Indignación y máxima preocupación es lo que han manifestado casi todas las formaciones políticas, dentro y fuera de nuestras fronteras, por la ligereza con la que el nuevo PP de Feijóo ha dado paso a la extrema derecha a formar parte del gobierno de Castilla y León. Pero lo cierto es que el presidente de la comunidad castellanoleonesa, Alfonso Fernández Mañueco, se siente cómodo con sus socios. De casta le viene al galgo.
Y es que el actual presidente de Castilla y León hereda en su ADN el "buen rollito" con personajes de este pelaje. Su padre, Marcelo Fernández Nieto, colaboró activamente con la dictadura franquista; desempeñó por designación del dictador Francisco Franco el cargo de alcalde de Salamanca entre el 2 de mayo de 1969 y el 31 de mayo de 1977; fue procurador en Cortes, en representación del llamado "tercio familiar" entre 1967 y 1971 y, fue magistrado juez de Salamanca, ejerciendo también la abogacía.
En 1976, el último Gobierno de la dictadura le nombra, como agradecimiento a los servicios prestados, gobernador civil de Zamora (así como jefe provincial del «Movimiento Nacional»).
Es por eso que el mutismo sobre las políticas en materia de Memoria Histórica tiene un porqué. Vox, al iniciar las negociaciones para acordar un Gobierno, planteaba con meridiana claridad, en sus exigencias, la derogación del decreto de Memoria Histórica. Fernández Mañueco seguramente celebraba esta condición de la extrema derecha. Nada es casualidad. El presidente aseguraba después que se mantendrá el Consejo Asesor para la Memoria Histórica, presidido por el ex secretario general de Comisiones Obreras en Castilla y León, Ángel Hernández, veremos. De entrada, estos días ya asistimos a la dimisión de Ángel Hernández "por incompatibilidad democrática y ética".
Sí es cierto que algunos hijos de reconocidos colaboradores del dictador se rebelaron contra el régimen, pero también es cierto que en las filas del Partido Popular se reconocen, en multitud de territorios, apellidos que formaron parte de la durísima represión que sufrió España durante décadas con Francisco Franco tras la guerra civil. Fernández Mañueco, digno hijo de su padre.
La violencia machista tampoco le parece tema relevante a Mañueco y, asume la negativa de VOX ante esta lacra que azota las vidas de las mujeres y contra la que se lucha activamente desde todos los ámbitos. En el acuerdo que ha firmado con la ultraderecha no figura el término contra el que todas las fuerzas políticas llegaron a un consenso en el pacto de Estado en 2017. A partir de ahora, la violencia de género en Castilla y León no existe y pasa a llamarse "violencia intrafamiliar". Un término que tiene el sello de VOX con el peligroso trasfondo ideológico que conlleva.
En Educación, Vox fomenta la educación "libre de adoctrinamiento ideológico", hasta tendría, su gracia si no fuera por la gravedad que implica, que precisamente el líder de VOX en Castilla y León, García-Gallardo,aseguraba hace unas semanas que en los colegios "hay activistas que manipulan". Capaces son de eliminar parte de la historia de este país en los libros de historia, justo la que precisamente no les beneficia.
Ahora se entiende mejor que el PP se haya aliado con una formación cuyo cabeza de lista sostuvo que existe “una inmigración con una capacidad de adaptación limitada” y señaló a las personas del norte de África como presuntas responsables de “violaciones en manada”. Mañueco y la extrema derecha son cuña de la misma madera.