Hernán Carlos Chacón Soto, uno de los siete oficiales condenados por el Tribunal Supremo chileno el lunes pasado, debido a su implicación en las torturas y el homicidio del cantautor Víctor Jara y Littré Quiroga en 1973, en pleno régimen de Augusto Pinochet decidió terminar con su vida en su residencia en Las Condes momentos antes de que fuera arrestado y trasladado a la prisión de Puntateuco, donde cumpliría una sentencia de 25 años.
Unidades de la sección de derechos humanos de las fuerzas de seguridad chilenas llegaron al domicilio de Chacón Soto en Las Condes con el propósito de ejecutar su arresto. El oficial, de 86 años de edad, solicitó ingerir una medicina, aprovechando ese momento para quitarse la vida.
Defensa de Chacón Soto
La defensa de Chacón Soto mantuvo una postura constante a lo largo del extenso proceso legal, alegando que durante el contexto de represión tras el golpe de Estado, el brigadier simplemente desempeñaba el rol de mayor del Ejército encargado de vigilar el perímetro exterior del Estadio Chile, donde miles de personas detenidas fueron confinadas. Sin embargo, el fallo emitido el lunes refutó esta afirmación, estableciendo que Chacón Soto tenía conocimientos tácticos e inteligencia que le permitieron involucrarse activamente en los interrogatorios y la clasificación de los detenidos.
El fallo también destacó que varios testimonios corroboraron su participación en las tareas de selección y que portaba un arma coincidente con las lesiones que causaron la muerte de Víctor Jara y Littré Quiroga.
Este desenlace añade una nueva dimensión de complejidad a un caso que ya es emblemático en la búsqueda de justicia por los abusos de derechos humanos cometidos durante el régimen de Pinochet. La muerte de Chacón Soto pone fin a la posibilidad de que cumpla su condena y provoca una reflexión en la sociedad chilena acerca de la importancia de la verdad y la justicia en la memoria histórica del país.