Benjamín Prado, además de poeta y ensayista, es uno de los mejores tertulianos que hay en el triste panorama mediático español. Y ha llamado la atención la reflexión que hizo hace unos días. Cuántas coincidencias, demasiadas. El fiscal que pidió la libertad para el conseguidor Aldama es el mismo en las dos causas que se instruyen en la Audiencia Nacional, la del juez Ismael Moreno y la de su compañero Santiago Pedraz. El acusador público es Luis Pastor que fue asesor en el ministerio de Justicia cuando lo dirigía José María Michavila y en Exteriores en la época de Abel Matutes. Otra coincidencia: el abogado del principal acusado en el caso Koldo y en la estafa de los carburantes es José Antonio Choclán, el ex juez que logró la condena a Baltasar Garzón por prevaricación que le costó su salida de la judicatura a la que no ha podido volver a pesar de sus requerimientos. La persecución a Garzón llega hasta el punto de que su mujer, Dolores Delgado, ha sido vetada por la sección tercera de la sala de Lo contencioso Administrativo para ser ascendida a fiscala de sala “por la incompatibilidad con la especialidad profesional del despacho de su marido”. Demasiada coincidencia también. Y, por último, otra casualidad de la que aquí se ha hablado en numerosas ocasiones. El juez Peinado, instructor que mantiene imputada a la mujer del presidente, Begoña Gómez, es el padre de una concejala del PP en el ayuntamiento de Pozuelo de Alarcón que no es precisamente una población de segundo orden. Demasiadas coincidencias que hacen cuestionar, de nuevo, la judicatura de este país.
El papel del fiscal, y el de su superior, Alejandro Luzón, en este caso, suscita polémica. No sólo por la prisa que se dio en solicitar el levantamiento de la prisión provisional de Aldama que había ingresado en la cárcel por su “elevado riesgo de fuga” al contar con dinero fuera del país, según se señalaba en un auto del juez Pedraz sino, además, por su comportamiento durante el interrogatorio. Antes del comienzo del mismo, Pastor y Aldama mantuvieron una larga conversación en una dependencia ajena a la sala donde se encontraba el juez. Las preguntas que efectuó fueron superficiales según señalan los expertos. Ni una sola repregunta sobre algunas de las confesiones más controvertidas acerca de los destinatarios de las 'mordidas' o sobre el rescate deAir Europa y las conexiones venezolanas de la trama.
Daba la sensación de que el fiscal se había puesto de acuerdo con el abogado Choclán para no profundizar más en las manifestaciones de Aldama. Cuando el empresario quiso ir más lejos, el letrado le cortó diciéndole que dejara para “mas adelante” nuevas revelaciones. El fiscal parecía estar de acuerdo en todo momento. Sospechosas coincidencias.
De todo esto, se podría deducir que fiscal y abogado habían acordado lo que iban a decir previamente. Choclán, tal y como se ha dicho aquí, es un experto en lograr acuerdos que libran a sus clientes de la cárcel, lo extraño es esa relación con un fiscal que ahora se descubre, colaboró con dos gobiernos de Aznar. Muy cuestionado en el llamado caso Fabra, en el que se investigaban judicialmente los presuntos cobros por parte del presidente de la diputación de Castellón, Carlos Fabra, por tratar de acelerar autorizaciones para la fabricación de productos fitosanitarios durante un período que abarca desde 1999 hasta 2002. Fuentes judiciales destacaron una actitud poco activa en la instrucción. El la justificó porque “el sumario es voluminoso y complejo” ya que se había incorporado con las diligencias avanzadas. Lo cierto es que aceptó que varios ministros de la época, Celia Villalobos, Jesús Posada, Miguel Arias Cañete y Juan Costa, declararan por escrito.
Algo a lo que se opone un miembro de la judicatura que también tiene intereses familiares en el PP. El juez Peinado se ha negado a que Pedro Sánchez declarase por escrito y se presentó en La Moncloa montando un espectáculo muy bien aprovechado por la extrema derecha, tanto la judicial como la mediática. Su hija, Patricia Peinado, es una “excelente concejala” según un portavoz del consistorio que preside Paloma Tejero, viceconsejera con Isabel Díaz Ayuso. En una entrevista, la hija del juez se negó a contestar a preguntas relacionadas con la actividad de su padre, y, sobre todo en lo que se refiere a la denuncia presentada por el seudosindicato Manos Limpias. Eso sí, dijo que en las reuniones familiares procuran no hablar de las actividades de cada uno, pero reconoce que su padre “se identifica” con su causa, sólo le faltó decir que es simpatizante del Partido Popular.
Y luego está el letrado. Como ya hemos contado aquí mismo José Antonio Choclán fue el ponente de la sentencia condenatoria de los directivos de Banesto, entre ellos Mario Conde. Con treinta años se le auguró un brillante futuro en la carrera judicial, pero no fue así. La dejó para dedicarse a la actividad privada. Y por su bufete, uno de los más caros de España con minutas que sólo pueden pagar clientes de alto standing, han pasado muchos políticos del entorno del Partido Popular. Ha ganado tanto dinero que se ha podido comprar una vivienda en la zona más exclusiva de Madrid, La Finca, donde vive lo más granado del famoseo.
Choclán nunca ha tenido un cliente de la izquierda, ni política ni sociológica, pero sí se alió con los letrados que representaban a algunos terroristas de ETA que denunciaron la intervención de las comunicaciones con sus clientes por parte del juez Baltasar Garzón. Hay quien asegura que en su época de la Audiencia Nacional ambos no se llevaban nada bien en el plano personal y profesional. Y Choclán vio la oportunidad de acabar con la trayectoria del titular del juzgado número 6 apoyando la denuncia por prevaricación que se estaba preparando contra él. Una querella que prosperó y que acabó con la trayectoria judicial del juez que estuvo a punto de traer a España al dictador chileno Augusto Pinochet para procesarle por delitos de lesa humanidad. Demasiado para la derecha judicial de la que Choclán si no forma parte de ella simpatiza con su causa, por lo que se ve.
Demasiadas coincidencias que diría el bueno de Benjamín Prado. Y no vamos a ir más allá no vaya a ser que se nos tache de conspiranoicos.