A lo largo de los últimos años, el Aeropuerto de Barajas ha sido el epicentro de varias controversias políticas en Madrid, especialmente por las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha utilizado repetidamente el aeropuerto como un símbolo de sus enfrentamientos con el Gobierno central, acusando de negligencia a las administraciones de Sánchez, mientras eludía la responsabilidad de la Comunidad de Madrid. Desde su alegato sobre la gestión del COVID-19 hasta la reciente polémica sobre los menores no acompañados y la situación de los sin techo, Barajas se ha convertido en un foco de manipulación política que ha sido aprovechado por Ayuso para crear un relato ficticio, distorsionado y lleno de mentiras.
El "coladero" del COVID: la primera gran manipulación
Durante los primeros días de la pandemia, cuando la crisis sanitaria se desbordaba, Ayuso utilizó Barajas como el principal chivo expiatorio. En medio de la emergencia, la presidenta madrileña acusó al Gobierno de España de no tomar medidas adecuadas en el aeropuerto, afirmando que Barajas se había convertido en un “coladero” del virus. Según Ayuso, la falta de controles adecuados en los vuelos internacionales había facilitado la llegada masiva de contagios a Madrid. Este argumento fue repetido en varias ocasiones en sus intervenciones públicas, intentando vincular la crisis sanitaria a la gestión del Gobierno central.
Sin embargo, los datos y los informes oficiales desmienten por completo esta acusación. En los informes epidemiológicos que se publicaron en ese periodo, se confirmó que los casos importados desde Barajas representaban menos del 1% del total de contagios en la Comunidad de Madrid. Mientras que la presidenta regional señalaba el aeropuerto como la causa principal de la propagación del virus, la realidad mostraba que la mayor parte de los contagios provenían de otras fuentes internas, como los brotes familiares, laborales y sociales.
En lugar de asumir su responsabilidad y coordinarse con otras administraciones para resolver los problemas que afectan a los madrileños, Ayuso ha utilizado Barajas como un elemento de confrontación política
A pesar de la evidencia, Ayuso continuó utilizando este argumento como un recurso para atacar al Gobierno central, desviando la atención de la inacción inicial de su propio Ejecutivo en los primeros momentos de la pandemia. La imagen de Barajas como un “coladero” quedó grabada en la opinión pública, aunque no tenga fundamento alguno en los hechos.
Los menores no acompañados: otra manipulación política
Tras la pandemia, Ayuso volvió a recurrir a Barajas para crear un nuevo relato, esta vez sobre los menores extranjeros no acompañados. En lugar de abordar el problema de manera coordinada con el Gobierno de España y otras administraciones, la presidenta madrileña optó por una estrategia de confrontación. Afirmó que la llegada de estos menores a Madrid estaba desbordando los recursos de la Comunidad y que el Gobierno de Sánchez no estaba haciendo lo suficiente para controlar el flujo de migrantes.
Ayuso hizo especial énfasis en que Barajas era la puerta de entrada para miles de menores no acompañados, responsabilizando al Gobierno central de la situación y pidiendo medidas más estrictas para el control en el aeropuerto. Sin embargo, una vez más, las estadísticas mostraron que los datos no coincidían con el discurso político de la presidenta. De hecho, muchos de los menores llegaban a Madrid a través de otros medios, como los puertos y las fronteras terrestres, y no exclusivamente por Barajas.
Además, el trato de estos menores por parte de la Comunidad de Madrid ha sido cuestionado en diversas ocasiones. La falta de recursos suficientes, la saturación de los centros de acogida y la falta de un plan claro de integración social y laboral han sido algunas de las críticas que han surgido tanto desde la sociedad civil como desde las organizaciones que trabajan en el ámbito de los derechos humanos.
Las personas sin hogar: el último golpe a Barajas
La última manipulación de Ayuso relacionada con Barajas tiene que ver con la creciente crisis de las personas sin hogar en Madrid. Desde hace meses, se han reportado casos de personas que duermen en la terminal T4 del aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, un reflejo de la incapacidad de las administraciones locales y autonómicas para ofrecer soluciones a la exclusión social. Este fenómeno ha colocado a Barajas en el centro del debate político, y una vez más, Ayuso ha intentado cargar las culpas sobre el Gobierno de Sánchez, a pesar de que la gestión directa de los servicios sociales y la atención a las personas sin hogar es competencia del Ayuntamiento de Madrid, presidido por José Luis Martínez-Almeida.
Mientras Ayuso ha intentado utilizar el aeropuerto como una excusa para justificar la inacción de su propio gobierno, los madrileños siguen sufriendo las consecuencias de la falta de políticas públicas efectivas para hacer frente a la creciente pobreza y exclusión social. La Comunidad de Madrid ha preferido continuar con un discurso político de confrontación, en lugar de abordar la problemática social de raíz. Y lo peor es que el alcalde de Madrid, Almeida, ha sido un actor clave en este fracaso, ya que, a pesar de tener las competencias para intervenir y ofrecer soluciones, ha optado por la desidia y el abandono.
La situación en Barajas ha puesto de manifiesto la falta de coordinación entre las administraciones locales y regionales, que siguen enfrentándose entre sí mientras las personas más vulnerables duermen en la calle. En lugar de ofrecer respuestas concretas y solucionar el problema de fondo, tanto Ayuso como Almeida se han limitado a culparse mutuamente y a utilizar la situación como moneda de cambio política.
El abandono institucional y la manipulación política
Es evidente que, en lugar de asumir su responsabilidad y coordinarse con otras administraciones para resolver los problemas que afectan a los madrileños, Ayuso ha utilizado Barajas como un elemento de confrontación política. El aeropuerto ha sido el escenario de diversas manipulaciones, desde la acusación infundada de ser un "coladero" del virus, hasta la actual crisis de las personas sin hogar, donde la presidenta sigue evadiendo sus responsabilidades.
Al final, lo que está en juego no son solo los discursos políticos, sino la vida de los madrileños. Las personas que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad, ya sean migrantes, menores no acompañados o personas sin hogar, siguen siendo objeto de un juego político que no parece tener en cuenta sus necesidades reales. Mientras tanto, las administraciones siguen señalándose mutuamente, y Barajas sigue siendo el epicentro de una confrontación política que no contribuye en nada a mejorar la vida de quienes más lo necesitan.
El relato que Ayuso está intentando imponer sobre Barajas está lleno de contradicciones y falsedades. Pero la realidad es clara: las soluciones a los problemas de Madrid pasan por asumir las competencias que le corresponden y dejar de lado las estrategias de manipulación política que solo sirven para desviar la atención de la falta de acción y responsabilidad.