Banco Santander elige el dinero sucio: promesas de cero emisiones mientras financia el fin del planeta

La entidad se presenta como comprometido con la sostenibilidad, pero sus acciones la sitúan en el lado equivocado de la historia por allanar el camino para que los grandes contaminadores sigan recibiendo miles de millones en financiación

31 de Julio de 2025
Actualizado a las 11:04h
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Banco Santander Contaminacion
Foto: FreePik

Banco Santander ha vuelto a quedar en el centro de la polémica tras volverse a alinear con el lado equivocado de la historia y recuperar el espíritu de los Sith que ha inundado la trayectoria de la entidad cántabra desde su fundación. El pasado 3 de julio de 2025, el banco español actualizó su Política de Gestión de Riesgos Ambientales y Sociales, debilitando aún más unas restricciones que ya eran consideradas insuficientes por las organizaciones climáticas. La actualización supone un retroceso alarmante respecto a la versión anterior publicada en marzo, y pone en entredicho el compromiso del banco con sus propias metas de cero emisiones netas para 2050 y con el Acuerdo de París.

El contraste con sus promesas públicas es flagrante. Santander fue uno de los miembros fundadores de la Net-Zero Banking Alliance (NZBA) en 2021, comprometiéndose a reducir las emisiones de sus carteras de préstamos e inversiones a cero neto a mediados de siglo. Un mes después, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) dejó claro que ese objetivo implicaba no financiar nuevos yacimientos de petróleo y gas ni nuevas minas de carbón. Sin embargo, entre 2021 y 2024 Santander se situó entre los 25 bancos que más dinero destinaron a las grandes corporaciones de combustibles fósiles, según el informe Banking on Climate Chaos 2025.

Primero fue el impostado feminismo de Ana Patricia Botín. Ahora es el ecologismo y la lucha contra el cambio climático.

Un retroceso deliberado

La nueva política de Santander elimina el compromiso de no financiar a nuevos clientes de exploración y producción de petróleo, permitiendo que el banco vuelva a conceder financiación de propósito general a estas empresas. También ha suavizado la exigencia a nuevos clientes con ingresos vinculados al carbón, que ya no tienen que presentar un plan sólido para reducir su exposición a este combustible al 10% o menos para 2030.

Este giro tiene consecuencias directas. La mayoría de la financiación para combustibles fósiles no se canaliza hacia proyectos concretos, sino que se otorga en forma de financiación corporativa general. Según datos de Banking on Climate Chaos, esta modalidad representó el 93,6% del total entre 2021 y 2024. Al suprimir su única exclusión relevante a nivel de cliente en el sector del petróleo convencional, Santander abre de par en par la puerta a seguir siendo un actor clave en la expansión de los combustibles fósiles.

En el caso del carbón, la entidad también ha debilitado su compromiso de abandonar este combustible para 2030. Su política anterior prohibía prestar dinero a empresas cuya facturación dependiera en más de un 10% del carbón térmico o que poseyeran minas de carbón a partir de esa fecha. Ahora, el banco se concede a sí mismo nuevas excepciones que le permitirán seguir financiando a estos clientes incluso después de 2030 con el pretexto de “financiación sostenible y de transición”.

Lagunas, falsas soluciones y clientes que no cumplen

El nuevo texto permite incluso financiar a compañías del carbón y el petróleo a través de sus matrices siempre que el dinero, en teoría, no se destine directamente al carbón térmico. Santander admite que, si se detecta que los fondos han ido a parar a ese sector, se “comprometerá con el cliente para encontrar una solución”. Un enfoque tan vago como permisivo.

La referencia a “financiación sostenible” es una coartada peligrosa. Bajo este concepto podrían colarse proyectos de dudosa eficacia climática como la captura y almacenamiento de carbono o el uso de biomasa, consideradas por muchos expertos como falsas soluciones. Además, en lugar de premiar a los clientes que hayan iniciado una transición real, la nueva política de Santander garantiza oxígeno financiero a empresas que han demostrado no estar alineadas con el Acuerdo de París.

Lo más grave es que la entidad ya anticipa que muchos de sus clientes del carbón no podrán cumplir sus objetivos para 2030. En lugar de cortar los lazos, Santander opta por flexibilizar las reglas para mantener relaciones comerciales con actores que siguen apostando por expandir la energía más contaminante.

Una estrategia incompatible con el cero neto

La decisión de Santander se produce en un momento crítico para la lucha contra el cambio climático. La propia AIE ha reiterado que no son necesarios más proyectos de petróleo, gas o carbón si el mundo quiere limitar el calentamiento global a 1,5ºC. El banco, sin embargo, parece haber elegido el camino contrario: aumentar su financiación a las compañías que más contribuyen a la crisis climática.

Lejos de corregir las deficiencias de su política anterior, que ya dejaba fuera sectores clave como la infraestructura de petróleo y gas midstream, la actualización de julio rebaja todavía más el nivel de ambición. El mensaje es claro: Santander prioriza el negocio a corto plazo sobre cualquier compromiso climático.

Críticas de las organizaciones climáticas

Las reacciones de la sociedad civil no se han hecho esperar. Organizaciones como BankTrack han acusado al banco de “dar la espalda a París” y de “crear lagunas que perpetúan la dependencia de los combustibles fósiles”. Estas entidades exigen que Santander elimine de inmediato las nuevas excepciones, restituya sus compromisos de exclusión para el petróleo y el carbón, y cese toda financiación a empresas que desarrollen nuevos proyectos de combustibles fósiles.

El problema es que Santander ya ha demostrado que puede aumentar su apoyo a las empresas del carbón, petróleo y gas incluso bajo políticas supuestamente estrictas. La actualización de julio envía una señal inequívoca: el mayor banco de España no está dispuesto a incomodar a sus clientes más contaminantes aunque ello suponga incumplir sus compromisos de cero neto y contribuir al colapso climático y la destrucción del planeta.

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