Mientras Borja Sémper anuncia comparecencias con vocación de espectáculo, el nombre de Norberto Uzal, ex director general de la Xunta nombrado por Feijóo y promocionado por Rueda, brilla por su ausencia pese a su acusación por delitos que le podrían costar más de medio siglo de cárcel.
El Partido Popular ha convertido la comisión de investigación del Senado en una suerte de plató permanente, donde desfilan nombres al gusto de la agenda política del día. Lo que comenzó como una supuesta investigación para esclarecer la trama de Koldo y los contratos bajo sospecha ha degenerado en una maquinaria de distracción, un generador constante de titulares sin contexto. Y, como siempre que el barro salpica al PP, el foco se desvía con precisión quirúrgica.
Porque mientras Sémper saca pecho por citar a personas sin conexión entre sí y sin relación directa con la causa principal, hay un nombre que no aparece. Un nombre que sí tiene vínculos políticos, institucionales y judiciales con la dirección actual y pasada del PP gallego: el de Norberto Uzal, ex director general de Administración Local de la Xunta entre 2009 y 2013, nombrado en el primer gobierno de Alberto Núñez Feijóo y promocionado, según señalan medios gallegos, por Alfonso Rueda, su actual sucesor.
Hoy, Uzal se enfrenta a una acusación de fraude de IVA en hidrocarburos por valor de más de 150 millones de euros, y la Fiscalía le pide 53 años de prisión. Su implicación en la trama Delorme no es menor, ni periférica, ni especulativa: es central, documentada y judicializada. ¿Qué más hace falta para que el PP decida citarlo a declarar?
Una omisión que huele a encubrimiento
La noticia, publicada por medios gallegos con menos eco que los teatrillos del Senado, no ha tenido el mismo recorrido mediático que otros casos, quizás porque cuestiona directamente al aparato político del Partido Popular de Galicia. Uzal no es un desconocido: su nombramiento fue uno de los primeros movimientos de poder de Feijóo al frente de la Xunta, y se produjo en coordinación con Rueda, entonces conselleiro de Xustiza e Interior.
Para quien aún conserve dudas: no hablamos de un funcionario cualquiera, ni de un fichaje externo. Hablamos de un hombre del partido, con pasado político ultraderechista, según documentación recogida en medios gallegos en 2013, y entroncado en el PP local desde hace décadas. Su ascenso a la dirección general no fue accidental, sino parte del diseño institucional del PP gallego bajo el liderazgo de Feijóo. Y ahora que está implicado en una trama delictiva de proporciones colosales, el partido nacional decide que no tiene preguntas para él.
Esa ausencia no es un olvido: es una elección. Una elección que retrata a un partido más interesado en proteger a los suyos que en limpiar sus estructuras. Un partido dispuesto a convertir el Senado en plató televisivo mientras elude enfrentarse a su propia corrupción estructural.
El silencio de Feijóo, el blindaje de Rueda
Feijóo, hoy líder de la oposición, guarda silencio. No ha dicho una sola palabra sobre la implicación de su ex alto cargo en esta trama. Rueda, su heredero institucional, tampoco. La Xunta tampoco. La dirección nacional del PP, tampoco. Una coreografía de mutismo que sólo se rompe para señalar a otros, para arrojar sombras sobre rivales o alimentar sospechas sobre contratos ajenos.
En contraste, los hechos sobre Uzal son públicos, judicializados y documentados. Que el juicio haya sido suspendido esta semana por la incomparecencia del principal acusado no cambia ni una coma del expediente: el segundo en relevancia en esa causa es un hombre que formó parte del gobierno de Feijóo. Y esa sola realidad bastaría para justificar una comparecencia inmediata en cualquier comisión de investigación seria. Pero la seriedad ha abandonado hace tiempo el Senado de la mano del Partido Popular.
El resultado es una comisión que sirve más para proteger que para investigar, más para proyectar un relato que para esclarecer la verdad. Una comisión que ha decidido mirar a todas partes menos a Galicia, donde se incuban casos que podrían desestabilizar el relato de honestidad que Feijóo intenta vender a nivel nacional.
El PP puede seguir alimentando la comisión del Senado con comparecencias estratégicamente seleccionadas y titulares diseñados para las tertulias de sobremesa. Pero la realidad no se mueve de sitio: uno de los encausados más graves en la trama del fraude de hidrocarburos formó parte del núcleo político de Feijóo en la Xunta de Galicia, y su nombre no aparece en ninguna lista de comparecencias. Ese vacío habla más alto que cualquier intervención en el Senado.