Feijóo dejó en cueros a Montoro (“lo que haya que investigar, que se investigue”, dijo el líder del PP a propósito del escándalo en Hacienda) y a Montoro, lógicamente, no le ha gustado que el jefe lo haya dejado solo, vulnerable y a la intemperie. Otro cadáver en el armario, otro enemigo más que puede revolverse contra el dirigente conservador.
¿Sabe cositas interesantes el todopoderoso exministro de Hacienda sobre el eterno aspirante a la Moncloa? Es de dominio público, porque así lo ha publicado la prensa, que el hombre de confianza de Rajoy manejaba información fiscal de carácter reservado sobre políticos y famosos, gente que no le caía bien y a la que investigaba para calcarle una multa de padre y muy señor mío por evasión de impuestos. O sea, el “terror fiscal”, tal como ha denunciado el periodista de ABC Javier Chicote, uno de los extorsionados por andar husmeando en los trapos sucios de Equipo Económico, el despacho de influencia con el que Montoro se sacaba unas perrillas con los asesoramientos a empresas gasísticas. Así, se han descubierto correos electrónicos “de alto voltaje” con dosieres secretos sobre Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre, un tal “J. Piqué”, Rafa Nadal y personajes salpicados por casos mediáticos de corrupción como Gürtel, Pujol y el asunto del Canal Isabel II. Federico Jiménez Losantos siempre se ha quejado del “vampiro fiscal” y Carlos Alsina denuncia presiones para que no hablara mal del Gobierno en su programa de radio. Pero hay más nombres de víctimas sobre la mesa, como el lobby del colorín (Belén Esteban, Paz Padilla y Jorge Javier Vázquez), actores con premio Goya y hasta cierta célebre baronesa de aspecto alemán. Se supone que puede haber muchos más afectados por la presunta caza de brujas y sus nombres se irán conociendo a medida que avance la instrucción del juez Rubén Rus, que ha decidido tirar de la manta.
Montoro tenía a todos los españoles cogidos por sus partes más sensibles (o sea por las declaraciones de renta) y pobre de aquel que se le ocurriera hacer algo inapropiado, subversivo o perjudicial para él y para su Gobierno, porque le abría una inspección complementaria como para cagarse de miedo. Antaño, Hacienda éramos todos; en la época de Montoro Hacienda era él y allí se hacía lo que decía el Gran Inquisidor tributario. De momento, no consta ni hay indicios de que el maquiavélico ministro hoy en problemas con la Justicia tenga en su poder dosieres comprometedores sobre las cuentas y el patrimonio de Feijóo. Pero en Génova 13 tiemblan porque el señor Burns del Gobierno Rajoy es una persona temperamental, baladrona, de gatillo fácil, y a poco que le toquen los gravámenes salta y se saca de la manga un expediente que se rompen España y el PP.
Koldo era un obseso de los audios –dicen que lo grababa todo, él mismo hablando solo mientras conducía su moto, conversaciones triviales con el mecánico, discusiones con su mujer y hasta los cuentos que le contaba a su hija antes de ir a dormir– pero Montoro es más de la vieja escuela del fichero por orden alfabético, del archivo del comisariado político, del amarillento y letal expediente franquista. Cuidado con él, porque este tipo cabreado, descontrolado e inmerso en una venganza ciega puede hacer mucho daño. En Génova 13 lo saben y son conscientes del riesgo, de ahí que la última consigna interna que ha hecho circular Tellado es la de anular la causa Montoro a toda costa y cueste lo que cueste. O sea, aquello de “el que pueda hacer que haga” para enterrar el escándalo. En alguna gacetilla digital de la caverna ya se está publicando esta estrategia de defensa consistente en tirar por tierra el procedimiento por defectos de forma, en este caso por el hecho de que el magistrado investigó la trama, en secreto, durante más de siete años.
Pero volvamos a la gran pregunta de esta columna: ¿tiene el exministro de Hacienda material comprometedor sobre Feijóo? Pues hombre, si nos atenemos a los últimos titulares de prensa que nos llegan de Galicia, no debe estar muy tranquilo el líder popular. Hay sospechosas conductas que hacen pensar en cuentas poco transparentes, como sus paseos en yate y viajes de placer con un narcotraficante que lo pagaba todo; las adjudicaciones a dedo que la Xunta ha otorgado a familiares allegados; y por si fuera poco, transferencias del Gobierno regional por cientos de miles de euros (sin aparente justificación) precisamente a Equipo Económico, el despacho de Montoro hoy en el ojo del huracán. El PSOE ha pedido facturas, concepto de la operación y si se llegó a dar el cambiazo a la ley para favorecer al Ejecutivo gallego. Otra noticia que quita el sueño a más de uno.
Si un tesorero fuera de control como Bárcenas estuvo a punto de mandar al garete el partido, imagínese el lector de este artículo lo que puede llegar a hacer un exministro que guardaba en su maletín hasta el último papel de cada contribuyente si llega a sentirse poco querido o despreciado por sus compañeros. De entrada, nada más estallar el caso en Tarragona, Montoro causó baja voluntaria en el PP. Unos dicen que el expediente disciplinario ya estaba abierto y que lo cesaron sin más; otros aseguran que fue una decisión personal llevada por el enfado y la decepción al no sentirse suficientemente respaldado por la cúpula genovesa. En ambos casos, Feijóo tiene un problema. Y no ya porque el otrora genio de las cuentas públicas puede empezar a repartir dosieres secretos como naipes envenenados sobre el líder popular, sino porque también puede barajar declaraciones de renta poco presentables sobre otros personajes que hoy ocupan altos cargos en el partido. Esto se pone interesante.