El Gobierno avanza con un plan de acogida equilibrada para los casi 4.000 menores migrantes no acompañados atrapados en territorios sobreocupados como Canarias, Ceuta o Melilla. Pero las comunidades del PP han decidido ausentarse de la responsabilidad y encender de nuevo el ventilador del miedo. Mientras, la ultraderecha marca el tono y el Partido Popular renuncia a la solidaridad más básica: la protección de la infancia.
Insolidaridad como estrategia y cálculo electoral
El Real Decreto que aprobará el Gobierno supone un avance esencial para aliviar la presión sobre los sistemas de acogida de territorios como Canarias, que multiplica por tres su capacidad, y para garantizar a miles de menores no acompañados una vida digna y segura. El modelo es claro: coordinación, financiación garantizada, cobertura institucional, apoyo profesional. Sin embargo, el PP ha decidido plantarse, boicotear las soluciones y convertir la protección de menores en una batalla política más.
Lo que debería ser un mínimo ético —proteger a la infancia, sin importar su origen— se ha convertido en una línea roja ideológica para buena parte del Partido Popular. Sus presidentes autonómicos, alineados con el discurso de Vox, han abandonado la conferencia sectorial convocada por el Ministerio de Juventud e Infancia, dejando claro que no pretenden colaborar en el esfuerzo común ni asumir la parte que les corresponde.
La estrategia es clara: fomentar el ruido, invocar el “efecto llamada”, agitar el miedo. No importa que haya un plan financiado con 100 millones de euros, que se cubran los traslados y los primeros meses de acogida, ni que se haya diseñado un sistema proporcional y flexible. Lo que cuenta es el cálculo electoral. A la derecha, la solidaridad le estorba si no puede convertirla en ataque a Sánchez.
Feijóo, ausente en la defensa de los derechos más elementales
Mientras el Gobierno propone, organiza y costea una salida humanitaria y ordenada a una situación límite, Feijóo guarda silencio o se suma al discurso del PP más reaccionario. Una vez más, se sitúa a rebufo de Vox, incapaz de liderar una posición mínimamente responsable ni con sensibilidad social. En lugar de hacer pedagogía, de pedir a sus comunidades que cooperen, alienta la desinformación y la resistencia, como si acoger menores fuera una carga o un castigo.
Las cifras desmontan el alarmismo: el reparto es equilibrado y proporcional, Cataluña y Euskadi han sido reconocidas por su esfuerzo anterior y se contempla un seguimiento estrecho con apoyo a la transición a la vida adulta. Aun así, desde las filas populares se insiste en poner en duda el proceso, en agitar bulos y sembrar sospechas. ¿Dónde está el Partido Popular que dice defender la infancia y los valores constitucionales?
El PP se presenta como “partido de Estado” pero no acepta una obligación básica del Estado: la protección de los más vulnerables. En este caso, niños y niñas que huyen del hambre, la violencia o el abandono y que merecen algo más que titulares de rechazo y plantones estratégicos.