En un deslumbrante espectáculo de colores, el coordinador general del Partido Popular (PP), Elías Bendodo, ha anunciado que el semáforo de la investidura del presidente Sánchez se encuentra cada vez más en rojo. Mientras tanto, el PP está trabajando arduamente para cambiar ese semáforo de color, como si fueran ingenieros de tráfico desesperados por encontrar una vía más rápida hacia el poder, con un objetivo ambicioso de alcanzar un semáforo en verde adornado con un deslumbrante cartel de "171 apoyos".
El PP, ese incansable motor de la política española, ha estado trabajando "de forma ininterrumpida" desde el amanecer de los tiempos... o más bien, desde el 23 de julio. No importa si es verano, invierno o una crisis política, el PP siempre está en movimiento, como una ardilla en una rueda, trabajando incansablemente para "consolidar el mandato de las urnas" obviando el poder de la aritmética parlamentaria en todo momento en sus declaraciones públicas, que parece no acompañarles.
Pero el verdadero protagonista de esta historia es Alberto Núñez Feijóo, el "valiente" líder del PP , quien según los informes tiene la misma cantidad de apoyos que una batería de teléfono en su último aliento. ¡171 apoyos! Y eso es sin contar el posible apoyo de CC, que podría elevar ese número a una vertiginosa cifra de 172. Sí, el PP ha dado en el clavo al descubrir la fórmula mágica para la investidura: simplemente contar hasta 171 (o 172 si te sientes aventurero) y, listo, tienes un gobierno preparado para funcionar.
Mientras tanto, el PP sigue soñando con su gobierno en solitario, como un niño que imagina un mundo donde todas las golosinas son solo suyas. "Ministros solo del PP", proclaman, como si fuera una reunión de amigos imaginarios en el patio de la escuela. Y mientras Sánchez se trabaja su gobierno de coalición, el PP está decidido a mostrar al mundo lo que es un gobierno "monocolor", como si estuvieran vendiendo una línea de moda exclusiva.
Pero no todo es diversión y juegos en el país de las setas. Se critica duramente a Sánchez por no haber felicitado a Feijóo, como si la falta de felicitaciones fuera el mayor desafío democrático que enfrenta España en este momento. Y mientras el PP aboga por la lucha "a ultranza" contra la violencia de género, al tiempo que pacta con los de la ultraderecha de la "violencia intrafamiliar", no podemos evitar preguntarnos si están dispuestos a usar sus capas de superhéroes para detenerla.
En esta mágica tierra de la derecha política, la separación de poderes es como una leyenda olvidada, una fábula de tiempos pasados. Pero no debemos temer nada,el PP aboga por "menos es más" cuando se trata de interferir en el poder judicial, como entrenadores de fitness preocupados por la calidad democrática de sus ciudadanos.
Los populares sugieren que Sánchez está dispuesto a cruzar cualquier línea, incluso considerar una amnistía, solo para aferrarse al poder. En medio de este colorido relato,hay que recordar a los de Feijóo que el presidente Sánchez lidera un gobierno de coalición, uniendo diferentes visiones y voces para abordar los desafíos del país. Un ejercicio que puede ser tan complicado como combinar los colores de un semáforo en una paleta armoniosa. Mientras el PP nos sumerge en su mundo de setas y cifras, Sánchez y su equipo navegan por un mar de complejidades políticas, demostrando que la política es más que una simple cuenta de apoyos y semáforos.