A esta hora, toda España se pregunta: ¿tiene pruebas concretas el empresario Aldama de su supuesta relación de amistad con Pedro Sánchez? Él mismo, a su salida de Soto del Real, dijo a los periodistas que las tiene y que las va a presentar, mientras que el presidente del Gobierno ha negado conocer a ese señor del que usted me habla, por emplear la terminología que en su día utilizó Mariano Rajoy para referirse al tesorero Bárcenas.
¿Qué cartas se guarda en la manga Víctor de Aldama, alias El Gominas? Podría estar en posesión de documentos sobre pagos a los diferentes cargos del PSOE a los que ha señalado con el dedo, pero no parece demasiado lógico. Nadie en su sano juicio sería capaz de dejar por escrito el producto de un soborno. Aunque nunca se sabe. Otra posibilidad es que el presunto cabecilla de la red Koldo, que salpica al exministro Ábalos y a su asesor y mano derecha, Koldo García, disponga de audios o grabaciones sobre conversaciones con Sánchez en alguna de esas reuniones que dice haber mantenido con el premier socialista. Esa hipótesis no es tan descabellada. Si es cierto que Aldama se codeaba con el CNI y otros servicios de inteligencia es más que probable que esté al tanto de las técnicas de investigación policial, entre las que se encuentra la captación de información audiovisual sobre una persona concreta para el caso de que ese material se tenga que utilizar en el futuro. De ser así, puede temblar Moncloa.
A esta hora, Aldama no ha aportado ni una sola prueba sobre pagos en sobres a políticos socialistas. Pudo haberlo hecho el jueves ante el juez Ismael Moreno, pero no lo hizo. ¿Dónde tiene guardado el material? ¿Por qué no lo saca ya? ¿Está jugando de farol? Todo son preguntas sin respuestas. Todo es mentira (salvo alguna cosa, como dijo aquel). Su abogado Choclán, experto en pactos con la Fiscalía para favorecer a clientes en apuros, ha trazado una estrategia de defensa muy clara: total colaboración con la Justicia en el esclarecimiento del caso Koldo, bajo el protocolo del testigo protegido y a cambio de beneficios penitenciarios, mientras se arroja basura contra el Gobierno. La primera parte de la ofensiva le servirá para rebajar penas en caso de una sentencia condenatoria (quizá seis o siete años, un castigo casi testimonial que le permitirá salir pronto de la cárcel); la segunda le reportará ruido político y mediático, que terminará por erosionar los cimientos del Ejecutivo de coalición. Este aspecto del plan resulta especialmente interesante para un hombre: Alberto Núñez Feijóo, que utilizará la metralla judicial del caso Koldo en su intento por acabar con Sánchez por la vía rápida. Ya lo está haciendo para tratar de desviar la atención de la nefasta gestión de la riada de Valencia hecha por su delfín Carlos Mazón. El cante de Aldama ante su señoría, en medio del chaparrón de negligencias de la Generalitat e ira de los valencianos, le ha venido como un maná caído del cielo al líder popular. Ni hecho a propósito. Todo parece demasiado calculado, medido, temporizado. En las últimas horas la prensa está publicando supuestos contactos del polémico empresario con el PP. Adjudicaciones, negocios, incluso compra de empresas fantasma a cierto gestor presuntamente salpicado por la trama Gürtel, tal como publica The Objective, un diario nada sospechoso de prosanchista.
Aldama, el presunto cerebro de la trama, se ha convertido en una pieza fundamental en las tareas de oposición destructiva del Partido Popular. Una bomba de relojería, o mejor, varias bombas que se irán detonando poco a poco a lo largo del tiempo. La sangría del Gobierno promete ser tan imparable como dolorosa. Aunque Aldama no consiga demostrar sus acusaciones con pruebas materiales contundentes, sin duda va a conseguir su propósito de socavar al PSOE con insinuaciones, sugerencias veladas, rumores con más o menos fundamento. Al Gobierno no le resultará fácil contrarrestar la feroz campaña mediática que van a desplegar la oposición y los medios de comunicación de la derecha. Es cierto que Sánchez tiene relativamente controlado el patio. Con la economía creciendo a buen ritmo, con la reforma fiscal recién aprobada (y con el aval de Europa) y con los Presupuestos Generales del Estado para el año que viene al alcance de la mano, no parece que peligre la estabilidad del Ejecutivo central. Sin embargo, los titulares sobre el caso Koldo prometen ser cada día más escandalosos. Y ya no vale con sacar la manzana podrida del cesto, en este caso el exministro Ábalos, expedientado por Ferraz y apartado en el Grupo Mixto. Harían falta medidas mucho más contundentes para frenar la barrancada que se le viene encima a Sánchez y a su equipo de ministros.
En ese contexto, no estaría de más que todos los denunciados por Aldama como receptores de presuntas mordidas en sobres presentaran una declaración patrimonial de bienes para justificar que no se han enriquecido ilegalmente. Esta iniciativa por propia voluntad serviría para llevar algo de tranquilidad al votante de izquierdas, noqueado por el escándalo. Aldama ha denunciado públicamente que Koldo García pagó 15.000 euros en efectivo a Santos Cerdán en “un bar enfrente de Ferraz”. El secretario de Organización del PSOE, clave en las negociaciones con Carles Puigdemont para la investidura de Sánchez, ya ha negado las acusaciones y ha anunciado querellas por calumnias e injurias. “Que geolocalicen los móviles, a ver si he estado con él”, propone el propio Cerdán seguro de que no le encontrarán nada. Pero su contundencia a la hora de sentenciar que todo es un montaje del siniestro Aldama no es suficiente. Los españoles tienen derecho a que el hombre que dirige el funcionamiento interno del partido en el poder se anticipe y zanje cualquier tipo de especulación sobre su integridad moral. Presentar esa declaración de bienes complementaria serviría para desmontar las acusaciones de Aldama, dejarlo sin armas. Y esto mismo vale para el ministro Víctor Ángel Torres (acusado de recibir una supuesta comisión de 50.000 euros) y para Carlos Moreno, jefe de gabinete de la ministra María Jesús Montero, a quien el empresario señala como beneficiario de otra mordida de 25.000 euros. Unos pagos que también ha negado rotundamente Santos Cerdán.
“Nosotros no hemos recibido dinero. Ni yo, ni el presidente del Gobierno, ni Ángel Víctor ni Carlos Moreno”, se defiende el secretario de Organización socialista. No basta con decirlo, la mejor forma de defender su honorabilidad y la de sus compañeros de partido es acudir al Parlamento, abrir la cartera y mostrar que no hay ni un solo céntimo ganado ilegalmente. Lo tienen fácil para salir de este atolladero. Si Aldama está mintiendo, debe saberse. La mera sombra de sospecha juega en contra de la democracia.