El Partido Popular, en una nueva muestra de su estrategia de choque, ha presentado en el Congreso una proposición no de ley con la que pretende exigir al Ejecutivo un enfoque “neutral y objetivo” sobre la desinformación. Sin embargo, lo que se presenta como una demanda de rigor se revela, bajo una mirada crítica, como un ejercicio de cinismo político que trivializa un problema de Estado.
El PP niega la realidad
En un intento por erigirse en defensor de la “objetividad”, el PP acusa al Gobierno de Pedro Sánchez de convertir la lucha contra la desinformación en “una herramienta de propaganda contra la oposición”. La iniciativa, liderada por Miguel Tellado, portavoz parlamentario del grupo, pretende obligar al Ejecutivo a “acabar con la ideologización y propaganda progubernamental” de los informes e instituciones dedicadas a este asunto. Pero la propuesta revela una alarmante falta de autocrítica.
Es llamativo que el PP, cuya cercanía a medios que han propagado bulos y tergiversaciones está más que documentada, clame ahora por “criterios científicos” y “datos objetivos”. ¿Dónde estaban estas exigencias cuando desde su entorno se cuestionaban resultados electorales, se desinformaba sobre el estado de alarma o se alimentaban teorías infundadas sobre pactos gubernamentales con ETA? Esta doble vara de medir deja en evidencia la verdadera intención, que no es otra que apropiarse del discurso de la neutralidad mientras se desacredita cualquier análisis crítico del papel de ciertos medios afines.
Tellado, el mensajero menos adecuado
Miguel Tellado no es precisamente un referente de moderación ni de respeto institucional. Su tono beligerante y su historial de declaraciones incendiarias lo convierten en un portavoz poco idóneo para liderar una iniciativa que supuestamente busca el “sentido de Estado”. El texto registrado en el Congreso, más que una herramienta de mejora democrática, parece una estratagema para deslegitimar los esfuerzos del Gobierno y blindar a los medios que favorecen al PP ante cualquier crítica fundamentada.
Que se reclame un nuevo informe “sin sesgos ideológicos” resulta paradójico viniendo de un partido que ha instrumentalizado durante años el relato mediático para construir oposición, muchas veces sin pruebas ni matices. La desinformación es, efectivamente, un problema grave en las democracias. Lo que es inadmisible es utilizarla como arma arrojadiza mientras se fomenta desde las propias filas.
En lugar de aportar al debate con propuestas constructivas, el PP opta por judicializar, tensionar y dinamitar cualquier iniciativa que no controle. Si el partido de Feijóo quiere ser parte de la solución, debe empezar por mirar hacia dentro y reconocer su responsabilidad en el deterioro del espacio público. La verdad no tiene colores políticos. La manipulación, en cambio, sí tiene rostro y siglas.