Ni planes forestales, ni inversiones, ni compromisos ecológicos. Solo rabia, bulos y fantasmas ideológicos. Mientras España combate incendios devastadores, Vox insiste en negar lo evidente y cargar contra un “sistema” que solo existe en sus discursos.
España arde. Literalmente. Miles de hectáreas calcinadas, pueblos evacuados, ecosistemas arrasados. Y mientras los equipos de emergencia se juegan la vida y los científicos alertan del impacto del cambio climático, Santiago Abascal decide señalar a su enemigo favorito: una supuesta “mafia climática” que, por lo visto, también controla el magma, las tormentas y el humo.
Desde su púlpito digital, el líder de Vox ha vuelto a mezclar incendios, pandemias, volcanes y apagones con un cóctel retórico que ya es marca de la casa: conspiración, victimismo y un desprecio absoluto por los hechos. Porque según él, todo forma parte de un plan orquestado por una “élite corrupta” del PSOE y el PP para someter a los españoles indefensos.
Delirio climático y ausencia de Estado, el relato fabricado
Abascal ha acusado al “terrorismo climático” de ser el causante de los incendios. Una expresión tan vacía de contenido como ofensiva para quienes luchan, desde la ciencia y la política pública, por contener los efectos devastadores de un planeta que se recalienta. Habla de terrorismo sin una sola prueba, sin un dato, sin una propuesta. Solo ruido.
En su mundo, el Estado no existe cuando más se necesita. Pero lo cierto es que los operativos de protección civil, la UME, los bomberos forestales y los cuerpos autonómicos están al pie del fuego. En muchas ocasiones, con medios limitados por los recortes que Vox aplaude siempre que gobierna. ¿A eso le llama Abascal “Estado ocupado”? No, es el Estado que protege. Aunque él no lo entienda.
El mensaje es claro: todo arde menos el sistema, que según él es lo que “debería arder”. La frase suena inquietante. No solo por lo incendiaria (nunca mejor dicho), sino por la carga simbólica que arrastra. La ultraderecha lleva tiempo coqueteando con discursos que justifican el derribo de la democracia tal como la conocemos. Y ahora utiliza los incendios para reavivar ese fuego político.
Sin propuestas, pero con mucho humo
Vox no ha presentado ni una sola medida concreta para fortalecer los servicios forestales, para invertir en prevención, para proteger a los pueblos rurales más expuestos al fuego. Pero eso sí, es experto en discursos apocalípticos. Abascal no pisa una zona afectada, pero se graba denunciando que “no hay medios”. No exige más hidroaviones, exige “echar a la mafia”.
Mientras comunidades autónomas gobernadas por Vox se niegan a abordar el cambio climático con políticas serias, su líder nacional denuncia un “apagón del sentido común”. Pero lo que verdaderamente ha desaparecido es su responsabilidad como actor político. No construye, solo acusa. No legisla, solo polariza.
Y todo ello, claro, con el respaldo de los medios que él mismo acusa de “cómplices del sistema”. Un clásico: cuando no hay argumentos, se ataca al mensajero.
La tragedia de los incendios requiere soluciones, no soflamas. Y desde luego no necesita que quien niega la emergencia climática intente capitalizarla políticamente. Porque el humo de los incendios no se disipa con bulos ni con eslóganes. Se apaga con prevención, inversión y rigor. Justo lo que Vox no ofrece.