamentario actual, serán convocadas no más allá de dos años. Por otro lado,
obligar a la derecha a aprobar leyes que no se encuentran en su ideario sería un cañonazo a la línea de flotación de los conservadores quienes se verían obligados a tragar con los proyectos de ley de los partidos progresistas o a convocar unas nuevas elecciones. No es ninguna quimera lo que se propone en estas líneas, es una realidad muy viable siempre que los líderes progresistas estén a la altura de las circunstancias y, desgraciadamente, uno por inoperancia y el otro por soberbia, lo pondrán muy difícil.