El Congreso, escenario del revisionismo machista

Las jornadas contra la “ideología de género” blanquean el odio a mujeres bajo el disfraz de debate jurídico

05 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 9:44h
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El Congreso, escenario del revisionismo machista

El Congreso albergó un acto impulsado por Vox y Anavid en el que se negaron las violencias machistas y se defendieron bulos. La ministra Ana Redondo lo denunció como “un aquelarre negacionista”

El salón Ernest Lluch del Congreso de los Diputados acogió este jueves un acto tan previsible como vergonzoso. Vox, junto a la Asociación Nacional de Ayuda a las Víctimas de Violencia Doméstica (Anavid), organizó una jornada bajo el título “Ideología de género y denuncias falsas”, que no fue otra cosa que una nueva ofensiva negacionista contra las políticas de igualdad y los derechos de las mujeres.

Bajo el disfraz de un encuentro jurídico, los ponentes —entre ellos un exmagistrado del Supremo, abogados ultraconservadores argentinos y portavoces de colectivos abiertamente antifeministas— sembraron bulos, atacaron los pilares de la ley de violencia de género y ridiculizaron la identidad de las personas trans. Fue un ejercicio de propaganda machista en el corazón de la democracia.

Una estrategia política para deslegitimar derechos

Vox no improvisa. Su guerra contra el feminismo institucionalizado forma parte de una estrategia estructurada que busca socavar los consensos básicos en torno a la igualdad, los derechos humanos y la protección frente a las violencias machistas. Lo que antes hacían en platós o redes sociales, ahora lo trasladan al Parlamento, con la misma carga de odio, pero envuelto en lenguaje jurídico.

Jesús Muñoz, vicepresidente de Anavid, llegó a equiparar las leyes de protección de las mujeres con el derecho penal del nazismo. En su intervención, se jactó incluso de haber “destrozado” a la abogada de su expareja en un proceso judicial. No era un análisis: era un ajuste de cuentas en directo. Su discurso, plagado de afirmaciones sin base empírica, defendió sin pudor que “en España se juzga a los hombres por tener pene”, una barbaridad que banaliza las violencias y ofende a las víctimas reales.

El exmagistrado del Supremo Francisco Javier Borrego no se quedó atrás. En un gesto burlesco que cruzó la línea del respeto y del derecho, parodió la ley trans declarando sentirse “Francisca Javiera” durante dos segundos. Un intento de mofa que no solo ataca la dignidad de las personas trans, sino que deslegitima leyes aprobadas democráticamente para proteger vidas reales.

Negar la violencia es blanquearla

La ministra de Igualdad, Ana Redondo, no tardó en responder, calificando el acto de “aquelarre negacionista” y denunciando el peligro que supone dar espacio a discursos que niegan lo evidente: que en España siguen asesinando a mujeres por el hecho de serlo. A estas alturas, negar la violencia machista no es una opinión, es una forma de violencia institucional.

El negacionismo de Vox no es inocente ni anecdótico. Se articula para socavar los logros del movimiento feminista, debilitar la arquitectura legal de protección y legitimar socialmente los discursos misóginos. Lo hacen con rostro serio y corbata, desde escaños públicos, en jornadas que simulan objetividad, pero que son, en el fondo, tribunas del odio.

Y en este contexto, es imprescindible reconocer el valor de quienes denuncian, nombran y se enfrentan a estos discursos. El feminismo no puede permitirse callar. Las instituciones no pueden permitirse la neutralidad. La democracia no puede ser altavoz del machismo.

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