Aún resuenan los ecos del ridículo espantoso del PP en Bruselas, donde está tratando de cargarse la candidatura como comisaria europea de la ministra Ribera, a la que pretende colgarle el sambenito de gran culpable de los muertos de la riada de Valencia. Los populares tienen la mala costumbre o vicio de llevar los enredos hispanos, las rencillas y cuitas domésticas, al gran Europarlamento, y allí ya les han dicho que basta ya de sainetes, montajes y circos. Ayer mismo, algún que otro eurodiputado protestó airadamente contra la burda estrategia del Partido Popular de tratar de convertir el foro de los 27 en la tercera cámara de representación española. O incluso algo peor, en la taberna o corrala maloliente de Isabel Díaz Ayuso.
“A Europa le importa Trump, no le interesa Mazón”, dijo un alto representante comunitario. De Pirineos para arriba empiezan a estar muy hartos de esa derecha atávica, taurina y montaraz que no entiende de qué va este invento de la UE. Aquello se creó para acabar con las guerras mundiales, para terminar con lo que quedaba del fascismo, para reactivar el comercio del carbón y del acero, en definitiva, para la alta política. Pero, por lo visto, los populares no han debido leerse la carta fundacional de Schuman y Adenauer y llevan allí la primera tontuna que se les ocurre, el máster de Begoña Gómez, su mezquina caza de brujas contra el fiscal general del Estado, las andanzas de Ábalos y Koldo (qué demonios le importará a Ursula von der Leyen la vida y milagros del exportero de un club nocturno de carretera), lo que gasta en combustible el Falcon de Pedro Sánchez y toda la mitología y leyendas urbanas que circulan por las redes sociales de la extrema derecha ibérica.
Lógicamente, era solo cuestión de tiempo que los mandatarios europeos, que podrán ser luteranos, pero no tontos, calaran a sus colegas de las derechas españolas, sus frívolos juegos de señoritos con demasiado tiempo libre, sus mamonadas que restan seriedad a las nobles instituciones europeas, y han terminado por darles un toque de atención. Nos consta que ha habido tirón de orejas de Von der Leyen a Feijóo. La presidenta de la Comisión, que confía a muerte en Ribera porque es la más lista de la clase en transición ecológica y cambio climático (de ahí que la quiera a su lado como mano derecha para la próxima legislatura) no ha podido soportar ni un minuto más la vergüenza ajena. La premier europea empieza a constatar que sus colegas del PP español no son lo que parecen, sino ese franquismo de siempre; ese cainismo guerracivilista que persigue al conservadurismo patrio, como una maldición, desde hace más de dos siglos; ese reaccionarismo ultra que juega a enfangarlo todo y a convertir una digna cámara de representación democrática en una corrida de toros para darle el descabello y la puntilla al morlaco socialista.
Los prebostes populares están dando vergüencita ajena, pero más todavía la política del pollo sin cabeza de su líder, Alberto Núñez Feijóo. Mientras el pueblo valenciano sigue sacando cadáveres bajo el lodo (los últimos los cuerpos de Rubén e Izan, los dos niños desaparecidos en Torrent tras ser arrastrados por el tsunami), él sigue defendiendo lo indefendible, en este caso la calamitosa gestión del presidente valenciano, Carlos Mazón, que ha costado la vida de cientos de personas. Feijóo ha pasado de querer quitarle el mando único a su delfín por inutilidad manifiesta a blindarlo totalmente frente a las críticas. Y para sostenerlo y no dejarlo caer es capaz de todo, incluso de incurrir en incoherencias, absurdeces y flagrantes contradicciones. Sonroja ver cómo el líder del PP trata de echarle el muerto de la incompetencia a Ribera; cómo justifica la comilona del honorable president con la periodista Maribel Vilaplana mientras miles de valencianos estaban con el agua cuello; cómo tergiversa burdamente las declaraciones del presidente del Gobierno, al que en su mala baba llega a atribuir una frase que nunca salió de su boca (Sánchez jamás dijo “el que necesite ayuda que la pida”, dijo “si necesita más recursos [Mazón], que los pida”, que no es lo mismo). En base a este último bulo, que él mismo ha puesto en circulación haciéndolo correr como la pólvora por los foros ultraderechistas, Feijóo ha sacado su perfil más trumpista, acusando al inquilino de Moncloa de no tener “escrúpulos” ni “conciencia”.
Todos estos juegos malabares del jefe de la oposición, retorciendo la verdad, le han llevado a refocilarse en el barro junto al ínclito Mazón. Al amparar sin ambages a su barón inepto, Feijóo ha ligado su carrera política a la de él. Al tratar de defender lo indefendible, Feijóo ha llegado a decir que los avisos de la AEMET anunciaron la remisión del temporal en la tarde del 29-O (falso, la alerta roja fue activada desde primera hora y se mantuvo todo el día); que Mazón “ha estado desde el principio” al frente de la crisis (falso también, durante cinco horas se le perdió el rastro, dicen que para comer con una señora); que el PP pidió la declaración del estado de emergencia nacional (mentira, Feijóo jamás se lo solicitó oficialmente al ministro del Interior, que es quien tiene la competencia); que Teresa Ribera no quiere dar la cara (otro embuste, ella misma ha pedido comparecer a petición propia ante el Congreso); que la ministra estaba entre París y Bruselas en medio de la crisis (en viaje oficial, no como su lugarteniente, que estuvo a sus cosas privadas); y que el Gobierno pretende vincular las ayudas a las comarcas afectadas a la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado (otra falacia más, el plan de rescate es independiente de las cuentas públicas en trámite parlamentario).
En este trágico episodio de la dana, Feijóo se ha puesto perdido de infamia, hasta la cabeza con el barro de la mentira, igual que Mazón. De nada va a servirle la poesía mala y cursi de la rapsoda patriotera Dolors Montserrat en la Eurocámara. El PP está dejando la imagen de España a la altura del lodo y ese mensaje lo está captando la Europa democrática. En lugar de estar peleando por las ayudas, luchando contra el cambio climático en Bruselas y donde haga falta, desmarcándose del discurso negacionista de la extrema derecha, que es lo que toca, el líder del PP ha decidido amarrarse al palo mayor junto al capitán botarate. Allá él.