Lo de Koldo apesta a guerra sucia de las cloacas

El exasesor de Ábalos había almacenado 22.000 horas de grabaciones contra el PSOE ayudándose de una pequeña red de colaboradores y confidentes

25 de Julio de 2025
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Koldo García en una imagen de archivo.
Koldo García en la Comisión del Senado para dar cuenta de la corrupción del PSOE

Koldo García tiene en su poder más de 22.000 audios sobre el PSOE presuntamente obtenidos durante una década. Toda una amplia fonoteca para el recuerdo que causa pavor en cada uno de los miles de integrantes del partido socialista, que a esta hora se preguntan si estarán ellos también registrados en alguna de las grabaciones. Por momentos, da la sensación de que el asesor del exministro José Luis Ábalos no estaba en política para servir, sino para otros fines, entre ellos reventar el sanchismo desde dentro. Extraña que alguien que pasaba por ser hombre de confianza de la cúpula de Ferraz se dedicara a estos menesteres tan aplicada y concienzudamente, durante tanto tiempo, en concreto desde el mismo momento en que entró en la familia socialista. Es como si lo tuviese todo planeado, medido, siguiendo un guion preestablecido. Como si obedeciese una orden, actuando bien por lealtad a una causa (fue indultado por Aznar) o por dinero.

¿Por qué grababa tanto y durante tantos años el bueno de Koldo? Solo caben dos hipótesis: o era un obseso de la seguridad y registraba hasta la voz del camarero del bar de la esquina que le ponía los cafés (para cubrirse las espaldas por si iban a por él) o lo hacía por encargo de alguien interesado en sacarle los trapos sucios al PSOE. En el primer caso, le podía la paranoia, quizá alimentada por los años que trabó contacto con los agentes de la unidad antiterrorista de la Guardia Civil destinada en el País Vasco en los años del plomo y de ETA; en el segundo, era una especie de detective privado, un confidente en la sombra o agente encubierto contratado por otros. “Es difícil, aunque a veces la realidad supera la ficción”, asegura Miguel Ángel Campos, el periodista de Tribunales de la cadena Ser que investiga el caso. Quizá la teoría del topo durmiente no sea tan descabellada, mi querido compañero de fatigas.

Hay indicios más que sólidos que nos invitan a sospechar y a pensar en la teoría del sicario. Entre ellos que, tal como se desprende de los audios, Koldo García había organizado toda una tupida red de pequeños soplones/colaboradores que le servían como ayudantes. Entre ellos, una mujer con acento extranjero protagonista de una de las grabaciones, para terminar de ponerle el ingrediente seductor que debe tener todo buen thriller. Si lo analizamos con detenimiento, el asesor de Ábalos había construido una rudimentaria y diminuta Stasi, aquel temible servicio secreto y represión de la extinta Alemania comunista. Los espías de esta unidad lo grababan todo, no hay más que recordar La vida de los otros, la formidable película de Florian Henckel. Por lo visto, Koldo se comportaba como una especie de solitario, gris y atormentado capitán Wiesler que quemaba los mejores años de su existencia metido en alguna ratonera subterránea, con unos auriculares sobre la calva y un aparato sintonizador. Escuchando, captando, por momentos elucubrando, imaginando y viviendo la vida de otras personas, mucho más apasionante que su absurda y burocrática existencia. Solo cuando le encomiendan la misión de espiar a un escritor íntegro y comprometido y a su pareja cae en la cuenta de que se ha convertido en una rata aburrida pagada por un sistema corrupto. Y le cambia radicalmente la concepción del mundo. Es así como suele terminar el espía: asqueado por haberle arruinado la vida a tanta gente a la que no conoce y que no le ha hecho nada malo.

Sin duda, Koldo ha seguido el modelo Stasi de la “ficha policial” al servicio del comisariado político: miles de archivos y documentos almacenados sobre personas de todos los ámbitos, muchos de ellos largas conversaciones privadas sin ningún interés judicial; los más avanzados sistemas informáticos a su servicio para captar los diálogos comprometedores; y una bien organizada red de colaboradores, confidentes y cotillas en cada barrio, en cada esquina, en cada casa y bloque de viviendas. Y no solo por eficiencia del siniestro trabajo. El espionaje es un mal que provoca remordimiento y que se lleva mejor cuando la carga se reparte entre varios.

Ha sido así, con ese método sofisticado propio de la Stasi, como Koldo ha acumulado material suficiente para escribir los Episodios Nacionales del sanchismo. Información sobre Edu [quizá Madina]; sobre María [quizá Chivite]; sobre Susana [puede que Díaz] y sobre Santi [seguramente Santos Cerdán], entre otros cientos de personajes públicos y anónimos. Media España está en esas cintas con las que el Tribunal Supremo tendrá que andarse con sumo cuidado, ya que admitir como prueba el material obtenido por un grupo salvaje cloaquero enquistado en las entrañas de una democracia puede llegar a ser peligroso, incluso podría dar al traste con todo el caso por quebrantamiento de derechos constitucionales como el derecho a la intimidad, a la privacidad y a la propia imagen. Lo que había hecho Koldo era, sencillamente, crear una unidad parapolicial imitando los modos de funcionar de sus amigotes de la lucha antiterrorista (por algo fue condecorado por la Benemérita) y aplicándolos, a su manera, tan chusca como eficazmente, a sus propios fines e intereses personales. ¿Actuó solo o por encargo de alguien? Parece descabellado pensar que fuese un caballo de Troya de la derecha, pero cosas peores hemos vivido (Policía Patriótica, caso Neurona contra Podemos, operación Kitchen). En este país se ha visto de todo, incluso un falso cura registrando la casa del tesorero del PP para limpiar pruebas. De momento, los abogados de Cerdán (el canario al que siguen teniendo encerrado a la espera de que cante), ya han pedido la nulidad de un procedimiento que apesta a villarejismo, a plan para hundir al PSOE y a cloaca.

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