Feijóo y Abascal: el dúo del insulto y el miedo que bloquea el futuro de España

El líder del PP se aferra al discurso vacío mientras Vox convierte el odio en programa político: una oposición sin proyecto que solo ofrece ruido y confrontación

10 de Septiembre de 2025
Actualizado a las 9:58h
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Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control del Congreso esta mañana
Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo en la sesión de control del Congreso esta mañana

En el arranque del nuevo curso político, el Congreso volvió a ser escenario de una pugna que refleja con nitidez el rumbo que han tomado las derechas españolas. Mientras el Gobierno presentaba medidas concretas —desde becas educativas por valor de 2.500 millones hasta la reducción de la jornada laboral—, Alberto Núñez Feijóo y Santiago Abascal insistieron en su estrategia de siempre: insultos, bulos y un permanente intento de embarrar la política.

Lo que quedó patente es que tanto el PP como Vox carecen de un proyecto real para el país. Feijóo, incapaz de articular propuestas serias, se refugió en un rosario de acusaciones sin pruebas, insistiendo en hablar de supuestas corruptelas y en dibujar un panorama apocalíptico que solo existe en sus discursos. Por su parte, Abascal volvió a hacer lo que mejor sabe: estigmatizar a los migrantes, criminalizar a los más vulnerables y agitar el miedo como combustible político.

Feijóo: la nada envuelta en reproches

El líder del PP, que hace poco más de un año se presentaba como alternativa moderada, ha acabado convirtiéndose en una fotocopia desvaída de la ultraderecha. Su intervención ante el presidente del Gobierno fue un ejercicio de retórica hueca. Señaló a los ministerios como si fueran simples casillas de un tablero, acusando a cada uno de ser inútil o ineficaz. Sin embargo, no ofreció ni una sola propuesta real para mejorar la vida de los ciudadanos.

Lo más llamativo es la incoherencia de su discurso: se queja de que España no tiene presupuestos, pero el PP bloquea sistemáticamente cualquier posibilidad de consenso. Critica la gestión climática mientras sus barones autonómicos niegan la emergencia ambiental y se resisten a aplicar políticas de transición energética. Y acusa al Gobierno de falta de alianzas internacionales mientras él mismo se fotografía con dirigentes europeos aislados en Bruselas.

Feijóo vive atrapado en una contradicción permanente: quiere aparentar solvencia, pero se pliega al guion de la crispación porque teme perder votos en beneficio de Vox. El resultado es un discurso de oposición que ni construye ni aporta, solo destruye.

Abascal: el odio como programa

Si el líder del PP se limita a la nada, Abascal ofrece lo peor. Su intervención fue un catálogo de prejuicios racistas y de mentiras contra la inmigración. Sacó a relucir un listado morboso de sucesos para criminalizar a colectivos enteros, culpando a los migrantes de todos los males del país: desde la inseguridad hasta el coste de la vivienda.

No es nuevo: Vox lleva años utilizando el mismo manual. Señalar a los extranjeros como chivo expiatorio, negar la violencia machista, hablar de “invasión” y agitar cifras inventadas. Todo para esconder que su partido no tiene propuestas económicas, ni sociales, ni de futuro. Lo que ofrece Abascal es miedo, y nada más.

El problema es que ese discurso cala en parte de la sociedad porque se repite con insistencia y se presenta como una supuesta verdad. Pero los datos desmontan su propaganda: el 94% de los migrantes en España están en situación regular, y su aportación al sistema de pensiones y a la economía es fundamental. Además, el Gobierno ha reducido un 30% la llegada de inmigración irregular y un 50% en Canarias. Frente a eso, Vox solo ofrece mentiras y odio.

El contraste con los hechos

Mientras Feijóo y Abascal elevaban el tono de los insultos, el Ejecutivo ponía sobre la mesa medidas palpables. Se anunciaron inversiones millonarias en educación, un debate sobre la jornada laboral de 37,5 horas, subidas del salario mínimo y la quita de deuda a comunidades autónomas. Son decisiones que afectan a la vida real de millones de ciudadanos y que contrastan con la retórica vacía de la oposición.

También se abordó la emergencia climática, una de las grandes amenazas para el país, con un llamamiento a un pacto de Estado. ¿Cuál fue la respuesta del PP y de Vox? Silencio o negación. Ambos partidos prefieren negar la realidad antes que comprometerse con soluciones que incomodan a ciertos sectores económicos.

Y en el ámbito internacional, mientras el Gobierno se coloca en el lado correcto de la historia denunciando el genocidio en Gaza, la derecha española evita posicionarse claramente, atrapada en sus propios equilibrios.

Una oposición tóxica y sin proyecto

El retrato que dejó esta sesión parlamentaria es nítido: Feijóo y Abascal forman un dúo que no piensa en el futuro de España, sino en desgastar al Gobierno a cualquier precio. Uno desde la nada, el otro desde el odio. Lo único que les une es la voluntad de bloquear cualquier avance, de impedir que se debatan cuestiones esenciales como la reducción de la jornada laboral o la regulación de la vivienda.

España no necesita más ruido. Lo que necesita es estabilidad, políticas sociales que reduzcan la desigualdad, medidas para frenar el cambio climático y un compromiso real con la justicia y los derechos humanos. Y nada de eso lo van a encontrar los ciudadanos en la oposición de Feijóo y Abascal.

Al final, lo que se vio en el Congreso no fue un debate de ideas, sino un choque entre un Gobierno que propone y una oposición que insulta. Y mientras la derecha se enreda en su propio discurso tóxico, millones de españoles siguen esperando respuestas a los problemas reales de su día a día.

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