Ábalos no tira de ninguna manta (por mucho que se empeñe la caverna)

El exministro de Transportes concede entrevistas lacrimógenas para decir que lo está pasando muy mal, pero sin aportar pruebas de la implicación de Sánchez en el caso Koldo

24 de Julio de 2025
Actualizado a las 10:07h
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Sánchez y Ábalos en una imagen de archivo
Sánchez y Ábalos en una imagen de archivo

José Luis Ábalos ha concedido una entrevista a El Confidencial para, supuestamente, tocar el tema de Begoña Gómez, del empresario Javier Hildago y del rescate de la compañía aérea Air Europa. “Sabía que entre ellos había un conocimiento personal”. Y ese titular, tan poca cosa, tan trivial, ha servido para que la caverna mediática organice una nueva polvareda alrededor de la familia monclovita.

“Un conocimiento personal”. Ábalos no habla de negociaciones prohibidas, ni de documentos comprometedores, ni siquiera de uno de esos audios de Koldo o de la UCO. Solo de “un conocimiento personal”. Y si un “un conocimiento personal” entre una persona relacionada con la política y un financiero es suficiente para llenar páginas, reportajes y programas de televisión, es que estamos muy mal y el Estado de derecho ha caído de lleno en el fango del bulo.

Más allá de esa declaración abstracta sobre Begoña Gómez e Hidalgo, no hay nada que permita asegurar que la esposa del presidente mediara con Ábalos para que se cerrara el reflotamiento de la aerolínea. Sin embargo, los titulares siguen saliendo. Cosas como “Ábalos tira de la manta”; “Ábalos suelta la liebre”; “Ábalos desata el caos en el PSOE”. Paren rotativas. Bien mirado, si hubiese algo sustancial, sólido, para inculpar al matrimonio Sánchez/Gómez en un pelotazo aeronáutico, ya lo habría puesto en negro sobre blanco el juez Peinado. Y no ha sido así. En más de un año de investigación, el polémico magistrado ídolo de la afición ultra no ha podido encontrar ni un solo indicio de corrupción en esos contactos y hasta la Audiencia Provincial de Madrid ha tenido que salir al paso para sugerirle al instructor que deje de husmear en el caso Air Europa o podría estar incurriendo en una investigación prospectiva prohibida por la ley.

Ni la Guardia Civil, ni la Fiscalía, ni los jueces han encontrado nada, hasta la fecha, que permita acusar de prevaricación o tráfico de influencias a Sánchez y su esposa. Y no será porque el asunto no se ha mirado con lupa, revisado y más que analizado por arriba y por abajo, por detrás y por delante. Lo de Air Europa fue lo que fue: una operación de Estado, en interés del Estado y hecha por el Estado para evitar que se hundiera una empresa estratégica. En noviembre de 2020, el Consejo de Ministros aprobó una ayuda pública a la aerolínea de 475 millones de euros. La subvención se otorgó, según el Gobierno, por el “carácter relevante en el transporte aéreo español, tanto por el volumen de pasajeros transportados como por los mercados y las rutas atendidas” por la compañía que preside Juan José Hidalgo. Todo el capital invertido se distribuyó de la siguiente manera: un préstamo participativo de 240 millones de euros (con interés variable sujeto a los beneficios de la empresa) otorgado en noviembre de 2020; y otro préstamo ordinario de 235 millones de euros, de los cuales se entregaron 100 millones en marzo de 2021 y 135 millones en mayo de 2021. Hasta ahí. No hubo más. Punto pelota. Pero el caso de la amistad de Begoña Gómez con Hidalgo tenía su morbo y la extrema derecha explotó el episodio en redes sociales y hasta la saciedad. A base repetir la mentira de que Air Europa fue un regalo de Sánchez a los amigos de su mujer, la leyenda se terminó haciendo realidad.

Pero hay más. Durante la entrevista, Ábalos no ha dudado en hablar de la relación entre Begoña Gómez y Javier Hidalgo. Al ser preguntado sobre si sabía que Air Europa estaba patrocinando al organismo del Instituto de Empresa que dirigía la esposa del presidente del Gobierno, el exministro asegura que “no”. Es decir, nada sabe sobre ninguna “colaboración formal” o profesional, nada sabe sobre un supuesto patrocinio, nada sabe sobre las negociaciones, aunque había “mucha ansiedad” en la familia Hidalgo, algo lógico por otra en parte entre empresarios que ven cómo su negocio se va al garete por un virus. “Durante la pandemia no podían volar. Sus deudas con los propietarios de los aviones, incluso con la propia AENA, crecían y estaban dificultando su operatividad. Por lo tanto, la angustia de la familia era muy grande. Los ritmos de la administración no satisfacían las necesidades de la compañía. En ese momento, es verdad que se pudieron plantear cualquier tipo de acceso o recurso con tal de acelerar el proceso”, admite. Todo para concluir que no tiene constancia de que se agilizaran los contactos por la mediación directa de Moncloa. Acabáramos.

Ábalos en ningún momento hace estallar ninguna bomba, ni desencadena ningún terremoto político, ni hay un antes y un después, tal como sugiere la prensa amarilla de la derecha madrileña. Tampoco aporta nada que no se sepa ya o que no se haya contado, profusamente, en los medios de comunicación. Vuelve a defender su inocencia, eso sí, desvinculándose de la trama Koldo y asegurando que su intención ha sido siempre la de colaborar con la Justicia. “Lo que pasa es que a veces parece que colaborar es delatar”, apunta. Más allá de eso, poco más: tristes comentarios sobre su ruina personal, esa que él mismo se ha buscado por su mala cabeza, por sus malas compañías, por sus vicios y costumbres, por lo que sea. El exministro se queja de que ha vivido 18 meses de “calvario”, de que lo han condenado antes del juicio, de que han atacado su casa y de que han “violentado” su intimidad. “La presunción de inocencia no la he tenido nunca. Esto es muy difícil de soportar”. Todo vale, con tal de que el teléfono siga sonando y a uno le sigan llamando los periodistas.

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