La denuncia de Elisa Mouliaá contra Errejón: desmontando el mito de la 'víctima ideal'

Cuando la sociedad juzga a la mujer en vez de condenar al agresor

30 de Octubre de 2024
Actualizado a las 10:01h
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La denuncia de Elisa Mouliaá contra Errejón: desmontando el mito de la 'víctima ideal' en agresiones sexuales
La denuncia de Elisa Mouliaá contra Errejón: desmontando el mito de la 'víctima ideal' en agresiones sexuales

Una agresión sexual es uno de los delitos más traumáticos que puede sufrir una mujer, y en la mayoría de los casos las víctimas enfrentan una segunda batalla después del ataque: el juicio social y la revictimización. En España, la idealización de una "víctima perfecta" —inocente, sin cuestionamientos y que cumpla con ciertos estereotipos de vulnerabilidad— sigue condicionando el apoyo que reciben las mujeres y la justicia que se les brinda. El caso reciente de la actriz Elisa Mouliaá y las críticas recibidas tras denunciar públicamente a Íñigo Errejón ilustran esta problemática.

La respuesta en redes sociales y la actitud de muchos en torno a la denuncia de Mouliaá han reflejado una dura realidad: la sociedad no deja de juzgar a las víctimas de agresiones sexuales. En su caso, el hecho de que terminara en la casa de su presunto agresor despertó toda clase de reproches. Algunos usuarios en redes llegaron a cuestionar por qué fue a su casa "después de cómo te había tratado". Esta narrativa, que ignora el impacto psicológico de la violencia sexual y el poder de manipulación del agresor, refuerza una visión anacrónica y punitiva de las mujeres que han sufrido estos delitos.

El mito de la "víctima ideal" y su construcción social

La sociedad tiende a aceptar y simpatizar con una "víctima ideal", una que encaja en la imagen de la mujer pasiva y vulnerable que, sin cuestionamientos, cumple con ciertos parámetros de inocencia y sumisión. Este arquetipo invisibiliza las diferentes realidades de las víctimas y da lugar a la revictimización cuando estas no se ajustan a este modelo.

El miedo a no ser creídas es una de las principales razones por las que muchas mujeres no denuncian agresiones sexuales. Además, cuando las mujeres actúan fuera de los patrones de "idealidad", como ir a la casa de su agresor o mantener comunicación con él, son juzgadas. El sistema judicial y la opinión pública a menudo trasladan la carga de la prueba a la víctima, obligándola a justificar sus decisiones y conductas previas a la agresión, generando un doble castigo.

La revictimización y su impacto psicológico

La revictimización o victimización secundaria se refiere al daño adicional que las víctimas de agresión sexual experimentan a través de las reacciones sociales e institucionales tras el delito. Al cuestionar a una mujer sobre sus decisiones personales —como si estas validaran o no la agresión— se perpetúa una violencia simbólica que afecta gravemente su recuperación. En el caso de Mouliaá, las críticas que recibió en redes sociales y los interrogatorios sobre por qué fue a casa de su agresor no solo intentaron justificar el acto, sino que desviaron la responsabilidad del agresor y la situaron en la víctima.

Cuando una mujer enfrenta este tipo de cuestionamientos, se le hace sentir culpable de su propia victimización, un acto profundamente injusto y devastador psicológicamente. Este fenómeno no solo ocurre en redes sociales o en la sociedad, sino también en el sistema judicial. En muchos juicios de agresión sexual, la víctima debe demostrar que resistió la agresión, dejando al margen la propia voluntad del agresor y colocando el foco en la conducta de la mujer, lo que aumenta su trauma.

La manipulación emocional y la relación con el agresor

Otro aspecto que suele ser ignorado en el juicio social es la manipulación emocional ejercida por el agresor. Las mujeres que mantienen una relación previa con el agresor o que admiran a esa persona, como en el caso de Mouliaá, son más vulnerables a caer en situaciones comprometidas que pueden interpretarse erróneamente. Sin embargo, esa conexión no exime la responsabilidad del agresor ni disminuye la gravedad del delito.

Las víctimas de agresión sexual que han sido manipuladas emocionalmente a menudo experimentan confusión y culpa. La violencia sexual es un acto que no solo daña físicamente, sino que impacta en la percepción que la víctima tiene de sí misma, afectando su autoestima y su capacidad para identificar situaciones de riesgo. La respuesta de Mouliaá a los comentarios que cuestionaban su decisión de ir a la casa de Errejón fue contundente: "Cuando llevas un año hablando con un tío que admiras... te hace pensar que se ha enamorado de ti... En su casa le paré y me largué", según ha publicado El País. Su respuesta refleja el estado de shock en el que muchas víctimas se encuentran tras una agresión, un detalle que la sociedad y los jueces deberían comprender para evitar revictimizar a las mujeres.

¿Cómo cambiar la narrativa?

Es fundamental que se deje de responsabilizar a las mujeres de la violencia sexual que sufren. La educación y la formación en perspectiva de género, tanto en las instituciones judiciales como en la sociedad en general, son esenciales para romper con este patrón de revictimización. Los profesionales del ámbito judicial deberían tener una mayor sensibilización y formación en el impacto psicológico que sufre una víctima de agresión sexual, entendiendo que sus decisiones no deben ser interpretadas bajo la lógica de la culpabilidad.

Además, es importante redefinir la imagen de la "víctima ideal" y comenzar a reconocer que cada experiencia de violencia sexual es única. La diversidad de reacciones ante una agresión es amplia y responde a factores psicológicos, sociales y culturales. Esta diversidad debe ser reconocida para no caer en estereotipos que solo aumentan la estigmatización y el sufrimiento de las víctimas.

Deconstruir el mito y apoyar a las víctimas

En lugar de cuestionar por qué una mujer ha tomado ciertas decisiones después de sufrir una agresión, la sociedad debe aprender a centrar la responsabilidad en el agresor y a apoyar a las víctimas, respetando sus procesos y decisiones. La violencia sexual es un problema estructural que requiere un cambio profundo en el sistema judicial, en los medios de comunicación y en la educación, dejando atrás la narrativa de la "víctima ideal" que solo perpetúa la revictimización.

La figura de la "víctima ideal" debe ser desterrada. No es aceptable cuestionar a una mujer sobre sus acciones después de una agresión, ni pedirle que responda a los estereotipos de vulnerabilidad y sumisión. Cada mujer que denuncia merece respeto y justicia sin ser revictimizada. Solo con un cambio en la percepción de las víctimas de agresión sexual, dejando de lado los estereotipos y adoptando una postura de apoyo y comprensión, será posible combatir realmente la violencia sexual y la revictimización.

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