Carl Lutz, autor de la mayor operación de salvación de judíos durante la II Guerra Mundial

14 de Agosto de 2023
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Holocausto Budapest

Puede que su nombre no le suene, como me ocurrió a mí al conocer su caso, pero fue el diplomático y el hombre que gracias a su sentido del deber y del honor salvó más judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Aparte de este gran mérito, que ya de por sí le encumbró a ser elegido como Justo de las Naciones por el Yad Vashem, su biografía llama la atención por ser un hombre hecho así mismo a base de tesón, lucha y trabajo y por su talante humanitario sin mácula de duda.

Lutz nació el 30 de marzo de 1895 en la localidad de Walzenhausen, perteneciente al Cantón de Appenzell, al nordeste de Suiza, donde asistió a la escuela local. Su padre era dueño de una cantera de arenisca y en 1909, cuando apenas contaba con 14 años de edad, su madre falleció de tuberculosis. Al año siguiente comenzó a trabajar como aprendiz en una fábrica textil en St. Margrethen.

En 1913 emigró a Estados Unidos, donde vivió durante más de veinte años. Hasta 1918 trabajó en Granite City, Illinois, con el fin de ahorrar dinero para pagarse sus estudios universitarios. Entre 1918 y 1920, estudió en el Central Wesleyan College de Warrenton (Misuri) y años más tarde, en 1920,  Lutz encontró trabajo en el consulado suizo de Washington, D.C., continuando sus estudios en la Universidad George Washington, donde se graduó en 1924. 

Dos años después, en 1926, Lutz fue nombrado canciller del Consulado de Suiza en Filadelfia y posteriormente en el consulado de San Luis (Misuri), donde sirvió hasta 1934. Ese mismo año conoció a su primera esposa, Gertrud Fankhauser, con la que contrajo matrimonio en enero de 1935, justo antes de ser destinado al Consulado General de Suiza en Jaffa, en ese momento bajo el Mandato británico de Palestina, donde sirvió hasta 1942. En 1936, desde su apartamento, él y su esposa vieron a un judío desarmado siendo linchado por una multitud árabe.

DESTINADO EN BUDAPEST

Nombrado en 1942 vicecónsul de Suiza en Budapest, Lutz pronto comenzó a cooperar con la Agencia Judía para la Tierra de Israel. Emitió salvoconductos suizos que permitieron evacuar a más de 10.000 niños húngaros y evitaron la deportación de 62.000 judíos. Una vez que los nazis tomaron Budapest, en 1944, comenzaron a deportar a la población judía a los campos de exterminio. Lutz negoció un trato con el gobierno húngaro y los ocupantes nazis y obtuvo permiso para emitir cartas de protección a 8.000 judíos húngaros para su emigración a Palestina.

Lutz usó deliberadamente sus permisos para asignarlos a 8.000 familias en lugar de 8.000 individuos, y procedió a emitir decenas de miles de cartas de protección adicionales, todas ellas con un número entre uno y 8000. También instaló más de setenta "casas seguras" alrededor de Budapest, declarándolas anexos de la legación suiza y, por lo tanto, fuera del alcance de las fuerzas húngaras o los soldados nazis. Entre las casas seguras se encontraba la ahora conocida  como "Casa de cristal" (Üvegház), en la calle Vadász 29 de la capital húngara. Unos 3.000 judíos húngaros encontraron refugio en la "Casa de cristal" y en un edificio vecino.

Como nos cuenta una página web suiza que relata su caso, Lutz no estaba solo: “Obviamente, el diplomático no actuó solo. La Casa de Cristal era el cuartel general de los Jóvenes Sionistas que emprendieron el “inmenso trabajo logístico” que creó la confección de los papeles de inmigración y de protección, cuenta Anita Halasz, ex representante de la Fundación Carl Lutz en Ginebra. Fueron apoyados por el Comité Internacional de la Cruz Roja, otros diplomáticos helvéticos o extranjeros (como el sueco Raoul Wallenberg, a quien Carl Lutz explicó su método) y personalidades judías como Miklos Krausz”.).

El periódico argentino Infobae relataba así sus hazañas en la capital húngara:”Cooperando con la Agencia Judía, organización en Palestina que coordinaba la inmigración judía, emitió salvoconductos para más de 10.000 niños judíos húngaros y se estima que gracias a sus gestiones 60.000 personas escaparon del Holocausto. Sus tácticas fueron muchas y en todo momento contó con la ayuda de Gertrud. Emitían, por ejemplo, cartas de protección (Schutzbriefe) del gobierno suizo, neutral durante la guerra, para retrasar su deportación a los campos de concentración. También otorgaron 50.000 pasaportes que permitieron la salida del país, y coordinaron el envío de ayuda médica y comida a estas poblaciones en riesgo”.

Incluso se cuenta la historia, no corroborada como real por ninguna fuente, de que en una ocasión el diplomático se lanzó al río Danubio para rescatar a una mujer judía baleada por fascistas húngaros y arrojada a su muerte en el curso de agua. Lutz emergió con la víctima y enfrentó a los oficiales, haciendo valer su autoridad y los papeles que había conseguido para ella. Finalmente, logró llevar a la mujer a un centro médico y salvar su vida.

En Budapest, Lutz también conoció a Raoul Wallenberg, diplomático sueco que da nombre a  una fundación y que fue también responsable de salvar a más de 62.000 personas del Holocausto antes de morir como prisionero de los soviéticos en 1947, instruyéndolo rápidamente en los métodos de rescate. Cuando Hungría fue liberada de los nazis por el Ejército Rojo, Lutz permaneció allí asegurando el bienestar de los judíos que no habían logrado aún emigrar, y en enero de 1945, poco antes del fin de la guerra, retornó finalmente a Suiza.

Con la ayuda de su primera esposa, Gertrud Lutz Fankhauser, estableció en Budapest 76 casas de protección para judíos y continuó liberándolos de los centros de deportación y las marchas de la muerte. Como tantos otros que habían ayudado a los judíos durante la Segunda Guerra Mundial, al finalizar la misma fue condenado al olvido por haber desobedecido instrucciones expresas de la Cancillería de no involucrarse en el ”problema judío”, aún cuando contó con el apoyo tácito de sus inmediatos superiores en Budapest, Maximillian Jaeger y Harald Feller. De hecho el gobierno suizo impidió que Lutz progresara en su carrera diplomática y siempre le dio destinos de segunda categoría. 

RECONOCIMIENTO TARDIO

Una vez terminada la guerra y de regreso a Suiza, nadie le reconoció nada a este heroico diplomático y a su esposa, Gertrud, que también había tenido un papel importante en las labores de salvación de judíos puestas en marcha por su esposo. Realmente, hasta 1958 Lutz no fue completamente rehabilitado por su Cancillería en Suiza y sus hechos, en un gesto infame y vergonzoso para su país, no han sido reconocidos como debían hasta fechas muy recientes. Tradiciones vergonzosas que tienen que ver con la ignominiosa “neuralidad” suiza.

En su vida privada, hay que destacar que tras la guerra, en 1946, se separó de su mujer y que en 1949 contrajo matrimonio con Magda Csányi, quien durante la ocupación nazi de Budapest había sido protegida por Lutz como trabajadora en su propia casa para salvarla la vida junto a su hija Agnes, y, en la profesional, reseñar que después ocupó varias responsabilidades diplomáticas, antes de ser nombrado Cónsul General de Suiza en Bregenz (Austria), donde se jubiló en 1961.

La recomendación pública tras años de olvido finalmente llegó aunque muy tardíamente: “El reconocimiento le llegó en el extranjero, donde fue nominado varias veces al Premio Nobel de la Paz. Fue el primer suizo en ser reconocido, en 1964, como Justo entre las Naciones. Carl Lutz falleció el 13 de febrero de 1975 en Berna. Hizo falta esperar veinte años para que una biografía mayor le fuera consagrada en Suiza por Theo Tschuy (Carl Lutz y los judíos de Budapest). “De joven, Carl Lutz le pidió a Dios que le otorgara una misión particular. Y cuando los judíos de Budapest le pidieron socorro, para él fue la respuesta a su petición”, dice Xavier Cornut. “Esta es la quintaesencia del concepto de “Justo entre las Naciones”: La persona que, cuando otros se rinden, sabe mantener su dignidad humana en contra de todo.”

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