El peso de la historia aplasta a Feijóo

El líder del PP se dedica a soltar mítines electoralistas mientras Europa tiembla por la amenaza de la autocracia rusa

10 de Marzo de 2025
Actualizado a las 23:34h
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Feijóo con Cuca Gamarra en una sesión parlamentaria.
Feijóo con Cuca Gamarra en una sesión parlamentaria.

Todo preparado para que Pedro Sánchez comience la ronda de conversaciones con los diferentes partidos (todos menos Vox) sobre el rearme de Europa, que en definitiva es el rearme de España. El jefe del Ejecutivo está tratando de construir un relato sólido (cualquier hombre es un discurso) para convencer a los distintos grupos parlamentarios de que la amenaza de Putin es real y lo que toca es aumentar el gasto en Defensa.

El primer interpelado por la llamada de Moncloa, como es lógico, es el PP de Alberto Núñez Feijóo. El líder popular tiene ante sí una difícil papeleta: ejercer de presunto hombre de Estado preocupado por el futuro de España y de Europa o ponerse de lado de su socio Vox, a quien Sánchez ha excluido de las conversaciones por razones obvias. Los voxistas son prorrusos (la Fiscalía ya los investiga por financiarse con un banco de Orbán) y contarle a Abascal los secretos del plan de rearme hubiese sido tanto como darle los papeles y microfilms a un espía de Putin. Así que ahí ha estado bien el presidente.

Tal situación está poniendo de los nervios a Feijóo. Ya lo vamos conociendo y sabemos que cada vez que se pone en tono mitinero es porque algo no va bien en su partido. El dirigente genovés necesita a Abascal para gobernar algún día, lo va a necesitar siempre, de modo que no puede ponerse en su contra. Aceptar el cordón sanitario que, de facto, le ha puesto Sánchez a los ultras, no va a ser un trago fácil de digerir para el gallego. Si acude a la cumbre monclovita, malo: Abascal iniciará una de sus habituales campañas de victimización contra la “derechita cobarde” y traidora aliada con los socialcomunistas. Y si no asiste para darle satisfacción a su muleta verde, peor: sería tanto como meter la cabeza debajo del ala mientras suenan tambores de guerra en Europa. O sea, otro espectáculo bochornoso para el PP.

Feijóo no debería tener problema en firmar un documento que apruebe un incremento en el gasto en Defensa incluso por encima del 2 por ciento. A fin de cuentas, la derecha siempre ha sido militarista. Pero no van por ahí los tiros, nunca mejor dicho. Lo realmente decisivo es saber con quién está este PP, si con Sánchez y la UE de Von der Leyen, o junto al nuevo zar Putin, Orbán y sus monaguillos españoles, que sueñan con liquidar las democracias europeas para instaurar regímenes autocráticos en su órbita, tal como ocurría en los viejos tiempos de la Unión Soviética

Desde el punto de vista de cualquier político conservador normal, limpio y aseado, la disyuntiva estaría más que clara: siempre con los aliados, con el modo de vida occidental, con el mundo libre. El problema es que Feijóo no es un político europeo al uso, dirige a la derecha española convencional, sobre la cual pesa la negra herencia franquista del pasado, una derecha que, llegada la hora de la verdad, siempre sale rana, siempre le acaba pudiendo la tentación autoritaria, carpetovetónica, nacionalcatolicista y montaraz antes que alinearse con los auténticos demócratas. Feijóo se encuentra cara a cara frente el instante culminante de su carrera política, ese punto crítico en que tiene que decidir si va con los herederos de las viejas dictaduras y totalitarismos del siglo pasado o con socialistas, republicanos, comunistas, anarcos e indepes. Y ahí, mucho nos tememos, le van a temblar las piernas.

No vemos nosotros preparado al gallego para afrontar el gran desafío ante el que le ha colocado la historia. Y no lo vemos porque justo este fin de semana ya ha vuelto a dar serias muestras de electoralismo barato y trastorno mitinero cuando se ha puesto a hacer demagogia antisanchista sobre algo tan preocupante como la posibilidad de que un nuevo Hitler vuelva a aparcar sus tanques en Polonia. El momento exige hombres preparados, que den la talla, gente de ideales elevados que estén por encima de la encuesta del día sobre intención de voto. Lamentablemente, y por desgracia para todos nosotros, Alberto no es Churchill. El mundo al borde de la Tercera Guerra Mundial, las botas fascistas pisando fuerte sobre el asfalto de la carretera de Varsovia, y a él solo se le ocurre decir que “Sánchez es el presidente menos fiable de Europa”, darle caña a Puigdemont por las transferencias migratorias y sacar a pasear a Jésica, la protegida de Ábalos. Muy bien, ¿Y de los 800.000 millones de euros para el rearme qué? ¿Y de la unidad de Europa ante los rusos qué? ¿Y del sacrificio que vamos a tener que hacer para defender la democracia qué? ¿De todo eso qué de qué? Na de na.

La reunión convocada por el presidente va a ser una prueba de fuego para este PP. Un examen o revalida para confirmar si han hecho la siempre aplazada transición a la democracia o siguen lastrados por sentimientos atávicos, africanistas, irracionales. La peste que nos llega del flanco oriental, el viento gélido del odio exhalado por un paranoico del KGB que se cree el nuevo zar de todas las Rusias, exige de las mentes más preclaras e inteligentes. Y no vemos nosotros en Feijóo a un Macron a la española, ya que, en su miopía política, se dedica a la pequeñez de Sánchez mientras se está gestando el nuevo Apocalipsis. El presidente del Gobierno llamando a todos a una unidad de acción frente a la amenaza totalitaria y la respuesta del minúsculo jefe de la oposición es “manzanas traigo”, que le pongan lo del rearme por escrito y con acuse de recibo, como un impreso del estanco. Patético.

Ha tenido que estallar una Guerra Fría para que el Partido Popular se avenga a reunirse con el Gobierno. Llevan años practicando el no sistemático a todo (incluso a la subida de las pensiones), pero ahora llega el momento de la verdad, la historia con mayúsculas donde ya no caben cálculos partidistas, simulaciones, medias verdades y vídeos propagandísticos infantiles para desgastar al Gobierno. Es la hora del político de talla, no del impostor. ¿Estará Feijóo a la altura o tragará saliva cuando Abascal, el infiltrado del dúo Trumputin, le llame a capítulo? Ay, Alberto, ay.

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