El Senado como escenario de ataques a la ciencia: el creacionismo desafía la evolución y la democracia

Un discurso que desafía siglos de avances científicos

03 de Diciembre de 2024
Actualizado a las 14:17h
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El Senado como escenario de ataques a la ciencia: el creacionismo desafía la evolución y la democracia
Mayor Oreja, durante la partcipación en las jornadas contra el aborto.  Network for Values

En un sorprendente giro de los acontecimientos, el Senado español se convirtió ayer en escenario de afirmaciones que desafían la evidencia científica y los derechos fundamentales. Durante la cumbre organizada por la Red Política de Valores, Jaime Mayor Oreja, exministro del Interior y líder de honor de esta coalición ultraconservadora, defendió el creacionismo, posicionándolo como “la verdad” frente a la teoría de la evolución. “Entre los científicos, están ganando los que defienden la verdad de la creación frente al relato de la evolución”, afirmó. Este ataque directo a la ciencia marca un preocupante intento de sustituir hechos verificables por dogmas religiosos.

El ataque al método científico

La teoría de la evolución, formulada por Charles Darwin y respaldada por más de 160 años de investigación y pruebas acumuladas, no es un “relato” como sugirió Mayor Oreja, sino uno de los pilares de la biología moderna. Negarla no solo es un acto de ignorancia, sino una estrategia para promover una agenda que se opone al progreso y la diversidad de pensamiento.

El creacionismo, defendido por sectores religiosos radicales, plantea que el origen del universo y de la vida en la Tierra es el resultado de una intervención divina directa. Esta perspectiva, completamente ajena al método científico, fue desbancada por la abrumadora evidencia de la evolución, que explica cómo las especies han cambiado a lo largo del tiempo mediante la selección natural. Afirmar que “los científicos están ganando” con esta postura es una distorsión peligrosa de la realidad y del consenso académico global.

Una cumbre llena de retrocesos ideológicos

El acto en el Senado no se limitó a declaraciones sobre la evolución. La jornada fue una oda al conservadurismo extremo, con discursos que atacaron el aborto, la diversidad familiar, los derechos LGTBI y la igualdad de género. Las afirmaciones de Mayor Oreja fueron solo una pieza de un rompecabezas que busca normalizar posiciones retrógradas en instituciones públicas.

Desde referencias a la “cultura de la muerte” hasta la exaltación de un modelo familiar único, las intervenciones de los asistentes mostraron una visión del mundo que margina a quienes no encajan en su ideario. Declaraciones como las de Carmen Fernández de la Cigoña, que criticó el supuesto “suicidio demográfico” y la preferencia por las mascotas sobre los hijos, ejemplifican el uso de datos manipulados y narrativas simplistas para justificar sus posiciones.

El peligro de negar la evolución en el siglo XXI

La negación de la evolución no es solo un ataque a la ciencia; tiene implicaciones más profundas en la educación y la formación de futuras generaciones. Permitir que estas ideas se debatan como equivalentes a teorías científicas establecidas abre la puerta al adoctrinamiento y al retroceso en el pensamiento crítico.

Paola Holguín, senadora colombiana presente en la cumbre, criticó lo que denominó “adoctrinamiento educativo” por parte del Estado, refiriéndose a la inclusión de la perspectiva de género en los currículos escolares. Esta retórica, común en movimientos ultraconservadores, busca eliminar el acceso a conocimientos que promuevan la igualdad y la inclusión.

Una respuesta necesaria desde la ciencia y la democracia

Es fundamental que la comunidad científica, las instituciones educativas y la sociedad en general rechacen estos intentos de desacreditar teorías científicas sólidas en favor de dogmas religiosos. La ciencia no es una cuestión de opinión, sino de evidencia. Permitir que discursos creacionistas ganen espacio en instituciones democráticas como el Senado es una amenaza para el progreso de toda la sociedad.

Además, es preocupante que este tipo de eventos se celebren en un espacio público que debería representar la diversidad y la defensa de los derechos fundamentales. Como señaló la ministra de Igualdad, Ana Redondo, “el Senado no puede convertirse en un parque temático de la ultraderecha”.

Un retroceso que no podemos permitir

Lo ocurrido en el Senado ayer no debe tomarse a la ligera. Más allá de las declaraciones de Mayor Oreja y otros ponentes, este evento refleja un esfuerzo organizado por imponer una visión del mundo que ignora la ciencia, restringe derechos y fomenta la desigualdad.

La comunidad científica, los movimientos sociales y los representantes democráticos tienen la responsabilidad de contrarrestar este tipo de narrativas. No se trata solo de defender la teoría de la evolución, sino de proteger el avance del conocimiento y la libertad de pensamiento frente a quienes buscan imponer creencias particulares en detrimento de la sociedad en su conjunto.

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