Los últimos sondeos demoscópicos traducen en cifras la nefasta gestión política de Pablo Casado en las últimas semanas. La guerra abierta del líder popular con Isabel Díaz Ayuso pasa factura al PP, que dilapida la sustanciosa ventaja que había adquirido respecto al PSOE a costa de la crisis por la pandemia y el descontento social. También los socialistas se resienten de la erosión, lo que vuelve a constatar la mala salud del bipartidismo. Según el último barómetro del CIS, Unidas Podemos y Vox aumentan sus expectativas de voto mientras PSOE y PP se estancan, aunque sin duda son los populares quienes pagan más acusadamente los malos resultados.
Así, de celebrarse hoy las elecciones, Podemos subiría 1,8 puntos hasta el 13,6 por ciento de los votos (mejoraría en 0,6 puntos los resultados de los comicios de noviembre de 2019). A su vez, el partido de Santiago Abascal también se beneficia de una importante subida de 1,1 puntos hasta situarse en el 14,3 por ciento de los sufragios. Esta mejoría de los partidos alternativos se produce a costa del bipartidismo. El PSOE mantiene un sólido granero del 27,6 por ciento de los votos y aunque en noviembre desciende 0,9 puntos respecto al sondeo anterior puede decirse que salva los muebles teniendo en cuenta la crisis galopante por la que atraviesa el país. Más acentuada es la erosión que sufre el PP, que baja 1,2 puntos hasta un 20,9 por ciento. Según el CIS, la distancia entre PSOE y PP es de 6,7 puntos. Por bloques, la derecha (PP, Vox y Cs) consigue un 40,9 por ciento en la intención de voto, mientras que la izquierda (PSOE, UP y Más País-Compromís) alcanza el 44,3.
Distintos datos arroja el sondeo elaborado por el Instituto DYM para HENNEO. Según esta encuesta, Pablo Casado ganaría hoy las generales, pero perdería 3,4 puntos en un mes y caería al 25,8 por ciento de los votos. El PSOE recupera 1,1 puntos desde octubre y se sitúa en el 25,5 por ciento. Lo cual revela que la brecha entre ambos partidos, que era de 4,8 puntos en el anterior sondeo, ahora sería de solo tres décimas (el PP obtendría entre 106 y 111 escaños, frente a los 100 a 105 de los socialistas). No son buenos datos para la coalición de izquierdas, ya que, entre PP, Vox y Cs podrían reunir entre 170 y 180 diputados, suficiente para dar un vuelco político en España. A su vez, socialistas y morados solo obtendrían entre 129 y 137 escaños (hoy tienen 155), quedando lejos del poder (ni siquiera podrían formar gobierno con el apoyo de los nacionalistas, como viene ocurriendo hasta ahora).
De estos números se extraen varias conclusiones. En primer lugar, que el Gobierno paga el desgaste de la crisis, aunque está lejos del descalabro que predicen algunos. En segundo término, que Pablo Casado ha dilapidado en apenas un mes los buenos resultados de octubre, cuyas encuestas le daban una ventaja de casi diez puntos. El factor principal es, sin duda, la guerra interna en Génova 13, una pugna por el poder aireada públicamente que el electorado penaliza gravemente. En tercer lugar, cabe destacar que Vox sigue creciendo, un fenómeno que tiene que ver con la sangría de votos del PP hacia la formación ultraderechista de Santiago Abascal. Parece claro que cada vez más votantes del PP ven a la formación verde como una alternativa al partido de Casado, que sigue lastrado no solo por las luchas intestinas sino por la resaca de la corrupción. Además, Vox está sabiendo canalizar parte del descontento social en la calle a causa de la crisis económica y las restrictivas medidas sanitarias. Ayer mismo, sin ir más lejos, Abascal lanzó un guiño a los trabajadores del Metal de Cádiz, en huelga por las nefastas condiciones laborales que sufren desde hace años. “Nos parece muy significativo que el Gobierno utilice medidas más contundentes contra los trabajadores desesperados que contra quienes asaltan nuestras fronteras o dan un golpe separatista en Cataluña”, afirmó el líder de Vox. El mensaje ultra va calando mientras Pedro Sánchez no consigue dar con la clave para solucionar los graves problemas sociales y transmitir confianza en el futuro.
Finalmente, está por ver cómo influye el efecto Yolanda Díaz en las expectativas de voto. El Frente Amplio impulsado hace unos días en Valencia por la propia ministra de Trabajo junto a Mónica Oltra (líder de Compromís), Ada Colau (alcaldesa de Barcelona), la portavoz de Más Madrid en la Asamblea regional, Mónica García, y la política ceutí Fatima Hamed Hossain parece haber despertado la curiosidad del sector más a la izquierda del PSOE. La atomización puede perjudicar al bloque progresista mientras la alianza de las derechas parece, hoy por hoy, más consolidada. Con todo, a falta de dos años para las elecciones puede decirse que hay partido, ya que el escenario es muy volátil y cambiante.