Pedro Sánchez se enfrenta esta semana a una prueba clave para la estabilidad de su Gobierno: una serie de reuniones con los portavoces de los partidos que hicieron posible su investidura. La iniciativa surge tras la sacudida política provocada por el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) que ha desembocado en la dimisión de Santos Cerdán, hasta ahora secretario de Organización del PSOE.
Presión de los socios parlamentarios
El entorno político del Ejecutivo atraviesa uno de sus momentos más delicados. La publicación del informe de la UCO —cuya filtración ha generado un notable impacto— ha desatado una ola de exigencias por parte de los socios de coalición, quienes reclaman explicaciones inmediatas y contundentes. Para muchos de ellos, las decisiones anunciadas por Sánchez el pasado jueves —como la reestructuración de la dirección socialista y la puesta en marcha de una auditoría externa— resultan insuficientes y meramente cosméticas.
Los partidos catalán y gallego, ERC y BNG, han ido más allá: han solicitado formalmente la comparecencia del presidente en el Congreso para dar cuenta del caso, subrayando que la transparencia debe ser total y que el Gobierno no puede blindarse tras movimientos internos del PSOE.
Estrategia de contención política
Sánchez ha optado por una estrategia de diálogo directo con sus socios, en un intento por reconducir la situación y reafirmar la confianza de las fuerzas que sustentan su mandato. A lo largo de esta semana, mantendrá encuentros con los portavoces parlamentarios que lo apoyaron en su investidura. Aunque no se ha hecho público aún el calendario ni el orden de las reuniones, desde el Ejecutivo insisten en que se trata de una iniciativa prioritaria.
Este lunes, en la reunión de la Ejecutiva Federal del PSOE, el presidente expondrá tanto la hoja de ruta de estas conversaciones como su voluntad de seguir "dando la cara" ante los acontecimientos, según fuentes socialistas. No se descarta que Sánchez vuelva a comparecer ante los medios al finalizar el encuentro, con el objetivo de reforzar su perfil de liderazgo activo y responsable en momentos de dificultad.
Además, participará este miércoles en la sesión de control al Gobierno en el Congreso, pese a que inicialmente no estaba previsto por un viaje cancelado a Nueva York. La suspensión de su desplazamiento a la conferencia de la ONU sobre Oriente Medio —a raíz de la escalada bélica entre Israel e Irán— ha reordenado su agenda y le permitirá encarar directamente la rendición de cuentas en sede parlamentaria.
Un desafío a la credibilidad del Ejecutivo
La situación ha colocado al presidente del Gobierno ante una crisis de credibilidad interna. La continuidad de la mayoría parlamentaria que lo sostiene depende, en buena medida, de su capacidad para convencer a sus aliados de que la actuación del PSOE ante este escándalo es proporcional y honesta. En juego no está solo la reputación de un partido, sino la viabilidad de toda una legislatura.
En tiempos de desgaste político, la palabra del presidente y sus actos deben ser más que gestos. De ello dependerá que sus socios vuelvan a otorgarle el respaldo necesario para gobernar o que comiencen a marcar distancia, con consecuencias aún impredecibles para la estabilidad institucional.