La democracia no se invoca, se construye

Cinco jefes de Estado alertan sobre el desgaste democrático global y llaman a renovar las instituciones con justicia, participación y compromiso colectivo

22 de Julio de 2025
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La democracia no se invoca, se construye

En una columna conjunta publicada en el diario chilenoEl Mercurio, los presidentes de España, Chile, Brasil, Colombia y Uruguay, Pedro Sánchez, Gabriel Boric, Lula da Silva, Gustavo Petro y Yamandú Orsi,  afirman que la democracia sigue siendo el mejor camino para alcanzar la paz y la cohesión social. Pero advierten también que no basta con proclamarla. La democracia está siendo desfigurada por quienes la usan como escudo retórico mientras desmantelan sus cimientos. Frente a eso, los líderes hacen un llamado a actuar con decisión y responsabilidad. La tarea, aseguran, no es solo proteger: es renovar.

Más allá del consenso: la democracia como tarea activa

“La historia nos ha demostrado una y otra vez que la democracia es el mejor camino posible”, escriben. Pero añaden una advertencia ineludible: la democracia se vuelve frágil cuando se la convierte en rutina o en comodín. La columna no pretende celebrar una forma de gobierno abstracta ni blindar un modelo institucional cerrado. Lo que sus autores reclaman es una democracia que vuelva a ser significativa, especialmente para quienes han dejado de creer en ella porque sienten que sus promesas han sido postergadas.

Los síntomas del malestar democrático están identificados: erosión institucional, discursos autoritarios, desigualdad persistente, desinformación, retrocesos en derechos, criminalidad organizada que socava al Estado. No es solo un contexto adverso, es un escenario donde el orden democrático pierde sentido si no se traduce en políticas que amplíen oportunidades, protejan derechos y garanticen condiciones de vida dignas.

El mensaje de los presidentes es claro: “No basta con evocar la democracia ni hablar en su nombre”. El problema no es la idea en sí, sino la distancia creciente entre lo que se proclama y lo que se ofrece. Por eso subrayan que no hay margen para la parálisis ni para el repliegue. Defender la democracia implica repensarla, abrirla y asumir que requiere cambios reales, no gestos simbólicos.

Una respuesta política al descrédito

En tiempos en los que la ciudadanía se enfrenta a transformaciones tecnológicas, climáticas, sociales y económicas de enorme alcance, estos cinco mandatarios señalan que la única respuesta legítima es profundizar la democracia, no reducirla a fórmulas defensivas. Frente a quienes pretenden aprovechar la incertidumbre para imponer proyectos autoritarios o excluyentes, la respuesta pasa por reforzar los canales de participación, fortalecer la justicia social y ampliar la presencia pública en la vida común.

Mencionan, sin grandilocuencia, que el aumento del coste de la vida, la precarización del empleo y el debilitamiento de servicios esenciales están minando la confianza institucional. Y que ese proceso solo puede revertirse si la política vuelve a ofrecer certezas y horizontes. En esa línea, alertan contra los discursos que invocan la libertad mientras degradan el pacto social, o que proclaman orden mientras erosionan derechos fundamentales.

“Resolver los problemas de la democracia con más democracia, siempre”, escriben. La frase resume un principio que no es retórico sino estratégico: la democracia se sostiene cuando da respuestas. Cuando construye. Cuando transforma.

El poder democrático no se hereda, se gana cada día

Este mensaje colectivo tiene una virtud poco común: se formula desde el poder, pero no se instala en la autocomplacencia. Sus firmantes no se presentan como custodios del sistema, sino como responsables de repensarlo y actualizarlo. El foro Democracia Siempre, convocado por el presidente Boric en Santiago, no pretende ofrecer soluciones cerradas, sino iniciar un proceso compartido de reflexión y compromiso.

Los líderes firman desde lugares distintos, pero con un diagnóstico convergente: la democracia no puede ser ni dogma ni coartada. Debe ser un proyecto vivo, dinámico, abierto a los cambios y atento al malestar. Un proyecto que entienda que no basta con garantizar elecciones libres o formalidades institucionales. Lo urgente es reconstruir la legitimidad social del pacto democrático. Y eso exige asumir que no todo vale, que no todo da igual y que hay decisiones que deben tomarse incluso cuando cuestan.

Defender la democracia, concluyen, no es solo resistir. Es también avanzar. Es proponer. Es reconstruir confianza y sentido. No se trata de nostalgia, sino de responsabilidad. Porque la democracia, si quiere sobrevivir, necesita ser no solo invocada, sino creída. No solo protegida, sino vivida.

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